Ejemplos con orgulloso

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El , que saboreaba orgulloso el éxito de estos consejos, tuvo un sobresalto al mirar por el hueco de la puerta.
El matón no era el : era él, señor de la torre, descendiente de tantos varones ilustres y orgulloso de su origen.
Hasta el mismo Pep, con gran indignación de Jaime, mostrábase orgulloso de los dos tiros disparados a los pies de su hija.
¡Nobles inconvenientes de ser valeroso y que le tengan a uno cierto miedo! Y cada , viendo en el registro un testimonio de su mérito, levantaba los brazos y avanzaba el vientre, prestándose satisfecho al manoseo de los guardias, mientras miraba orgulloso hacia el grupo de las muchachas.
Y el designado obedecía mansamente, sin el menor intento de resistencia, casi orgulloso de esta distinción.
El padre sonrió, orgulloso y turbado por estos elogios.
Sé únicamente que al autor le agrada más que otro alguno, y en verdad que puede andar orgulloso quien ha logrado dar forma artística y, en mi entender, imperecedera, al vago sentimiento de esta nuestra raza septentrional, que con rebosar de poesía, no había encontrado hasta estos últimos tiempos su poeta.
Esta gozaban los expedicionarios de a pie, en su mayor parte familias felices, que ostentaban satisfechas la librea de la áurea mediocridad, y aun de la sencilla pobreza: el padre, obeso, cano, rubicundo, redingote gris o marrón, al hombro larguísima caña de pescar, la hija, vestido de lana obscura, sombrerillo de negra paja con una sola flor, en la izquierda el cestito de los anzuelos y demás enseres piscatorios, y llevando de la diestra al hermanito, a quien pantalones y chaqueta quedaron ya muy cortos, y que luce la caña de las botinas, y levanta orgulloso el cubo donde flotan los simples peces víctimas del mortífero pasatiempo de su padre.
Artegui, en tanto, mudo y sereno, permanecía enhiesto en su butaca, orgulloso como el estoico antiguo: acre placer le penetraba todo, el goce de sentirse bien muerto, y cerciorarse de que en vano la traidora Naturaleza había intentado resucitarle.
Era la salvación de la iglesia, el procedimiento moderno para llevarla adelante, y él se sentía orgulloso de desempeñar esta función, que le convertía en el órgano más importante de la vida del templo.
El bestia de tu hermano lo dejaba entrar en su casa, muy orgulloso del honor que hacía a la familia.
El sentíase orgulloso ante la sorpresa de su tío.
Estaba orgulloso de la urbanidad con que trataba a sus discípulos.
Y al levantar la vista rabiosa y desesperada, como para lanzar en torno una mirada de orgulloso desafío, divisó al frente la imagen de Jesucristo, del Juez único que su soberbia vencida aceptaba, mostrándole su corazón herido, diciéndole en aquel letrero que tenía por debajo: Venite ad me omnes.
La Revolución triunfó, y a las agitadas emociones del conspirador sucedieron en Jacobo las halagüeñas embriagueces del triunfo, las cínicas rapacidades de pretor romano, las ruidosas apoteosis de arcos de cartón y farolillos de papel a que le llevaban en hombros masas estúpidas arrastradas por su verbosidad, multitudes frívolas, que, por tener algo de mujer, prendábanse de su gallardía y gentileza y se prometían llevarle a defender la soberanía popular en los escaños del Congreso, a él, aristócrata orgulloso, tan sólo de nombre renegado, que se reía de ellos llamándoles paletos, babiecas y burgueses mentecatos, y corría, al separarse de estrechar sus manos, a lavarse y enjabonarse y perfumarse, para echar lejos de sí aquel insoportable .
Y como viese que con cierto rubor orgulloso le presentaba el niño sus premios, añadió sin tomarlos:.
Lo que este modo de pensar pudiese tener de orgulloso lo disipaba el Padre, concediendo en su mente que en absoluto Dios no necesitaba de él para nada, que su ser no valía más que el de otro hombre cualquiera, pero que Dios le había creado para algo y no para que se destruyese, ya que destruirse era infringir una ley divina, turbar o querer turbar el armónico conjunto de las cosas, y distraer violentamente una fuerza viva del punto de acción que la naturaleza le ha marcado.
Acisclo estaba cada día más ancho y orgulloso de que su tertulia se hubiese hecho tan sabia y pareciese una Academia de ciencias, pero al mismo tiempo, andaba imaginativo y ensimismado, hablaba a solas, y se diría que en su mente se agitaba un enjambre de ideas, las cuales, como las abejas en la colmena, pugnaban por fabricar, en vez de panal melifluo, alguna resolución estupenda.
El señor Cuadros estaba orgulloso de su situación.
En cuanto al señor Cuadros, sacó de la cuadra del su carruajillo, del que estaba orgulloso, y amontonó en él la esposa, el hijo y las dos criadas.
Pasaba el día pensando en su Tónica, abandonaba la tienda a las horas en que aquélla tenía que salir por algún encargo de sus parroquianas, y por la calle iba al lado de ella, orgulloso como un triunfador, temiendo que le viera la mamá y deseando al mismo tiempo encontrarse con sus hermanas, para que éstas aprendiesen a distinguir y no le tuvieran por un pazguato incapaz de tener novia.
Ahora ¡oh! ahora era todo un hombre, y así lo reconocía satisfecho y un tantico orgulloso de su audacia.
El hombre por quien preguntaba doña Manuela era el fundador de la tienda de , don Eugenio García, el decano de los comerciantes del Mercado, un viejo que arrastraba cuarenta años en cada pierna, como él decía, y mostrábase orgulloso de no haber usado jamás sombrero, contentándose con la gorrilla de seda, que, según él, era el símbolo de la honradez, la economía y la seriedad del antiguo comercio, rutinario y cachazudo.
Se comprende que no lo consiguiera, cosa difícil en aquella tierra, pues le trajeron y le llevaron de aquí para allá, durante varios meses, pero al fin le declararon huraño y orgulloso, y le dejaron en paz.
Me sentí dichoso y feliz, feliz y orgulloso de ser amado.
Pero allí estaba Cuadros, infatuado por la buena suerte, orgulloso, tanto él como su esposa, de que la señora del antiguo principal accediese a admitir a Andresito en su familia, estos dos amigos, seguramente que al verla en un apuro eran capaces de darla la sangre de sus venas.
No estaba contento ni mucho menos con esto del orgulloso Rubín, y se quejaba de que una amistad sagrada le hubiera puesto en el compromiso de aceptar el turrón alfonsino.
Bien, muy bien, perfectamente biendijo Nicolás, orgulloso de lo que creía un triunfo de su personalidad, que se imponía sólo con mostrarse.
Pintóse en el rostro del marqués la sorpresa, y casi al mismo tiempo la alegría inmensa, radiante, el júbilo orgulloso, la exaltación de una victoria.
Un mozo que iba a pie, viendo caer al encamisado, comenzó a denostar a don Quijote, el cual, ya encolerizado, sin esperar más, enristrando su lanzón, arremetió a uno de los enlutados, y, mal ferido, dio con él en tierra, y, revolviéndose por los demás, era cosa de ver con la presteza que los acometía y desbarataba, que no parecía sino que en aquel instante le habían nacido alas a Rocinante, según andaba de ligero y orgulloso.

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