Ejemplos con menganita

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Leyó, hacinó, confundió, fue superficial, vano, presumido, orgulloso, terco, y no dejó de tomarse más rienda de la que se le había dado. Murió, no sé a qué propósito, mi cuñado, y Augusto regresó a España con mi hermana, toda aturdida de ver lo brutos que estamos por acá todavía los que no hemos tenido como ella la dicha de emigrar, y trayéndonos entre otras cosas noticias ciertas de cómo no había Dios, porque eso se sabe en Francia de muy buena tinta. Por supuesto que no tenía el muchacho quince años y ya galleaba en las sociedades, y citaba, y se metía en cuestiones, y era hablador y raciocinador como todo muchacho bien educado, y fue el caso que oía hablar todos los días de aventuras escandalosas, y de los amores de Fulanito con la Menganita, y le pareció en resumidas cuentas cosa precisa para hombrear enamorarse.
-¡Vaya! Y lo que pasa: ésas viéen aquí y empiezan a quemarse las pestañas y a gastarse las yemas de los deos pa jacerle a Fulanita, que es un pendón, un vestío de fulá, y a Menganita, que es pendón y medio, otro de muaré, y, naturalmente, si la que está cosiendo tiée mejor perfil y tiée mejores jechuras que el ama del vestío, pos empieza a platicar sola, y en cuantito un litri le dice: «Yo tengo pa ti solita un carricoche de plata», ya está la que sea diciéndole con los ojos al litri: «Y yo tengo pa ti lo que tú quieras, salero».
¡Qué guapa está Menganita! ¡Perenganita estrena un fourreau de gasa de oro! ¡Zutanita trae su collar falso, sus perlas de cera legítima! Yo, casi ni las miro.
¡Y cuántas de ellas vi! Parecía que el diablo se empeñaba en ponérmelas delante y que se había encarnado en mi tía, porque, como si no me acompañara para otra cosa, no cesaba de apuntármelas con el dedo, ni de exclamar: «¡Mira Fulano!» «¡Mira Menganita!.
No existían aún en España las academias y los profesores de ''bombo'', ni ''La Correspondencia'' anunciaba la salida de Madrid de don Fulanito y doña Menganita, ni nos habían hecho cardenales, tratándonos de ''Eminencias'', a los que por algo comenzábamos a distinguirnos los que aún no se distinguían por su profesión de ''bombistas'', ni habíanse aún establecido las sociedades y comisiones de aplausos mutuos que anuncien, calificándolo de acontecimiento, la partida, la llegada o el resfriado de cualquier medianía o nulidad, a quien cuatro amigos, si no ella misma, dan importancia mientras se lee el número en que se da o se la da bombo: así que pude yo pasearme por Sevilla con Allo y Jústiz, sin riesgo de hacerme enemigos todos los liceos, ateneos y teatros caseros, cuyas invitaciones rehusara, y cuya sanción necesita hoy todo hombre notable para pasar por donde pasa, como moneda resellada, en cada provincia.

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