Ejemplos con llegada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Don Anselmo, yo le digo: ya la ocasión es llegada que me cumpla como amigo una promesa sagrada.
Hubiera podido ir tirando como hasta entonces, por tiempo indefinido, pero la llegada de un competidor, que Bellido le había anunciado, aceleraba el desenlace catastrófico.
A su llegada tuvo visitas sin cuento, felicitaciones sin número, y hasta serenatas, pero todo ello le supo a rejalgar, porque la quiebra que le había cogido los cuarenta mil del pico, había hecho vacilar a otras casas, con las cuales tenía también la suya no pocas relaciones, resultando de semejante complicación que se vió muy mal para llenar sus compromisos a fin de mes.
¿De veras?preguntó don Simón con ansiedad, creyendo llegada la ocasión de saber lo que deseaba acerca del joven Arturo.
Iba al Congreso en los días que precedieron a su solemne apertura, y en sus alfombrados salones y pasillos, y en cada uno de los infinitos grupos de diputados, periodistas, altos funcionarios y otras gentes de mucha nota, que se formaban aquí y allá, hablábase de todo menos de su llegada, de su caudal o de su.
había anunciado su llegada a Madrid, no solamente como diputado, sino como una de las personas más importantes y beneméritas del país, y no se había sacudido el polvo del viaje, cuando el ministro de la Gobernación, en un atento.
La ciencia apaga su lámpara en la mezquita y la sinagoga y oculta los libros en el convento cristiano, viendo que es llegada la hora de rezar más que de leer.
Gabriel explicó su llegada en la noche anterior, su permanencia ante la iglesia desde antes de amanecer, esperando el momento de ver a su hermano.
Según se amortiguaba el recuerdo de aquella desgracia, la gente parecía arrepentirse de su impulso de ternura, y se acordaba otra vez de la catástrofe del tío y la llegada de los intrusos.
Pero los del gremio no se fiaban, ningún labrador quería las tierras ni aun gratuitamente, y al fin los amos tuvieron que desistir de su empeño, dejando que se cubriesen de maleza y que la barraca se viniera abajo, mientras esperaban la llegada de un hombre de buena voluntad capaz de comprarlas o trabajarlas.
Y ayudado por su mujer y los chicos, empezó a quemar al día siguiente de su llegada toda la vegetación parásita.
Y por primera vez desde su llegada a la huerta, salió Batiste de las tierras para ir a Valencia a cargar en su carro todos los desperdicios de la ciudad que pudieran serle útiles.
Diez semanas después de su llegada, aún no había salido de sus tierras media docena de veces.
La hilandera, que en sus noches pavorosas tanto había deseado la llegada de la primavera, vio con inquietud desarrollarse los crepúsculos largos y luminosos.
Junto a la rampa de bajada estaban los animales de desecho: asnos sin orejas, de pelo sucio y asquerosas pústulas, caballos tristes, cuyo pellejo parecía agujerearse con lo anguloso de la descarnada osamenta, mulas cegatas, con cuello de cigüeña, toda la miseria del mercado, los náufragos del trabajo, que, con el cuero rayado a palos, el estómago contraído y las excoriaciones inflamadas por las moscas verdosas y panzudas, esperaban la llegada del contratista de las corridas de toros o del mendigo, que aún sabrían utilizarlos.
El cielo, impregnado aún de la débil luz del crepúsculo, tenía un tono dulce de violeta, brillaban las estrellas, y en la inmensa huerta sonaban los mil ruidos de la vida campestre antes de extinguirse con la llegada de la noche.
En las primeras semanas, Roseta veía con cierto terror la llegada del anochecer, y con él la hora de la salida.
Se felicitaban sin duda, de mi llegada.
Vamos:prosiguióos doy la mañana, a fin de que celebréis la llegada de mi discípulo muy amado.
El jurisperito, gran madrugador, había vuelto de misa y del acostumbrado paseo por la alameda de Santa Catalina, o sea el Bosque Pancracio de la Vega, y muy instalado en su poltrona aguardaba la llegada de su nuevo amanuense.
Tañido, misterioso y solemne que anuncia la llegada del día, que repetido de montaña en montaña dice a los moradores de la serranía que Villaverde ha despertado.
Pero, tía:decíale yorecuerde usted que a mi llegada, hablando de Angelina, me dijo usted: yo te diré .
Linilla sonreía alegremente, pensando en la próxima llegada de su protector, pero no podía disimular su tristeza.
¡Qué ansia! ¡Qué impaciencia! Toda la noche estuve pensando en la llegada del mozo, hasta que al fín me quedé dormida.
Este hizo en presencia de ellos grandísimos elogios de su nuevo empleado, y tal vez por eso me recibieron reservados y desdeñosos, pero al ver que se habían engañado, que me esforzaba en ser comedido y cortés, cambiáronse en grata simpatía la reserva y menosprecio manifestados a mi llegada.
Luego se habló de una compañía dramática, recién llegada, y que esa noche daría su primera función en el Teatro Pancracio de la Vega.
Era puro deseo de retardar en apariencia la llegada de la vejez, precauciones, según propia afirmación, para no parecer la abuela de sus hijas y para sentir una indefinible satisfacción cuando en la calle echaban una flor descarriada a su garbo de buena moza.
Primero, los moros, en los ruidosos con que solemnizaban sus festividades, gozaban en hacer grandes hogueras, los cristianos adoptaron después esta costumbre, como muchas otras, lentamente, el número de fue limitándose en el año, hasta quedar las de San José, que hacían los carpinteros para solemnizar la fiesta de su patrón y la llegada del buen tiempo, en el que ya no se trabaja de noche, hasta que por fin, el espíritu innovador del siglo hermoseó la , dándole un aspecto artístico, encerrando el montón de esteras y trastos viejos entre cuatro bastidores pintados y colocando encima monigotes ridículos para regocijo de la multitud.
La salida de la plaza era lenta, desmayada, contrastando con la llegada, ruidosa como una invasión.
Honda tristeza se apoderaba de mi espíritu, y lento, retrasado, perezoso, volvía yo al colegio, entregado a la subyugadora melancolía que despierta en los jóvenes el espectáculo siempre nuevo de la tarde moribunda, de la llegada de la noche.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba