Ejemplos con melancólico

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Su obra de juventud muestra bien claramente el tesoro de ternura que encerraba su alma enferma de ansia de amor no satisfecha, de melancólico disgusto por todo lo que es bajo en la vida.
No son estos amores desdichados, no, lo que me trae mustio, melancólico y descontento.
Preguntábame, en la soledad de mi conciencia, ¿son éstas malicias de Satanás, que me inducen a imaginaciones impías? ¿O son, por el contrario, insinuaciones divinas con que se me hace patente que debo servir al Señor antes como buen casado que como sacerdote melancólico? Consulté con el confesor, el cual respondió afirmativamente a la primera pregunta, eran malicias de Satanás, que yo vencería sin esfuerzo.
Le encontró al fin, y le reconoció al momento, cuando llegó a sus oídos el eco profundo y melancólico de y de , o cuando vió desplegarse a sus ojos, en minucioso lienzo holandés o flamenco, avivado por toques de vigor castellano, el panorama de o de , el nocturno solaz de la al amor de los tizones, o el viaje electoral de don Simón de los Peñascales por la tremenda hoz de Potes.
Sentíase Artegui tan dueño de la hora, del instante presente, que, desdeñoso y melancólico, contemplaba a Lucía como el viajero a la flor de la cual aparta su pie.
Pero los siguientes, por su carácter melancólico, me agradaron mucho:.
Y si bien es verdad que el cantor de Ilión, en sus sonoros versos, abrió el primero el templo de las musas, y celebró el heroísmo de los hombres y la sabiduría de los inmortales, que el cisne de Mantua consalzó la piedad del que libró a los dioses del incendio de su patria y renunció a las delicias de VENUS, por seguir tu voluntad, tú, el más grande de los dioses todos, y que los más delicados sentimientos brotaron de su lira, y su melancólico estro transporta a la mente a otras regiones, también no es menos cierto que ni uno ni otro mejoró las costumbres de su siglo, cual hizo CERVANTES.
Algunas tardes oíase un melancólico son de esquilas, y toda la escuela se agitaba de contento.
El melancólico campanilleo sonaba ahora junto a él, y empezaron a pasar por el camino bultos informes que su vista turbia por las lágrimas no acertaba a definir.
Hombre de los que no se usan, pajarraco exótico y raro, para los volterianos del lugar, no hubiera sido difícil que alguien le supusiese conspirando en favor del restablecimiento de la Inquisición y hasta comiéndose los niños crudos, pero a nadie le cabía en la cabeza que pudiese ser galanteador y tener buenas fortunas un señor tan pálido, enclenque, melancólico y asendereado.
Mi padre se vino aquí humillado y melancólico, y a poco murió.
En la venta del burdo género están las patatas y el pan para todo el año, y soñando con la inmensa felicidad de volver a casa con una docena de duros, zapatos para las hijas y un refajo para la mujer, pasean tristes y resignados por entre el gentío, lanzando a cada minuto su grito melancólico como una queja: ¡Medias y calcetines! ¡el mediero!.
En una puerta susurraba la guitarra con melancólico rasgueo, contestándole desde otra el acordeón con su chillido estridente y gangoso.
Por el camino hablaba el viejo de su situación con tono melancólico, pero sus quejas eran vagas.
La multitud agolpábase ante los altares para oír mejor a los actores, granujillas del barrio, roncos de tanto vocear los versos, orondos en sus trajes de ropería, orgullosos de lucir el bonete con pluma y tirar de la espada cuando lo requería el , y era de ver la atención con que escuchaba la predicación de San Vicente, representado siempre por un muchacho paliducho, pedante y melancólico, y las carcajadas con que celebraba las majaderías del motilón, personaje bufo que pasaba el tiempo tragando pan, sorbiendo rapé, sonándose las narices en un pañuelo como una sábana y agujereado como una criba, y diciendo estupideces subidas de color, todo para mayor edificación de los devotos del santo.
