Ejemplos con perdices

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Limita por el Norte con la Aldea El Jagual, por el Este, con las aldeas Vega de la Pipa y Caño de Agua, por el Sur, con las aldeas La Honda, Toronjal, Centro y Palma de Oso, y por el Oeste, con las aldeas Salados y Perdices, Altoviento y La Honda.
Por otra parte, cazan otros animales que puedan encontrar, como liebres ártica, focas, perdices nivales y lemmings.
Siguiendo de frente el camino bien marcado por la pradera se enlaza en el collado de García Perdices con la ruta que viene de Majaelrayo, realizándose la ascensión de la misma manera que por esta ruta sin ningún lugar a la pérdida.
De acuerdo a los reportes se encuentran las siguientes especies de aves : garzas, corocoras, mirlas, arrendajos, garza morena, gavan, alcaravanes, azulejos, loros, mochileros, gavilanes, garrapateros, torcazas, perdices, samuros entre otros.
La fauna en los alrededores de la localidad es bastante variada e incluyen ñandúes, liebres europeas, guanaco, jabalí europeos, conejo salvajes, puma, andinos, comadrejas, gatos monteses, piches, peludos, nutria, zorros grises, zorros colorados, tagüas, pato, loro, avutardas, búo, águila, zorzales, jilgueros, canario de cordillera, cardenales, gorriónes, culebra, lagartijas, chinchimolles, tijeretas, golondrina, cisne de cuello negro, garza, flamenco, chimangos, jotes, cernícalos, peucos, gavilánes, yoicas de pecho colorado, gaviota, martinetas y perdices.
De las quebradas más pequeñas, se pueden mencionar la de Quinchamalí y Vallecito que drenan en el río Mapocho, la Peñalolén, Nido de Águilas y Caballero del Montaña que drenan en el canal Las Perdices, y la quebrada de Apoquindo que drena en el canal el Bollo.
Aunque en esta ocasión se mataban pocas perdices, Gonzalo apetecía su compañía como la de un agradable y simpático camarada.
Levantábase de madrugada, tomaba la carabina, llamaba a los perros y lanzábase al través de los campos, llegando la mayor parte de los días a la noche, rendido, con algunas perdices en el morral y un hambre de caníbal.
Salieron una mañana en busca de un bando de perdices, de cuya existencia sabía Gonzalo desde el día en que había llegado a Tejada.
En esta cocina adornaban las paredes varias jaulas de perdices, puestas sobre repisas, escopetas y otras armas, y algunas cabezas de ciervos, lobos, zorros, tejones y garduñas, muertos por D.
Doña Manuela buscó lo más raro y costoso del Mercado: tres pares de perdices, que bailoteaban con descoco dentro de una jaula, mostrando sus polonesas encarnadas.
¡Cuidadito! El dice que en las casas bien arregladas no dura mucho la tristeza, que en una mesa bien servida, aunque no haya en ella ricos manjares, ni perdices, ni lampreas, no falta la alegría.
Otras mañanas iba con esta monserga: ¡Cómo está hoy el mercado de caza! ¡Qué perdices, señora! Divinidades, verdaderas divinidades.
Venía, según su promesa, a tomar una copa a los postres, y la tomó de pie, porque le aguardaba un bando de perdices allá en la montaña.
Quiso la desgracia que al otro día Primitivo descubriese en un maizal próximo un bando entero de perdices entretenido en comerse la espiga madura.
No se acordaba del abuelo, no, ni del trabucazo que lo había como él tumbaba las perdices.
Ni fue el último, porque más adelante, en un sembrado, aún levantó el can un bando tan numeroso, tan próximo, y que salía tan a tiro, que era casi imposible no dos o tres perdices disparando a bulto.
En cuanto vea que el perro se paraexplicábale don Eugenio al novel cazador, que apenas sabía por dónde coger el arma mortífera, se prepara usted y le anima para que entre, y al salir las perdices, les apunta y hace fuego cuando se tiendan.
La cena fue regocijada y ruidosa: se bromeó, se contaron de antemano las perdices que habían de sucumbir, se saborearon por adelantado las provisiones que se llevaban al monte, y se remojó previamente el gaznate con jarros de un tinto añejo que daba gloria.
Se trataba del señorito de Ulloa, de su habilidad para perdices, y sin que Julián adivinase la causa, se pasó inmediatamente a hablar de Sabel, a quien todos habían visto por la mañana en el corro de baile, se encomió su palmito, y al mismo tiempo se dirigieron a Julián señas y guiños, como si la conversación se relacionase con él.
Esta fornida guisandera, un tanto bigotuda, alta de pecho y de ademán brioso, había vuelto la casa de arriba abajo en pocas horas, barriéndola desde la víspera a grandes y furibundos escobazos, retirando al desván los trastos viejos, empezando a poner en marcha el formidable ejército de guisos, echando a remojo los lacones y garbanzos, y revistando, con rápida ojeada de general en jefe, la hidrópica despensa, atestada de dádivas de feligreses, cabritos, pollos, anguilas, truchas, pichones, ollas de vino, manteca y miel, perdices, liebres y conejos, chorizos y morcillas.
—¡Acuérdese usted de que tiene dos perdices estofadas.
—Dile a la criada que lleve ahora mismo ese par de perdices, y mi pan, y mi almíbar de cabello de ángel, en fin, todo lo que ibas a darme de cenar esta noche, a la pobre viuda del albañil que se mató el otro dia.
—¡Cuidado, Polonia! ¡Que no tardes en enviar las perdices a quien hemos dicho!.
Así que, mis señores duque y duquesa, aquí está vuestro gobernador Sancho Panza, que ha granjeado en solos diez días que ha tenido el gobierno a conocer que no se le ha de dar nada por ser gobernador, no que de una ínsula, sino de todo el mundo, y, con este presupuesto, besando a vuestras mercedes los pies, imitando al juego de los muchachos, que dicen Salta tú, y dámela tú, doy un salto del gobierno, y me paso al servicio de mi señor don Quijote, que, en fin, en él, aunque como el pan con sobresalto, hártome, a lo menos, y para mí, como yo esté harto, eso me hace que sea de zanahorias que de perdices.
Entregóse en todo con más gusto que si le hubieran dado francolines de Milán, faisanes de Roma, ternera de Sorrento, perdices de Morón, o gansos de Lavajos, y, entre la cena, volviéndose al doctor, le dijo:.
Quiere decir: Toda hartazga es mala, pero la de las perdices, malísima.
Porque nuestro maestro Hipócrates, norte y luz de la medicina, en un aforismo suyo, dice: Omnis saturatio mala, perdices autem pessima.
Desa manera, aquel plato de perdices que están allí asadas, y, a mi parecer, bien sazonadas, no me harán algún daño.
Señor replicó Sancho, si a vuestra merced le parece que no soy de pro para este gobierno, desde aquí le suelto, que más quiero un solo negro de la uña de mi alma que a todo mi cuerpo, y así me sustentaré Sancho a secas con pan y cebolla, como gobernador con perdices y capones, y más que, mientras se duerme, todos son iguales, los grandes y los menores, los pobres y los ricos, y si vuestra merced mira en ello, verá que sólo vuestra merced me ha puesto en esto de gobernar: que yo no sé más de gobiernos de ínsulas que un buitre, y si se imagina que por ser gobernador me ha de llevar el diablo, más me quiero ir Sancho al cielo que gobernador al infierno.

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