Ejemplos con perspicacia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Él escribió, publicó, predicó, y escuchó confesiones de aquellos que vinieron desde cerca y lejos solicitando su perspicacia espiritual.
Perspicacia para comprender las Escrituras.
El propósito de esta publicación es contribuir a que se adquiera la perspicacia para comprender las Escrituras.
Perspicacia para comprender las Escrituras es una obra de dos volúmenes de referencia y consulta enciclopédica sobre palabras bíblicas publicada por la Watchtower Bible and Tract Society of Pennsylvania.
En las obras aludidas Fløgstad deja de manifiesto una potestad maestra en la precisión realista combinada con una perspicacia sociológica de los ambientes narrativos.
Perspicacia para comprender las Escrituras tomo II editado por la Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania.
En otras cartas muestra Juan Valera la perspicacia del juicio literario de Soboleviski y su generosidad, aunque no pudo conseguir el manuscrito de Calderón al que aludía:.
Su gran perspicacia le hizo ser una parte muy importante en la guerra entre Ostrogodos y Sarmántas, procurándole la amistad del rey ostrogodo Teodorico.
Sus obras, con la perspicacia de la narrativa realista, y la diversidad y universalidad del mito, iluminan la condición humana del mundo actual.
Así, con el paso del tiempo y con grandes dosis de perspicacia y discreción, Antonia logró abrirse camino en un circulo -el literario- que, por ser eminentemente masculino, se presentaba siempre hostil.
Describe con acierto y perspicacia algunos de los aspectos más relevantes de la historia, la cultura, la lucha por la democracia y la sociedad birmanas, de modo que también sirve a modo de introducción a ese país.
La gran perspicacia de McTaggart fue demostrar que este razonamiento da lugar a un círculo vicioso o una serie viciada infinita.
Esta falta de cultura literaria y filosófica que en Zola se advierte, y de que tanto provecho han sacado sus adversarios, sin llegar por eso a obscurecer la genial perspicacia con que juzga de las obras en particular, explica la flaqueza de sus teorías, los pésimos argumentos con que las explana y defiende, el aparato con que presenta como descubrimientos y novedades las máximas de crítica más triviales y manoseadas, y las fórmulas absurdas que da a algunos pensamientos, por otra parte muy razonables.
Ulises, conmovido por este dolor, admiró al mismo tiempo la perspicacia de Freya, que adivinaba todas sus ideas.
A veces, oyéndola discurrir con tanta perspicacia en aquellos asuntos morales, solía exclamar con poca galantería: ¡Qué lástima que Ventura no posea tu carácter juicioso y sensato!.
Y con la perspicacia que le caracterizaba, en seguida comprendió que se trataba de un decaimiento físico y moral, procedente de la vida monótona de la aldea.
Esta perspicacia era innata en él.
Aunque sintamos ofender la perspicacia de nuestros lectores, la verdad nos obliga a declarar que la damisela del corredor no era la blonda Nieves, sino la blonda Valentina.
¿Cuál? Su perspicacia no llegaba a resolverlo.
No sé lo que tiene el mar que atrae, ¿verdad? ¡Aquel aire tan puro! ¡Aquel movimiento! ¡Aquella libertad! A que sientes ganas de volverte al barco, ¿eh?terminó diciendo con una sonrisa maliciosa que acreditaba su extremada perspicacia.
Currita vio desde la puerta el extremo de un banco desocupado y ante él se arrodilló, haciendo uno de esos garabatitos con que creen ciertas damas santiguarse, cruzando las manitas sobre el respaldo, inclinando la cabeza con mucha devoción y poniéndose a registrar con el rabillo del ojo todo cuanto había y pasaba dentro de la capilla ¡Prodigio maravilloso de la perspicacia y fuerza comunicativa de la grey femenina! Cuatro minutos después, no quedaba en el extenso recinto una sola alma más o menos pía que no hubiera atisbado la entrada de Currita, sin que fuese necesario para ello más que alguno que otro suave cuchicheo, alguna que otra disimulada seña, alguno que otro libro devoto o rosario bendito que rodaba por el suelo, para dar ocasión a la dama que lo recogía de lanzar una rápida mirada con el mayor disimulo.
