Ejemplos con marché

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Contiene también el barrio de Goutte d'Or, habitado en gran parte por inmigrantes africanos y conocido por su mercado, el Marché Barbès, donde se puede encontrar multitud de productos procedentes de ese continente y la zona de Pigalle.
Me marché a Cottingley de nuevo, llevando conmigo dos cámaras y placas desde Londres, y me reuní con la familia y les expliqué a las chicas el mecanismo simple de las cámaras, dándole una a cada una.
¿Me marché por mí mismo o tuvieron que echarme?.
Salí del colmado, fuí a un café de la calle Ancha, tomé unas copas de licor y me marché de allí dispuesto a todo.
La domé, la convencí, jurando y perjurando que la vino a pedirme socorro y que sólo fui con ella hasta doblar la esquina de la calle de las Huertas, desde donde marché al Ministerio de la Guerra.
esa criaturay extendió el brazo hacia donde estaba el niñoesa criatura me tiene loco Cuando yo me marché de Santurroriaga, porque, la verdad, ¿al cabo de cuánto tiempo te casaste? Aun suponiendo que hallases un hombre tonto o poco escrupuloso, en fin, uno que pasara por todo, ¿no tenía yo algún derecho a saber la resolución que ibas a tomar?.
¿Por qué me dijo tal o cual cosa? ¿Qué querría expresar con aquella reticencia? Y aquella carcajadita, ¿qué significaba? Ayer, cuando me abrió la puerta, no me dijo nada Pero cuando me marché díjome que me abrigara bien.
Después que nos batimos a satisfacción, y cuando se despejaron un tanto las densas nubes que oscurecían y turbaban su entendimiento, me marché a la Isla, a donde me acompañó deseoso, según dijo, de visitar nuestro campamento.
Cuando me marché, el diplomático continuaba calentando los cascos al buen D.
Al fin me marché, no sólo porque tenía sueño, sino porque cuanto había visto y oído me repugnaba con exceso.
Esto despertó mi curiosidad y marché hacia allí, pero no había dado dos pasos, cuando me detuve asombrado y estremecido, porque en el fondo de la plazuela, y en el ángulo que esta formaba con una calle, vi una mano que me hacía señas, sí, una mano blanca que me llamaba.
Unos amigos de la calle de Mesón de Paredes me entretuvieron, haciéndome beber algunas copas, porque tienen bautizo, y después marché a casa de la escofietera de doña Bárbara Moreno para decirle el corte que debe darle al tocado que lo está haciendo para el día de la boda de su hermana.
-Lo hicimos en casa algunas veces para hacerlo después en la plaza, pero me daba mucho miedo, y aquella tarde, antes de la función, me marché por el camino.
Marché, ¿qué digo? partí como una saeta para el portal del Rosario y me entré de rondón en el baratillo de don José a pesar que el mozo de las vidrieras, en el portal, lo mismo que los otros dos detrás de los mostradores dentro, creyendo que iba a comprarles la tienda en peso, me tira éste del brazo, aquél de la chaqueta Vd.
También yo marché, pero como tenía más edad que Fernando, y acababa de casarme, me destinaron a las costas.
Cuando hube oído aquellas palabras, sentí que en el hígado me estallaba la vejiga de la hiel a causa de la pena, salí de allí loco de terror y marché a mi casa, temiendo ya que hubiese muerto mi esposa durante mi ausencia y que se me obligase a sufrir el horroroso suplicio que acababa de presenciar.
por obediencia al rey, y marché para Albania.
-La duquesita estaba en su palco: ¡más coqueta! Me marché al casino a ver los periódicos franceses.
Llegada la noche en que debía obedecer la orden de prender a Yahvé, marché con todos mis discípulos en rigurosa formación militar, echándole vivas a Yahvé, y lo rodeamos y prendimos por sorpresa.
Marché a Córcega.
»Y antes de que hubiese vuelto de su sorpresa, abrí la puerta y me marché.
-Determiné marchar, y marché al instante, llevando conmigo el principio de mi grande obra sobre Italia, pero hacía mucho tiempo que la policía imperial no me perdía de vista.
Aguardé, pues, que se alejase la princesa, me despedí del jeique, y marché en busca de los mercaderes de la caravana, diciendo para mí: ¡Oh Aziz! ¿Qué han hecho de ti, Aziz? ¡Un vientre liso que ya no puede domar a las enamoradas! ¡Vuelve junto a tu pobre madre, y allí podrás morir en paz, en la casa vacía y sin dueño! ¡Porque la vida ya no tiene ningún objeto para ti! Y a pesar de los trabajos que había pasado para llegar a aquel reino, fue tal mi desesperación que no quise poner en práctica las palabras de Aziza, aunque me había asegurado formalmente que la princesa Donia sería la causa de mi felicidad.
Y yo me marché también, envolviéndome el brazo con un pañuelo y tapándolo con la manga del ropón.
Entonces me despedí del mercader y me marché, para volver al Khan Serur, donde me alojaba.
Y en seguida reuní a los pregoneros y corredores y marché con ellos al Khan Serur y les di todas las mercaderías, que llevaron a la kaisariat.
Y al otro día me marché sin despedirme de nadie.
llamado, marché al socorro de los estancieros de los.
En seguida marché, me acompañaban Ramón y cincuenta de los suyos al son de cornetas.
Y recogí mi cartera de dibujo, guardé mis lápices y me marché tan satisfecho.

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