Estaba decidido: abominaría del mundo y sus vanas pompas , se retiraría a un desierto, sería fraile, pero no como aquellos barbudos, malolientes y zarrapastrosos que iban por las calles, alforjas al cuello, sino con arreglo a figurín: frailecillo blanco y melancólico, vestido con franela fina, la cruz roja al pecho y los ojos en alto, como si el lamento tierno, interminable, de las almas heridas: una fiel imitación de Gayarre en el último acto de.
¡La muerte!pensaba yo, mientras Mauricio silbaba entre dientes un canto melancólico.
¿A qué ese rostro abatido y melancólico? Papá nos ha dicho que ha sufrido usted mucho.
Muy parlachín y comunicativo hasta los diez años, volvíme después huraño, reservadísimo y melancólico.
Pero tengo ratos de alegría, muy dulces, cuando pienso en que me quieres mucho, mucho, y en que estarás taciturno, cabizbajo, melancólico y apesadumbrado por mi separación.
No era mi amor aquel amor de niño, tímido, vago, ensoñador, que me inspiró Matilde, cariño melancólico, nacido en un juego, alimentado por las predilecciones de una chiquilla graciosa y admirada, y breve y fugitivo en sus anhelos, dulce amor que dulcificó la vida del pobre estudiante, pálido fulgor de la aurora juvenil que inundó de reflejos primaverales los claustros solitarios de un colegio sombrío, amor que no conseguí arrancar de mi alma en muchos años, que aun suele estremecer mi corazón, porque ni atrevidos devaneos, lograron aniquilarle en mí.
La luz de la lámpara daba de lleno en el rostro de la doncella, en aquel rostro pálido y melancólico, doblemente interesante bajo los negros cabellos.
Manos habilísimas tocaban en él una redoma muy aplaudida, La caída de las hojas , música soñadora y lánguida que delataba un ejecutante melancólico.
En el cuadrante un clérigo melancólico, pensativo, fumando, como un árabe delante de su tienda, en el corredor baja de las Casas Municipales un policía haraposo, con el fusil al hombro, paseándose, y allá por la Calle Real, centro del miserable comercio villaverdino, una recua, un pordiosero, y el doctor Sarmiento, muy de prisa, echado el sombrero hacia la nuca, figura invariable, tipo eterno del médico de las poblaciones cortas.
: vida febril, artificial, necia si quereis, pero que mata las horas, ocupa la imaginación y distrae el hambre canina del espíritu más soñador y melancólico.
Cuando esta noche, sentado en el Prado, esperaba la llegada de una brisa respirable, levanté los ojos al cielo, y, al verlo cuajado de estrellas, recordé las noches pasadas en el campo, bajo los árboles, sin otra luz que la de la luna, al lado de personas queridas, oyendo el rumor melancólico del agua y respirando un ambiente cargado de esencias de tomillo y de romero.
Hay, pues, algo de lúgubre y melancólico en estos bailes de máscaras, algo de serio y de imponente.
¿Por qué no le repite usted esta noche a mi hermana lo que le dijo la semana pasada?dijo Barbarita II al melancólico caballero.
Con un melancólico expresaba Fortunata su incredulidad.
Sucedió en este tiempo que una de las cabalgaduras en que venían los cuatro que llamaban se llegó a oler a Rocinante, que, melancólico y triste, con las orejas caídas, sostenía sin moverse a su estirado señor, y como, en fin, era de carne, aunque parecía de leño, no pudo dejar de resentirse y tornar a oler a quien le llegaba a hacer caricias, y así, no se hubo movido tanto cuanto, cuando se desviaron los juntos pies de don Quijote, y, resbalando de la silla, dieran con él en el suelo, a no quedar colgado del brazo: cosa que le causó tanto dolor que creyó o que la muñeca le cortaban, o que el brazo se le arrancaba, porque él quedó tan cerca del suelo que con los estremos de las puntas de los pies besaba la tierra, que era en su perjuicio, porque, como sentía lo poco que le faltaba para poner las plantas en la tierra, fatigábase y estirábase cuanto podía por alcanzar al suelo: bien así como los que están en el tormento de la garrucha, puestos a toca, no toca, que ellos mesmos son causa de acrecentar su dolor, con el ahínco que ponen en estirarse, engañados de la esperanza que se les representa, que con poco más que se estiren llegarán al suelo.

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