Ejemplos con malísima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Este fuerte tiene un foso sin contraescarpa revestida y únicamente lo está una porción que corresponde a la puerta principal que tiene puente levadizo y está cubierta por un pequeño tambor, en el frente que mira al río está la puerta del socorro, los muelles de dicho frente están en muy mal estado, especialmente a la entrada por ser la piedra tosca de malísima calidad.
A los ocho años de estéril matrimonio naciole una niña grande y hermosa, suceso que le alborozó como alborozaría a un monarca el natalicio de una princesa heredera, más la recia madre leonesa no pudo soportar la crisis de su fecundidad tardía, y enferma siempre, arrastró algunos meses la vida, hasta soltarla de malísima gana.
Sólo después de larga discusión y quedando en que, si Gonzalo sucumbía o salía herido, él retaría al Duque, se dejó persuadir de malísima gana.
Esta era la hora de pedirle favores, seguro de alcanzarlos, y esta era la hora también en que Villamelón, arrastrado por un resabio de educación malísima que jamás pudieron quitarle ni su santa madre, ni su dulce esposa, hacía bolitas de miga de pan con la punta de los dedos y las disparaba a las narices de los comensales, con muestras del más cariñoso agasajo y el más tierno regocijo.
Y se puso a cantar con malísima voz y detestable oído el.
¡Chisme, chisme, y de malísima intención, María! ¿Si lo sabré yo, caramba? Sino que de todas las cosas no se ha de dar un cuarto al pregonero Tú eres mi amiga y te lo digo en secreto: Jacobo ha ido a negocios del partido y estará de vuelta muy pronto ¡Ya ves cómo se escribe la historia!.
Apretando los puños de rabia y de despecho, entró la dama en su berlina y dio orden al cochero de ir a casa del general Belluga Aquella taimada risita del jockey, aquel barullo inverosímil que le impedía ver si su amo acompañaba a unas damas, dábanle malísima espina y preciso era que ella apurase la verdad por sí misma.
Aquello produjo a Pepe malísima impresión, pero aún le desagradó más ver demostrada la intervención del cura.
El hidalgo se trasladó a vivir, mejor dicho a rabiar, en la villita, otorgó testamento legando a tres hijos que tenía sus bienes y caudal, sin dejar al sobrino don Pedro ni el reloj en memoria, y habiéndosele subido la gota al corazón, entregó su alma a Dios de malísima gana, con lo cual hallóse el último de los Moscosos dueño de sí por completo.
Habían dejado los franceses en Montoro un destacamento de setenta hombres, para custodiar un molino donde fabricaban con dificultad harina malísima.
Me pasé la prima rezándole a la Virgen, pero desde por la mañana me siento malísima.
Pero de ningun modo permanecerà fondeado en Punta Rubia mas tiempo que hasta que la marea empieze a crecer porque, ademas de la mucha corriente, es malísima la tenazon, y mucho fondo, por lo que debe hacerse a la vela antes que la marea tome mucha fuerza, que de lo contrario le costará mucho trabajo.
Quiere decir: Toda hartazga es mala, pero la de las perdices, malísima.
En una dellas estaba pintada de malísima mano el robo de Elena, cuando el atrevido huésped se la llevó a Menalao, y en otra estaba la historia de Dido y de Eneas, ella sobre una alta torre, como que hacía señas con una media sábana al fugitivo huésped, que por el mar, sobre una fragata o bergantín, se iba huyendo.
-La comida es igual a la de todas las cárceles, quiero decir, malísima -respondió el abate- la habitación ya lo veis, húmeda e insalubre, aunque muy buena para calabozo.
La noche fue malísima, y los ratos de insomnio me atormentaban menos que los breves letargos con angustiosa opresión y terrores.
te pones malísima, pierdes la salud, y hasta podría ser que se te malograra el fruto.
La señora Sarmiento de Silva estuvo en efecto malísima, algunas noches Domiciana dormía en Palacio, y tanto se había remontado en su orgullo la misteriosa hija de D.
Bajada de aquel lugar eminente, y después de ponerse a orar nos contaba que, arrebatada por el Demonio en una nube densa, fue conducida al camino de Aranjuez, y del camino al Palacio del Real Sitio, donde había visto con sus propios ojos a la Reina María Cristina en tal descompostura de ademanes, que con ella bastaba para tenerla por malísima mujer.
Llegó a entenderlo reservadamente y vivía con recelo, por lo que en todos los negocios públicos promovió los intereses de los Lacedemonios, pero huyó de caer en sus manos, y habiéndose entregado por su seguridad a Tisafernes, sátrapa del rey, al punto fue para con él la persona primera y de mayor poder, porque aquella suma destreza suya en plegarse y acomodarse aun al bárbaro, que no era hombre sencillo sino perverso y de malísima inclinación, le causó gran maravilla, y a sus gracias en los entretenimientos cotidianos y en el trato familiar no había costumbres que resistiesen ni genio que no se dejase conquistar, tanto, que aun los que le temían o tenían envidia en tratarle y conversar con él experimentaban placer.
Las feas le hacían malísima cara, y las viejas le paraban arrugado ceño.
Muy de mañana corre por la casa un mal humor terrible, N ha pasado malísima noche, M se ha levantado indispuesto, y todos son más agrios que zumo de fruta verde.
Todo lo cual, según afirma el Génesis, el Supremo Hacedor vio que ''era bueno'', aunque es cosa que no me entra a mí en la cabeza, que los animales domésticos del referido hotel del Rosario hayan jamás sido cosa buena, y menos la noche en que yo estuve en él, en que juraría, a fe de cristiano, que me parecieron algo más que cosa mala, cosa malísima, tan insoportable que me creo en la obligación de preguntar:.
El señor Larra critica al Correo, luego es malísima su oda a la Exposición.
Mala, malísima, a los ojos del señor Carnerero, y Dios nos libre de que algún día les llegue a gustar a los Carnereros la oda, líbreme de verla alabada por ellos, por aquella regla de Iriarte:.
no quiere decir que la oda sea buena, ello es preciso defenderla de este malandrín que la pone de malísima.
Pues amigo, eso no es nada, ¿y allá cuando dice el hijo de Apolo, el señor de Carnerero, que ha tenido usted el gusto de hacerse conocer por una malísima oda a la Exposición? ¿Y qué dice usted ahora?.
empieze á crecer porque, ademas de la mucha corriente, es malísima la.
En un hombre, tan sagaz como él, tan conocedor de los indios, tan influyente entre ellos por sus servicios, sus conocimientos y su valor, aquellas palabras soltadas en mi fogón, revelaban malísima intención.
Pasé una noche malísima, ¡cuando no me despertaban los dolores, me despertaban los ratones o los murciélagos! ¡Qué haber de bichos, mi Coronel! Los ratones me comían las botas y los murciélagos me chupaban los cuajarones de sangre.

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