Ejemplos con pervertidas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Según el crítico Peter Peeters, las mentes frágiles son pervertidas por la ilimitada lujuria y sexo, terror, el espantoso mundo de los cadáveres y fantasmas, tortura, matanza y canibalismo, violencia y destrucción, los detalles desagradables acompañados de gritos y efectos sonoros.
Presenta situaciones desnudas y algunas veces también muy pervertidas.
Cada ves que finalizaba la Edad de la Luz, contemplaba sus nobles criaturas pervertidas y torturadas en la siguiente Edad de la Oscuridad.
Por alguna extraña razón, esta enamorada y obsesionada con Suguru, y a menudo suele tener pensamientos y fantasías bastante pervertidas al respecto.
Hace su aparicion para tratar de separar a Kouta de Chizuru poniendole a el un brazalete de castidad, para evitar que Chizuru siga haciendole cosas pervertidas, confesando estar enamorado de ella, siendo rechazado.
Este tipo de comportamientos pueden llevar a estas personas a ser vistas como pervertidas o mirones.
Lo característico de ellas es la pretensión de resucitar, y en tan vasto cuadro, las maneras retóricas del siglo XVII, que a la época de Porcel llegaban completamente desvirtuadas y pervertidas por la hinchazón hueca y sin savia que tan bien había de representar en días próximos a aquellos el arquitecto Churriguera.
¿Qué José, huyendo de la mujer de Putifar? ¿Qué Octavio, esquivando a Cleopatra, podían comparársele? Porque estas dos damas fueron caprichosas pervertidas, y estaban cansadas de darse a quien quisiera disfrutarlas, mas Cristeta era la juventud no estrenada, la belleza por nadie poseída, que espontáneamente se le brindaban en el silencio de la noche, como en la soledad de un campo se ofrecen al sediento peregrino los jugosos racimos de la vid.
No faltarán almas ruines y fantasías pervertidas que al llegar aquí tachen a don Juan de estúpido y a la pobre Cristeta de fácil y liviana.
Mas buscar en el fecundo seno de la Naturaleza las causas de las cosas, le dijeron que era revolver impurezas de la materia, bucear en la conciencia para iluminar su razón con la Verdad, lo tacharon de impío, leer la vida de los pueblos, lo motejaron de trabajo estéril, porque el dedo de la Providencia traza los destinos del hombre, escuchar los latidos de su corazón, le advirtieron que era rendirse al deleite, y contra el amor pusieron en sus labios, pervertidas y desvirtuadas, las palabras de Cristo a su madre:.
Aquellas gentes, alejadas de la civilización quién sabe desde cuándo, desgraciadas o pervertidas, resignadas a su suerte o desesperadas, ignorantes, vulgares, aquellas mujeres cristianas en el nombre, aquellas chinas, aquellos indios sosteniendo en sus brazos sus hijos con recogimiento y devoción, comprendían por un instinto especialmente humano que entre este mundo y el otro, entre esta vida y la otra, necesitamos un vínculo y que ese vínculo es Dios, cualquiera que sea la forma en que le adoremos.
Hasta tal punto llevaba yo pervertidas las sensaciones por obra del tedio y del cansancio.
«Lo mismo que hacen las parisienses más pervertidas, lo sabían y hacían las meretrices de Babilonia y de Cerbatana».
Tal vez sea mejor! Así le ahorraremos a nuestro hijo el mal ejemplo de nuestras vidas pervertidas.
Así pues, aquello que agitaba el corazón del bandido no era verdaderamente amor en el concepto noble de la palabra, no era el sentimiento íntimo y sagrado que suele abrirse paso aun en las almas pervertidas e iluminarlas a veces como ilumina un rayo de sol los antros más oscuros e infectos, no: era un deseo sensual y salvaje, excitado hasta el frenesí por el encanto de la hermosura fisica y por los incentivos de la soberbia vencedora y de la vanidad vulgar.
¡Qué horrible peregrinación no había venido haciendo a través de aquellos escabrosos caminos y torcidas sendas en compañía de desconocidas mujeres, las unas pervertidas ya, otras que yo pervertía sin escrúpulo ni miramiento alguno! ¡Y todo para que el recuerdo de Berenice me fuese cada día más querido, y se hallase su imagen más identificada que nunca con mi ser! La misma Esmeralda, por fatalidad tan parecida a ella, tan cariñosa de suyo, ¡cuánto no había contribuido a recrudecer mis dolores! Unas veces me amargaban y producían hastío sus besos, otras sus manos rescaldaban con su calor las mías, o me hacían crispar los nervios con su contacto.

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