Ejemplos con necesitaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y bien lo necesitaban los seis caciques, pues, menos provistos de impermeables que don Simón, estaban calados de agua hasta el pellejo.
Se necesitaban hombres de fortuna y energía para que interviniesen en el gobierno.
Tenían para vivir, y se rendirían antes que ellos los que necesitaban el jornal para no morirse de hambre.
Un día, las vagonetas, al chocar unas con otras, aplastaban a un obrero: otro día saltaban de los rieles al bajar por el plano inclinado cayendo sobre un grupo encorvado ante el trabajo, que no recelaba la muerte traidora que llegaba a sus espaldas: los barrenos estallaban inesperadamente abatiendo los hombres como si fuesen espigas, llovían pedruscos en mitad de la faena, matando instantáneamente, y por si esto no era bastante, había que contar con los navajazos a la salida de la taberna, con las riñas en la cantera, con las disputas en los días de cobro, con la feroz acometividad de aquella inmensa masa ignorante y enfurecida por la miseria, en la cual vivían confundidos los que al salir de los penales de Santoña, Valladolid o Burgos no encontraban otro camino abierto que el de las minas de Bilbao, en las que se necesitaban brazos, y a nadie se preguntaba quién era y de dónde venía.
No podían resistir la ausencia de Luna: necesitaban oírle, consultarle, y hasta el mismo zapatero, cuando el trabajo no era urgente, abandonaba su mesilla, y oliendo a engrudo, con el mandil plegado en la cintura y la cabeza en turbantada de pañuelos, venía a sentarse junto a la máquina de Sagrario.
Un verdadero bosque de maderos formaba el andamiaje del Monumento, la riqueza del cardenal había hecho un despilfarro de solidez y suntuosidad, y para armar el sagrado catafalco se necesitaban muchos días y no pocos obreros.
¡Ay, si no quedasen los otros los que necesitaban sus brazos para vivir! El pobre hombre ansiaba su anonadamiento.
¡Qué aguacero! ¡Qué Dios lo mandaba! ¡El primero del año! ¡Vaya! ¡Y ya lo necesitaban las tierras, que la seca ha sido buena, los pastos estaban amarillos, amarillos! ¡Se ha muerto más ganado! Me voy, don Rodolfo, que estoy chorreando agua, y tengo que desensillar.
—Huyendo de las demostraciones de entusiasmo que lo abrumaban en la calle y de las visitas que seguian inundando su casa, se encaminó a pié a un cortijo próximo, que habia sido de su padre, donde existia una fuente muy provechosa para los que necesitaban recobrar fuerzas.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba