Ejemplos con perturbadores

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sistemas perturbadores equipos integrados en el aparato que distorsionan las señales de los radares enemigos,.
-Balística exterior: Estudia las trayectorias y los efectos perturbadores del medio ambiente sobre el proyectil.
Ante la grave situación, la autoridad civil cede el mando a la militar, que promulga un bando en el que amenaza castigar a los perturbadores.
Atormentados y obsesivos puros: experimentan pensamientos negativos reiterados, que resultan incontrolables y bastante perturbadores.
Estos personajes, en su mayoria, son antagonistas de la serie, ya que entre sus funciones buscan erradicar la piratería y a los perturbadores de la paz.
La picaresca y artimañas son variadas: desde inducir la entrada de okupas en el edificio o de vecinos perturbadores, a la negativa del arrendador de cobrar la renta, pasando por la falta de higiene y de mantenimiento de la vivienda o del edificio, con cortes en los suministros básicos de agua y luz.
Además del esfuerzo físico debe considerarse también como elementos perturbadores el esfuerzo, mental, visual, auditivo y emocional.
Las nocivas, son las que contienen actividades capaces de provocar efectos perturbadores sobre determinados recursos naturales.
Todos los atrevimientos perturbadores del gran mundo encontraban su apoyo.
Su famoso Principio de autoridad, fulminante espada contra los perturbadores del orden en las calles o en la tribuna, se convierte en caña frente a la obscura facción fortificada en conventos, sacristías o beaterios.
-Líbreme Dios de defender a los revolucionarios y perturbadores -dije-, pero vengamos a la cuestión.
Hemos presentado en otro libro la camarilla de Palacio Tócales ahora su vez a las camarillas populares, poderes igualmente misteriosos y perturbadores, y la dificultad de nuestro trabajo aumenta, porque las camarillas eran dos: la del populacho o de los exaltados, y la de los constitucionales o moderados.
Dejámosle nosotros en el capítulo XX de nuestra historia, luchando con el triste presentimiento del aciago fin en que debía terminar una vida tan llena de opulencias y de triunfos, pasada entre los tumultos, los alborotos, los escándalos, las guerras civiles, y siempre figurando en medio de tantos desórdenes como uno de los principales perturbadores de la tranquilidad pública.
Ni el echar arenilla en un instrumento de gran sensibilidad, ni una hendidura en uno de sus cristales de gran aumento, serían más perturbadores que una emoción fuerte en un temperamento como el suyo.
Aún despertaba más en él confusos y perturbadores recuerdos el metal sonoro y simpático de su voz femenina.
Todos los atrevimientos perturbadores del gran mundo encontraban su apoyo.
Duendes inquietos había siempre en «la Colorada», pero iban amortiguándose los arrebatos sanguinarios de su alma matrera, y sus resabios perturbadores de la tranquilidad y del progreso.
¡Oh!, usted que nos vitupera tanto, habría podido tener amigos en los que cree enemigos y leales pacificadores de su matrimonio en los que cree perturbadores de él.
-¡Ahora, decidme! ¿cuántas veces caen los españoles que nos sojuzgan inicuamente, bajo el imperio de estas leyes, y debieran ser castigados? ¿No son ellos los perturbadores, los envidiosos, los llenos de vicios, los torturadores y homicidas, los ladrones, los adúlteros, los jueces venales, arbitrarios y corrompidos? ¿No han merecido cien veces la muerte?.
Todo falso, querido Tito, maquinación infame de los perturbadores de oficio.
Su famoso Principio de autoridad, fulminante espada contra los perturbadores del orden en las calles o en la tribuna, se convierte en caña frente a la obscura facción fortificada en conventos, sacristías o beaterios.
Esto nos indica que si la educación no debe prescindir de la inteligencia, no se dirige exclusivamente a ella, sino a todas las facultades que constituyen el hombre moral y social, a los impulsos perturbadores para contenerlos, a los armónicos para fortificarlos, a la conciencia para el cumplimiento del deber, a la dignidad para reclamar el derecho, a la bondad para que no se apure contra los desventurados.
Tomando por su cuenta uno y otro acabar con Estados de gran poder y trastornar toda el Asia, no pudieron venir al cabo de sus empresas, pero el uno sólo tuvo contra sí la fortuna, habiendo muerto en el ejército cuando todo le sucedía prósperamente, y al otro nadie podría eximirle enteramente de culpa, bien ignorase las disensiones y quejas del ejército, o bien no acertase a cortarlas antes de que llegasen a una abierta rebelión, ¿o quizá alcanzó también algo de esto a Cimón?: porque los ciudadanos le suscitaron causas, y por fin le desterraron por medio del ostracismo, para no oír en diez años su voz, según expresión de Platón, y es que los de carácter aristocrático conforman poco con la muchedumbre, y no saben el modo de agradarle, sino que, más bien, usando de rigor para corregir, son molestos a los perturbadores, al modo que las ligaduras de los cirujanos, sin embargo de que con ellas ponen en su natural estado las articulaciones, así, acaso será necesario disculpar en este punto a entrambos.
Envió, pues, Manio mensajeros a las diferentes ciudades, y a la mayor parte de los perturbadores los aquietó y sosegó Tito Flaminino sin la menor disensión, como lo decimos en su vida, Catón apaciguó también a los de Corinto, de Patras y de Egio, pero donde se detuvo por más tiempo fue en Atenas.
Sancionado así por el pueblo, y encargado Camilo del mando, se dirigió al país de los Faliscos, y puso sitio a Falerios, ciudad fortificada y bien pertrechada de todo lo necesario para la guerra, no porque la empresa de tomarla le pareciese fácil y de poco tiempo, sino con la mira de quebrantar y tener distraídos a los ciudadanos, para que no les quedara vagar, detenidos en casa, de revolver y alborotar, remedio de que siempre solían usar con fruto, echando fuera, como los médicos, los humores perturbadores del gobierno.
¿Para eso es para lo que os he nombrado capitán de mis mosqueteros, para que asesinen a un hombre, amotinen todo un barrio y quieran incendiar Paris sin que vos digáis una palabra? Pero por lo demás –continuó el rey-, sin duda me apresuro a acusaros, sin duda los perturbadores están en prisión y vos venís a anunciarme que se ha hecho justicia.
Respondió el presidente poco y mal, y se animaron otros muchos concurrentes a continuar la tarea acometida por Toñazos, intervino Gildo en la reyerta, sulfuróse un poco y le vocearon, tomó Lucas la palabra desde el púlpito, y habló de los «sacrosantos intereses de la libertad», de «la mano oculta de la reacción», de la necesidad de tomar medidas heroicas con «los perturbadores de la paz pública», y añadió que, en bien de ésta, se había preso al ciudadano Pérez de la Llosía y conducido a la capital, «para que la ley inexorable castigase su iniquidad».
» y otras voces y otros clamores incómodos y perturbadores, don Frutos se vio obligado a suspender el discurso en lo más caliente, poniendo a Dios por testigo de lo que hacía «por no ver profanada la Cátedra de la Verdad por el demonio de la impostura y del sacrilegio».
¿Y qué hace usted?, me dirán esos perturbadores que tienen siempre la anarquía entre los dedos para soltársela encima al primer ministro que trasluzcan, ¿qué hace usted para que no se lo prohíban?.

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