Ejemplos con ociosamente

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Entre aquellos hombres inocentes y rudos que perciben un ideal y corren ciegos tras él menospreciando sus propias vidas, y yo, existencia infecunda, inmóvil pieza de un mecanismo que anda sólo a medias y a tropezones, qué colosal diferencia! Ellos me parecían materia viva, aunque tosca, yo, materia inerte, ociosamente refinada.
Aunque entregada por completo a la vida material, no tenía el menor instinto de conservación de la fortuna, no había pensado jamás en el origen de su dinero, creía vagamente que el capital de que gozaba era una fuente inagotable que estaba en algún paraje misterioso, que no había para qué indagar ociosamente: allí, entre los papeles del tío, estaba la mina, él se quedaría con gran parte del filón, pero ¿qué importaba?, no valía la pena de echar cuentas, desconfiar, administrar por sí misma, ¡absurdo!, por lo visto había para todo, él robaba, ella también, le engañaba, y el mejor día vendrían a casa unas cuentas que le dejarían patidifuso al buen D. Nepo, pues es claro que tenía que pagarlas.
Caminamos ya en un círculo de hierro, y nos fatigamos ociosamente.
-¡Pues créete que siento haberte hecho saber ahora tan ociosamente que espero a ese señor de un momento a otro!.
Si había algo, él lo desvanecería con un soplo en cuanto lo notara, y si no lo había, ¿a qué molestarle ociosamente?.
Primeramente, porque sería una canallada imperdonable en ti ponerte a mentir ociosamente de esa manera, y además, porque es de conveniencia para todos nosotros, y de absoluta necesidad para mí, que lo poco que queda por hacer en este descalabrado negocio lo haga yo solo.
Quédense, pues, las cosas como están, sin dar ociosamente otro cuarto al pregonero, vuélvase cada mochuelo a su olivo antes con antes, en paz y en gracia de Dios y como si nada hubiera pasado, porque no sería racional otra cosa, ni conveniente perder yo las amistades con este buen sujeto, y por de pronto, alabemos a la Providencia divina, que ha cuidado de que en este desastre no se haya perdido todo para mí ni para los pajaritos de mi casa, que no viven del aire.
¡Entre aquellos hombres inocentes y rudos que perciben un ideal y corren ciegos tras él menospreciando sus propias vidas, y yo, existencia infecunda, inmóvil pieza de un mecanismo que anda sólo a medias y a tropezones, qué colosal diferencia! Ellos me parecían materia viva, aunque tosca, yo, materia inerte, ociosamente refinada.
Ese vaivén de su temperamento lo hacía pasar desde la más extrema languidez a una devoradora energía, y, según yo tuve oportunidad de saberlo bien, no se mostraba nunca tan verdaderamente formidable como cuando se había pasado días enteros descansando ociosamente en su sillón, entregado a sus improvisaciones y a sus libros de letra gótica.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba