Ejemplos con lindezas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De modo que, como con el cultivo de la inteligencia vienen los gustos costosos, tan naturales en los hispanoamericanos como el color sonrosado en las mejillas de una niña quinceña, como en las tierras calientes y floridas, se despierta temprano el amor, que quiere casa, y lo mejor que haya en la ebanistería para amueblarla, y la seda más joyante y la pedrería más rica para que a todos maraville y encele su dueña, como la ciudad, infecunda en nuestros países nuevos, retiene en sus redes suntuosas a los que fuera de ella no saben ganar el pan, ni en ella tienen cómo ganarlo, a pesar de sus talentos, bien así como un pasmoso cincelador de espadas de taza, que sabría poblar éstas de castellanas de larga amazona desmayadas en brazos de guerreros fuertes, y otras sutiles lindezas en plata y en oro, no halla empleo en un villorrio de gente labriega, que vive en paz, o al puñal o a los puños remite el término de sus contiendas, como con nuestras cabezas hispanoamericanas, cargadas de ideas de Europa y Norteamérica, somos en nuestros propios países a manera de frutos sin mercado, cual las excrecencias de la tierra, que le pesan y estorban, y no como su natural florecimiento, sucede que los poseedores de la inteligencia, estéril entre nosotros por su mala dirección, y necesitados para subsistir de hacerla fecunda, la dedican con exceso exclusivo a los combates políticos, cuando más nobles, produciendo así un desequilibrio entre el país escaso y su política sobrada, o, apremiados por las urgencias de la vida, sirven al gobernante fuerte que les paga y corrompe, o trabajan por volcarle cuando, molestado aquel por nuevos menesterosos, les retira la paga abundante de sus funestos servicios.
De mí decía la carta lindezas que debo agradecer, aun considerándolas dictadas de la travesura de Tarfe.
Otras mil lindezas le dijeron, y flores diversas arrojaron al paso de Su Majestad por Valencia y al entrar en Madrid, de lo que resultó un conflicto más para el Gobierno, pues no había empleos vacantes con que premiar debidamente la lealtad y el arrebato de tantos poetas.
El paso de un Gobierno a otro fue grande escándalo, dijéronse allí entrantes y salientes lindezas mil, rompió el Presidente la campanilla, las tribunas vociferaban, hasta se habló de asesinos pagados que acechaban en las puertas para quitar de en medio a los ex-Ministros impopulares, y por fin Olózaga, con ardiente y cruel palabra, marcó el divorcio entre el Regente y las más notables figuras de su partido.
La mesa en que Cristo y los apóstoles estaban sentados, era bastante capaz, y, en tan solemnes días, se cubría con preciosos manteles alemaniscos y se adornaba con mil lindezas, flores, viandas, dulces y frutas.
Un hombre que tantas lindezas sabía fabricar, no se peleaba con aquel mozo de cordel.
Muéstranse merecedores de cuantas lindezas les dice el mote, prodigan en todas partes la heráldica presea, en edificios, sellos, telones, marcas de tabacos y botellas de cerveza, repiten la empresa en inscripciones castellanas y latinas, en discursos, en documentos oficiales, en periódicos,que también tiene periódicos Villaverdey hasta en los sermones sale a relucir el famoso lema, concedido a mi querida ciudad natal por la Muy Católica Majestad del Rey Don Felipe IV.
¡Y qué trago estará pasando la otra pobre, oyendo tales lindezas!.
Comenzó el viejo por aventurarse a ir a misa, cosa que deseaba hacía mucho tiempo, para librarse de la fea nota de , , y otras lindezas que le aplicaba el vulgo, propasóse luégo a salir al campo, segun lo requeria su salud, a juicio del médico de la casa, y acabó, finalmente, por asistir a los paseos públicos y a las fiestas populares, como cualquier hijo de vecino.
Este mi amo, cuando yo hablo cosas de meollo y de sustancia suele decir que podría yo tomar un púlpito en las manos y irme por ese mundo adelante predicando lindezas, y yo digo dél que cuando comienza a enhilar sentencias y a dar consejos, no sólo puede tomar púlpito en las manos, sino dos en cada dedo, y andarse por esas plazas a ¿qué quieres boca? ¡Válate el diablo por caballero andante, que tantas cosas sabes! Yo pensaba en mi ánima que sólo podía saber aquello que tocaba a sus caballerías, pero no hay cosa donde no pique y deje de meter su cucharada.
Dígote, Sancho que si como tienes buen natural y discreción, pudieras tomar un púlpito en la mano y irte por ese mundo predicando lindezas.
Y luego, habilitado con aquella licencia, hizo mutatio caparum y puso su jumento a las mil lindezas, dejándole mejorado en tercio y quinto.
Éstas y otras lindezas del virrey que, por mujeriego, tuvo tristísimo fin a inmediaciones de la que hoy es plaza de Bolívar y antes fue de la Inquisición, las encontrará el lector en las interesantes Relaciones de Indias de nuestro amigo don Marcos Jiménez de la Espada.
Con estas lindezas de Pilita y el absoluto apartamiento de Clara de los negocios que las producían, se me ponían a mí los pelos de punta, no de ira, sino de espanto.
La ''limana musa'' doña María Manuela Carrillo y Sotomayor se dirige a la Muerte, y en un romance indigesto la dice, entre otras lindezas:.
Peregrinaron por Trujillo y Cajamarca, y soñando con que todo el monte era orégano y demás lindezas con que diz que sueñan los amantes, despertaron una mañana en la tres veces coronada ciudad de los reyes.
De modo que, como con el cultivo de la inteligencia vienen los gustos costosos, tan naturales en los hispanoamericanos como el color sonrosado en las mejillas de una niña quinceña, como en las tierras calientes y floridas, se despierta temprano el amor, que quiere casa, y lo mejor que haya en la ebanistería para amueblarla, y la seda más joyante y la pedrería más rica para que a todos maraville y encele su dueña, como la ciudad, infecunda en nuestros países nuevos, retiene en sus redes suntuosas a los que fuera de ella no saben ganar el pan, ni en ella tienen cómo ganarlo, a pesar de sus talentos, bien así como un pasmoso cincelador de espadas de taza, que sabría poblar éstas de castellanas de larga amazona desmayadas en brazos de guerreros fuertes, y otras sutiles lindezas en plata y en oro, no halla empleo en un villorrio de gente labriega, que vive en paz, o al puñal o a los puños remite el término de sus contiendas, como con nuestras cabezas hispanoamericanas, cargadas de ideas de Europa y Norteamérica, somos en nuestros propios países a manera de frutos sin mercado, cual las excrecencias de la tierra, que le pesan y estorban, y no como su natural florecimiento, sucede que los poseedores de la inteligencia, estéril entre nosotros por su mala dirección, y necesitados para subsistir de hacerla fecunda, la dedican con exceso exclusivo a los combates políticos, cuando más nobles, produciendo así un desequilibrio entre el país escaso y su política sobrada, o, apremiados por las urgencias de la vida, sirven al gobernante fuerte que les paga y corrompe, o trabajan por volcarle cuando, molestado aquel por nuevos menesterosos, les retira la paga abundante de sus funestos servicios.
Bien fingida estaba la voz del cardenal della Gamba, cierta es su lascivia que mal se contiene en público, pero aun cuando estalle a solas con su barragana, no será como tú la imitaste, sino meliflua, comedida en la apariencia, y más parecida a la del gato que a la del caballo fogoso: tus groseros instintos de histrión no pueden comprender cómo es el vicio de un príncipe de la Iglesia, superior a tus fuerzas es el remedo que emprendiste, tu lenguaje inverosímil, y así, pronto empecé a dudar que fueras quien decías, y de duda en duda llegué a conocerte, porque al decir aquellas lindezas imitadas de mis comedias, recitábaslas con la falsa entonación que en los ensayos tantas veces te he reprendido, con que ahora, purga con esta pena el delito de mal farsante, ya que no eres el Cardenal culpable, a quien desde luego perdono, y admito como partícipe en las delicias de este tálamo.
y le palpa, untándole la cara de grasa y otras lindezas.
» y otras lindezas por el estilo.
De mí decía la carta lindezas que debo agradecer, aun considerándolas dictadas de la travesura de Tarfe.
Y luego de pasarle todas estas lindezas por los morros, le pidió al General un favor.
Estamos presenciando a cada paso que los partidarios de lo que se llama una notabilidad la ensalzan con destemplados elogios, mientras sus adversarios la regalan a manos llenas los dictados de ignorante, estúpido, inhumano, sanguinario, tigre, traidor, monstruo y otras lindezas por este estilo.
-Y si todas estas lindezas las declararan en razonamientos detenidos, en consideraciones hábiles, aunque fueran de poco fuste, vaya con Dios, pero resulta que hay que deducirlas de sus parrafejos dengosos, de sus arremetidas casuales, de sus compasivas reprimendas, y toda esta metralla fofa parece, por añadidura, estar lanzada al autor de la novela, no por la importancia del libro, sino por la de los agraviados en él.
donde, en efecto, ni hay alusiones mitológicas, ni lindezas de dicción, ni endecasílabos tampoco.
Porque todavía comprendo yo que Balzac, por lucir su ingenio, se entretenga en escribir esa lindezas contra el matrimonio, pero que haya hombres que se las traguen como artículo de fe, y las acepten por regla de conducta, sacrificando a ellas hasta los impulsos de su corazón, le juro a usted que no me lo explico.
Echóse a los ojos el papel su majestad, y tuvo la satisfacción de ver en él que se le llamaba ''amolachifre, gabacho'', intruso, inexperto, gandul y otras lindezas por el estilo, y a la institución que él representaba en su trono, guillotina de los pueblos y oprobio de la Humanidad.
Poco más o menos fue la escena de Augusto con mi hermana, porque aunque no sea legítima consecuencia, también concluía que los Padres no deben tiranizar a los hijos, que los hijos no deben obedecer a los padres: insistía en que era independiente, que en cuanto a haberle criado y educado, nada le debía, pues lo había hecho por una obligación imprescindible, y a lo del ser que le había dado, menos, pues no se lo había dado por él, sino por las razones que dice nuestro Cadalso, entre otras lindezas sutilísimas de este jaez.
Un libro en folio mayor no bastaría para copiar todas las lindezas que hay escritas en los muros y asientos del palacio de la Exposición.
Es tal su patriotismo, que dará todas las lindezas del extranjero por un dedo de su país.

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