¡Qué grande obra sería la de deshacer esta mescolanza que repugna, que envenena, que liberta el vicio de toda sanción social que le marque la frente como con una señal de infamia, y lo contenga, ya que no con el temor de Dios, con la vergüenza al menos y con el respeto humano, que familiariza con el escándalo hasta a las conciencias más rectas, y destruye la poderosa barrera de horror y de extrañeza que debe separar al bueno del escandaloso, y comenzando por hacer a este tolerable, acaba por hacerle pasar por imitable! ¡Qué grande obra haría quien con el mismo espíritu de caridad cristiana con que se fundan asilos para huérfanos y casas de refugio para doncellas en peligro, fundase para mujeres y hombres , en que sin riesgo alguno de mal ejemplo pudiese encontrar la juventud las justas, legítimas y aun necesarias distracciones propias de sus años, hallar sin desvergonzada levadura ese trato señoril y digno a la vez que alegre y placentero, que afina y suaviza las inclinaciones del hombre, fortalece y alecciona las de la mujer, y fomenta el trato mutuo y el mutuo conocimiento de que brotan castas simpatías, germen de puros y tranquilos amores, que sirven de base solidísima a matrimonios felices y meditados, de que nacen luego familias cristianas y ejemplares! Y la caridad, la caridad derivada del cielo, única santa y legítima, que todo lo ve con sus ojos de lince, que todo lo abarca con su actividad insaciable, que todo lo precave con su perspicacia amorosa, y no deja dolor sin alivio, ni pena sin consuelo, ni llaga sin remedio, ¿no se ha fijado nunca en esta úlcera ensangrentada? ¿Acaso es más digna de lástima la pobre labriega, la infeliz criada de servicio que el abandono precipita en un lodazal de escaleras abajo y salva la caridad en una casa de refugio, que la encopetada señorita, la rica heredera que un abandono distinto, sólo en la forma, precipita del mismo modo en otro lodazal de salones adentro? ¡Y pensar que no es tan difícil el remedio como a primera vista parece, que bastaría quizá que una mujer de prestigio y de energía, cerrando los oídos a indecorosos respetos humanos y a culpables condescendencias sociales, fundase, por el amor de Dios, un , lanzando a los cuatro vientos de la alta sociedad madrileña, por toda esquela de convite, esta estupenda noticia: La marquesa tal, o la duquesa cual, se queda todas las noches en casa, para las señoras honradas y los caballeros decentes !.
El señor Pulido hizo una profunda señal de asentimiento, bajando con previsoria resignación los ojos, y la duquesa, haciendo alarde de la perspicacia de su ingenio, exclamó ligeramente:.
Por esto, aunque a la perspicacia de doña Manolita no pudo ocultarse largo tiempo aquella inclinación irresistible de dos almas, doña Manolita no dejó nunca de hacer justicia a doña Luz, y reconoció y declaró, allá en el fondo de su pecho, que en el de su amiga no había la más leve intención de perturbar el ánimo del Padre ni de atraerle con coqueterías culpadas.
La paz y serenidad de espíritu del Padre la tenía maravillada, y más aún su perspicacia.
Lo sé, no me cabe duda mi perspicacia de mujer supo descubrirlo ha tiempo.
Muchas personas que no hacen más que disparates, poseen esta perspicacia del consejo y de la dirección de los demás, y no dando pie con bola en los destinos propios, ven claro en los del prójimo.
Santa Cruz, en su perspicacia, lo comprendió, y trataba de librar a su esposa de la molestia de complacer a quien sin duda no lo merecía.
La perspicacia de la madre creyó descubrir un notable cambio en las costumbres y en las compañías del joven fuera de casa, y lo descubrió con datos observados en ciertas inflexiones muy particulares de su voz y lenguaje.

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