Ejemplos con mohosas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Es de color blanco, con vetas azules verdes mohosas.
Tornos enormes marcaban en la penumbra sus ruedas dentadas y mohosas, sus manivelas y maromas, como olvidados aparatos de tormento.
Poseo una bacalada y hasta medio ciento de galletas mohosas.
Confiado ya en dominar la espantosa anarquía de las Juntas que convertían el Reino en una inmensa jaula de locos, seguro ya del éxito de la quinta de cien mil hombres, arriesgado acto de Gobierno que revelaba iniciativa poderosa y voluntad de acero, se metió en su casa propia, Hacienda, y empezó a remover y sacudir, con mano de atleta, las mohosas inercias de la administración heredada de Fernando VII.
Todas sus coyunturas funcionaban con trabajo, cual si estuvieran mohosas, y el pelo se le había hecho tan ralo, que su cabeza ofrecía una de esas calvas sin dignidad que suelen verse en jóvenes de poca y mala sangre.
¡Piedras mohosas! Ya le bastaban las de los Pazos.
Patricio le levantaron casi exánime, y su destartalado cuerpo se fue estirando poco a poco en la postura vertical, restallándole las coyunturas como clavijas mohosas.
de Rey, pero cierto ruido de visagras mohosas que oyeron, y la circunstancia de no encontrar al joven en todo lo largo de la tapia, les convencieron de que se había metido dentro de la huerta.
Monsalud observó el local de cuyas paredes pendían varias armaduras mohosas y algunas espadas mojadas en sangre de cabrito, que para tan terrorífico uso suministraba un día sí y otro no el conserje de la Sociedad.
Verdad es que con tantas ocupaciones fuera de casa, más de un hogar estaba abandonado, muchas herramientas rodaban mohosas por el suelo, los chicos no iban a la escuela, y el presupuesto y arreglo domésticos se resentían notoriamente.
La noche era oscura y no pudieron los observadores precisar dónde había entrado el señor de Rey, pero cierto ruido de bisagras mohosas que oyeron, y la circunstancia de no encontrar al joven en todo lo largo de la tapia, les convencieron de que se había metido dentro de la huerta.
Una vieja, al salir, puso en movimiento las mohosas bisagras, y al ruido de la herrumbre, un sonido lastimero llegó a mis oídos, modulando aquella voz que a mí me había parecido mi nombre.
Disformes y mutilados muebles se veían colocados en un testero, mugrientas ropas cubrían un jergón puesto sobre tablas, y algunas armas rotas y mohosas yacían en un rincón en compañía de un arpa vieja y de unos vasos de tosco barro.
Disformes y mutilados muebles se veían colocados en un testero, mugrientas ropas cubrían un jergón puesto sobre tablas, y algunas armas rotas y mohosas yacían en un rincón en compañía de un arpa vieja y de unos vasos de tosco barro.
Allí estaba el coche, el coche de la hacienda, un viejo carruaje de trompa, que inclinaba su techo lustroso como un lomo de barata, los arneses colgaban de algunos ganchos en la pared enlucida, y en todos los rincones se amontonaban chuzos de varios tamaños, palas, azadones, arados, cultivadoras y echonas gastadas y mohosas.
Un sistema de distracción encontró, a fuerza de aburrirse, Centeno, y era observar los distintos ruidos que hacían las puertas mohosas de la casa cuando las abría y cerraba la cocinera, la cual andaba trasteando, hasta más de las diez, de la cocina a la despensa y de la despensa al comedor.
-Abierto está, entre la justicia cuando quiera -respondió el pastelero, y entonces el escribano entró, seguido de dos alguaciles y cuatro robustos mozos armados con alabardas, mohosas, sí, mas de un tamaño respetable.
Entonces se asomaba al balcón y tendía la mirada colérica sobre aquel enmarañamiento de tejados sucios y azoteas mohosas, y calles estrechas que se retorcían locamente sobre la falda de la montaña.
podredumbre, vaciando en la yerba reptiles ciegos, salamandras mohosas,.
Los ojos y la frente, por pequeños y angosta, ocupaban poquísimo terreno allí, y en cuanto a los dientes, si bien eran largos, muy largos, también eran negros, muy negros, y pocos y mal distribuidos, por lo cual se desvanecían en la oscuridad del antro a cuyos bordes asomaban como las piedras mohosas en las cuevas del zorro.

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