Ejemplos con marcharé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En findijo Lucía alzando el semblante donde las líneas redondeadas y fugaces de la adolescencia comenzaban a trocarse en trazos más firmes, yo marcharé si tú me lo ordenas, pero convencida de que es una mala acción abandonar así a una amiga, cuando se está muriendo.
Entonces, usted que es bueno y rebonísimo, porque si no lo fuese yo no le querría de tal modo, me va a dejar marchar y en caso contrario, me marcharé yo, aunque salte por la ventana.
Y si no me mato, me marcharé sola.
Pero cogeré mi sombrero y me marcharé de tu casa, sin que eso quiera decir que te abandone, pues lo que haré será jubilarte, señalándote media paga.
es mía, es decir, de Dios, si no, me marcharé para siempre, después de declarar francamente ante todos que no quiero vivir entre judíos.
Dígale ustedreplicó la esposa en voz más baja y expresándose con mucha dificultad, dígale usted que no he venido, porque me marcharé en cuanto sea de día.
—¡Usted se quedará con ese expósito, hijo del crímen, y yo me marcharé con mi adorada!.
Bueno, me marcharé -dijo Sola dirigiendo una mirada triste a los cuadros que ornaban las paredes-.
-Cuando me quede solo, me marcharé para no volver más.
-Señora -dije- yo me marcharé pronto.
Yo decía: Sí, Dios mío, me marcharé con él, me marcharé.
Y me marcharé con ella a Madrid, porque yo quiero ir a Madrid.
Pero mi tío vendrá por mí, y me marcharé para no volver aquí ni verles más.
-Yo hubiera vuelto de muy buen grado -respondió Martín-, y me marcharé al instante si esta visita la puede molestar a usted.
-Pues si el monstruo se aplaca con el Código -dijo Pepa con sarcasmo- le arrojaré a mi hija y me marcharé a vivir contigo.
Me marcharé sin preguntarte siquiera cuándo nos volveremos a ver.
-¡Marcharme! Sí, me marcharé.
-Y sí, señor, que me marcharé, y si la autoridad fuese en todo como en lo que yo me sé, si el Estado tuviese sus representantes en todas partes, esto no pasaría, no, señor, esto es desmoralizar al pueblo, al pobre pueblo, que no puede permitirse el lujo.
Al oír estas palabras del califa disfrazado de mercader, Abul-Hassán contestó sin turbarse ni manifestar el menor asombro: ¡Por Alah, ¡oh mi señor! que mis ojos están pagados ya con verte, y tus beneficios estarían de más! ¡Te doy las gracias, pues, por tu buena voluntad para conmigo, pero, como no tengo ningún deseo que satisfacer ni ninguna ambición que realizar, me noto muy perplejo al responderte! ¡Porque me basta con mi suerte, y no deseo más que vivir como vivo, sin tener necesidad de nadie nunca! Pero el califa insistió: ¡Por Alah sobre ti, ¡oh mi señor! no rechaces mi oferta, y deja a tu alma expresar un deseo, a fin de que yo lo satisfaga! ¡De no ser así, me marcharé de aquí con el corazón muy torturado y muy humillado! ¡Porque más pesa un beneficio recibido que una mala acción, y el hombre bien nacido debe siempre devolver duplicado el bien que se le hace! ¡Así, pues, habla y no temas molestarme!.
Ella dijo: ¡No! ¡por la tumba de tu padre, que no he de permanecer aquí mientras esté ese hereje! ¡Y cuando se marche, fregaré las baldosas de la habitación, y quemaré incienso, y ni siquiera te tocaré a ti durante un mes entero, pues temo que pudiera mancharme con tu contacto! Luego añadió: ¡Sin embargo, puesto que ya está en nuestra casa y guardamos el oro que nos ha dado, voy a prepararos de comer, y después me marcharé a casa de los vecinos! Y en tanto que Hassán iba en busca del persa, ella extendió el mantel, y tras de hacer muchas compras, puso en la bandejas pollos asados y cohombros y diez clases de pasteles y confituras, y apresuróse a refugiarse en casa de los vecinos.
¡Por el momento no puedo hacer nada mejor que volver a subir a la terraza de donde he bajado, y pasar la noche junto a mi caballo, y mañana a los primeros resplandores del día, montaré de nuevo en mi caballo y me marcharé! Y cuando ya iba a poner en práctica este proyecto, advirtió una claridad en el interior del palacio, y avanzó por aquel lado para saber de qué provenía.
¿Que vienen, que invaden el país? ¡Pobres hermanos nuestros en esclavitud! Vienen espoleados por el terror, y aterrado marcharé yo contra ellos».
—¡Ea!, no me contradigáis, porque me marcharé de vuestra casa.
-Precisamente por eso no me marcharé - dijo D'Artagnan.
Añade que no marcharé solo, porque la señora de Álzaga habrá de acompañarme.
-En ese caso -dijo Nisco algo atarugado y después de hacer una exagerada reverencia-, me marcharé.
Y si quieres aceptar, marcharé en busca del sultán y le diré que eres un sobrino mío, recién llegado de Egipto, y que has venido a Bassra expresamente para pretender a mi hija en matrimonio.
¡Mañana me marcharé! ¡Tú ya estás buena!.
-Me marcharé.

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