Ejemplos con macilenta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Entre sus obras teatrales destacan: Cancela, Doña Polisón, La honrada, María del Amor, La macilenta y La mala boda.
En tal panorama se difuminan los contornos de los objetos habituales cuando la niebla se arrastra por los tenebrosos callejones y solamente las hieráticas farolas de gas ofrecen su pálida y macilenta luz.
Ya se había aclarado toda la cara macilenta del enfermo con esta placentera memoria cuando Carmen gritó sobresaltada desde el jardín:.
Quedaba aún otro muchacho, Julio, de veinte años, también enclenque, de cara macilenta y desapacible expresión, huraño y triste, andaba siempre solo por los rincones de la casa o de la huerta, en misteriosos soliloquios que a veces tomaban la forma de quejidos lamentables.
Y él estaba como un hombre primitivo en el interior de una torre bárbara, sin otro signo de civilización que aquella luz macilenta que sólo servía para hacer más visibles las tinieblas, rodeado de un silencio trágico, como si el mundo se hubiese dormido para siempre.
Sólo unos cuantos reverberos encapuchados cortaban con su luz macilenta la obscuridad de las calles.
La luz macilenta que había podido filtrar el día a través de estos cortinajes lóbregos acababa de extinguirse con la llegada de la noche.
Le rodean hermosas mujeres, pero si siente subir a lo largo del espinazo el alegre cosquilleo de la juventud, la savia de la primavera de la vida, la predisposición genésica de una familia que sólo fue notable y alcanzó victorias en las luchas de amor, ha de permanecer frío y austero ante la mirada vigilante de su madre, que sabe que el apasionamiento carnal puede acabar rápidamente con una vida débil y macilenta.
Y como hombre que ha caído tan hondo, tan hondo que ya no puede sentir remordimientos, apartó su vista del incendio para fijarla en aquella luz macilenta, luz de cirios que arden sin brillo, como alimentados por una atmósfera en la que se percibe aún el revoloteo de la muerte.
Comenzó la misa ante la imagen de san Ignacio, del lado de allá de la reja, la de Albornoz, flaca y macilenta, paseó a poco la vista por todas partes, buscando algún sitio en que sentarse, y no hallándolo, hízolo humildemente en el suelo, sobre las frías losas, un anciano, pobre mendigo de Azpeitia, levantóse al punto del extremo de un banco y quiso cederle su puesto, mas ella, agradeciéndoselo con cariñosa sonrisa, no aceptó.
No dijo más, y se volvió hacia la pared, donde se proyectaba su sombra, a la macilenta luz del quinqué.
La regularidad y noble simetría de todas las facciones infundían amor y respeto, pero las angustias del patíbulo, los horrores de la agonía, los tormentos todos estaban marcados en aquella cara flaca y macilenta, y en aquel pecho y en aquel costado herido por la lanza.
Por un impulso irresistible, hondamente conmovida, casi sin darse cuenta, sin reflexionar y sin vacilar también, como no vacila ni reflexiona lo que se mueve impulsado por una fuerza fatal, doña Luz acercó suavemente el rostro al del Padre, y puso los labios en su frente macilenta, y luego en sus dormidos párpados, y luego en su boca, ya contraída, y los besó con devoción fervorosa, como quien besa reliquias.
Mirando los salones interminables que parecían iglesias, pensábase involuntariamente en la noche, cuando las sombras ahogaban la macilenta luz de la candileja del avaro y los pasos del viejo y su criada sonaban como en el ulterior de una cripta, en un medroso silencio interrumpido por los crujidos de la madera vieja y las veloces carreras de las ratas.
Salieron, pues, juntos, y antes de llegar a la puerta, vio el anciano que le cortaba el paso una figura macilenta y sepulcral.
Entraron en una habitación donde había una lámpara de muy débil y macilenta luz.
Era el bachiller, aunque se llamaba Sansón, no muy grande de cuerpo, aunque muy gran socarrón, de color macilenta, pero de muy buen entendimiento, tendría hasta veinte y cuatro años, carirredondo, de nariz chata y de boca grande, señales todas de ser de condición maliciosa y amigo de donaires y de burlas, como lo mostró en viendo a don Quijote, poniéndose delante dél de rodillas, diciéndole:.
Media hora después, con la faz macilenta y alargada, el ojo triste, las rodillas trémulas y la respiración anhelosa, subía el pobre hombre hacia Peleches.
Rico el marido y no pobre la mujer, cuanto los dos reúnen, y sus vidas además, dieran sin vacilaciones por devolver el color de las rosas y los bríos de la juventud a la faz macilenta y al cuerpo entumecido y descarnado de aquel ser a quien una lenta, pero invencible consunción, va acercando al borde del sepulcro.
De estas castas eran, es decir, de la crema despreocupada, del vulgo pudiente, de las humildes linfáticas y de la gente menuda, la mayor parte de las mujeres que volvían entonces, bien de la playa, bien de las ensenadas del puerto, unas de aparejo corto, con un gran lío de ropa entre brazos, y otras con los trapitos y accesorios chic, del ritual de la correspondiente jerarquía, pero todas con el cabello lacio, la cara macilenta y las faldas escurridas.
Andrea, aunque flaca y macilenta, era todavía hermosa y los empleados del juzgado, empezaron a girar a su alrededor, como caranchos sobre la osamenta, tratando de explotar su miseria y los sentimientos de madre, en beneficio de pretensiones inicuas.
No podríamos decir el tiempo que duró la noche para Milady, pero D'Artagnan creía estar a su lado hacía dos horas apenas cuando la luz apareció en las rendijas de las celosías y pronto invadió la habitación de claridad macilenta.
Milady miró a su amante en silencio: aquella luz macilenta de los primeros rayos del día daba a sus ojos claros una expresión extrañamente funesta.
Era medianoche aproximadamente, la luna, escoltada por su menguante y ensangrentada por las últimas huellas de la tormenta, se alzaba tras la pequeña aldea de Armentières, que destacaba sobre su claridad macilenta la silueta sombría de sus casas y el esqueleto de su alto campanario recortado a la luz.
las sirenas de Ulises, las mujeres aladas, ninfas tristes de voz suave, divinidades de rapina, almas de buitre en rostros de hermosura siniestra, macilenta en su plástica corrección de facciones.
Entraron en una habitación donde había una lámpara de muy débil y macilenta luz.
La diestra nervuda y velluda del patrono descargó un revés en la mejilla macilenta del aprendiz, sofocado por las lágrimas y la rebeldía de su orgullosa honradez.
¡Cuántas veces llegó a aquel gabinete con el propósito deliberado de violar al médico, excitándole con todo género de estímulos libidinosos! ¡Y cuántas veces también salía, desengañada y macilenta, arrastrando su fiebre insaciada de caricias por la vía pública llena de hombres que ignoraban las convulsiones de su carne!.
Ya la callada luna reclinaba en la tierra su macilenta frente y el primer albor del lucero matutino comenzaba a esclarecer el horizonte, cuando Vericochas, el sacerdote mas anciano del imperio, sin reprimir su llanto, alzó su quebrada voz y se dirigió a su pueblo: «Peruanos, el sublime Dios del día, exclamaba bañado en lloro, rompe las tinieblas de la noche y borda con su púrpura las montañas.
Al derramar el sol su torrente de luz, al levantar su frente la macilenta luna, el desdichado amante cercano a los muros, buscaba ansioso a su adorada, y sus lánguidos suspiros resonaban hasta en los ámbitos de la ciudad.

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