Ejemplos con mengano

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Otras variaciones serían Juana Pérez, Pedro Pérez, Juan González, Fulano, Mengano, Zutano, Perengano, etc.
Tal como se pueden nombrar a personas desconocidas como fulano, mengano, perengano o zutano, en la informática también existe una familia de palabras como foo, bar y foobar.
Algunos tamborileros construían y decoraban su tamboril, incluyendo en la baqueta con que lo golpeaban o en el cilindro expresiones talladas o pintadas del tipo Viva mi dueño, Me hizo Fulano de Tal o Es de Mengano.
Trabajó, entre otros medios, en La Razón , El Cronista Comercial y la revista Mengano.
Lo primero que le preguntaban a don Mateo en las casas cuando iba a suplicar que se abonasen, era:¿Se han abonado Fulano, Mengano y Zutano?Si contestaba afirmativamente, ya se sabía lo que le decían:Pues no cuente usted con nosotros.
Podían estar allí Fulano o Mengano, con los cuales, el buen papá, no quería compartir ni la atmósfera.
¿Que don Fulano o don Mengano, personaje o fantasmón influyente, que la Zutanita o la Perenzejita, damas, o menos que damas, querindangas tal vez de cualquier cacicón, tienen algún enemigo a quien desean apabullar con razón o sin ella? Pues aquí está la Ley de vagos para socorrer a los bien aventurados que tienen hambre y sed de venganza.
El uno venía de Alemania, la otra de Suiza, fulana de París, mengano de los Pirineos.
Quién rompía lo peligroso, quién apartaba lo útil: esto se destinaba a la familia, aquello a la sola, a la triste, a la desconsolada amante, el dinero se dió a la Parroquia para el Entierro, y se convirtió al día siguiente en pan, legumbres y chocolate, la ropa fué a la aldea en busca del hermano menor, a quien con el tiempo le valió una conquista, tal pariente deseó un libro, tal amigo una , fulano la petaca, mengano la pluma y el sello.
Y tan allá fue en lo de sostener que el teatro de Fulano era ñoño, y el de Zutano inverosímil, y el de Mengano inocente, que al fin juzgó que yo era tibio, y luchaba por su cuenta en los pasillos.
¿Quién no comprenderá que don Benjamín, el segundo día, teniendo la majada bien encerrada, aburrido de quedarse en la inacción, inquieto de la suerte que habían podido correr sus caballos, sus yeguas y sus vaquitas, se dispusiera a desafiar la intemperie para ir siquiera hasta la esquina, a saber algo, recoger datos, oír hablar de lo sucedido a éste, o aquél, a Fulano y a Mengano?.
¡A casa de Fulano! ¡A casa de Mengano.
No será dueño de los vagones, pero lo mismo que en un momento, los consigue en cantidad para el agente de carga don Fulano, lo mismo, don Zutano simple estanciero, y don Mengano, agricultor, tendrán siempre que esperar unos cuantos días para poder cargar la mitad de su lana o de su trigo: y ese poder oculto obliga a los más resabiados a caminar derecho, y a pagar, calladitos, a don Fulano, agente de cargas, una pequeña comisión.
Algunos no dejan de darse cierto aire de conquistadores que no quieren la cosa, tomando actitudes de benévola superioridad, que, en otros tiempos, hubieran sentado bien al mismo Colón, cuando oyen susurrar: «Este es Fulano de Nahuel-Huapí, de Santa Cruz, o Mengano, de Puerto Deseado».
zutano, robó a mengano, hirió a perencejo? Eso, como dice Juanchito Vega,.
Y todos los días, era la misma pelea con su mujer, ella apurando, nombrando a Fulano, a Zutano y a Mengano como candidatos aceptables, y don Anacleto desechándolos.
Por ejemplo: que las cartas sin valor que recibe y le hacen perder las bazas, son del palo de oros cuando da Fulano, o del de copas cuando da Mengano, que siempre que éste enciende un cigarro o el otro enreda con las fichas, le ganan a él un resto, o le dan codillo, o le acusan las cuarenta, que cada vez que Zutano se sonríe mirándole, le sacan uno a uno, y arrastrados ignominiosamente, los pocos triunfos que había podido adquirir.
Y por la boca de mengano entraba el grano color de oro o la gota de agua diamantina.
Y sin ir más lejos, citaba a la de Fulano y a la de Mengano, que se habían descolgado con una criatura después de años y años de esterilidad, en rigor aparente.

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