Ejemplos con lecciones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

No quiero acordarme sino de mis juegos, y de mis lecciones, de eso no, padre, porque se me va adelgazando, adelgazando el magín, y me paso horas enteras con las manos cruzadas, sentada, hecha un poste.
Y en aquella ciudad ¿quién no sabía que cuando había una libertad en peligro, un periódico en amenaza, una urna de sufragio en riesgo, los estudiantes se reunían, vestidos como para fiesta, y descubiertas las cabezas y cogidos del brazo, se iban por las calles pidiendo justicia, o daban tinta a las prensas en un sótano, e imprimían lo que no podían decir, se reunían en la antigua Alameda, cuando en las cátedras querían quebrarles los maestros el decoro, y de un tronco hacían silla para el mejor de entre ellos, que nombraban catedrático, y al amor de los árboles, por entre cuyas ramas parecía el cielo como un sutil bordado, sentado sobre los libros decía con gran entusiasmo sus lecciones, o en silencio, y desafiando la muerte, pálidos como ángeles, juntos como hermanos, entraban por la calle que iba a la casa pública en que habían de depositar sus votos, una vez que el Gobierno no quería que votaran más que sus secuaces, y fueron cayendo uno a uno, sin echarse atrás, los unos sobre los otros, atravesados pechos y cabezas por las balas, que en descargas nutridas desataban sobre ellos los soldados? Aquel día quedó en salvo por maravilla Juan Jerez, porque un tío de Pedro Real desvió el fusil de un soldado que le apuntaba.
Mas a poco de esto, hacía veinticinco años a la fecha de nuestra historia tales cosas iba viendo nuestro señor don Manuel que volvió a tomar la capa, que por inútil había colgado en el rincón más hondo del armario, y cada día se fue callando más, y escribiendo menos, y arrebujándose mejor en ella, hasta que guardó las plumas, y muy apegado ya a la clemente temperatura del país y al dulce trato de sus hijos para pensar en abandonarlo, determinó abrir escuela, si bien no introdujo en el arte de enseñar, por no ser aun este muy sabido tampoco en España, novedad alguna que acomodase mejor a la educación de los hispanoamericanos fáciles y ardientes, que los torpes métodos en uso, ello es que con su Iturzaeta y su Aritmética de Krüger y su Dibujo Lineal, y unas encendidas lecciones de Historia, de que salía bufando y escapando Felipe Segundo como comido de llamas, el señor Valle sacó una generación de discípulos, un tanto románticos y dados a lo maravilloso, pero que fueron a su tiempo mancebos de honor y enemigos tenaces de los gobiernos tiránicos.
Estos amigos eclesiásticos le proporcionaban lecciones de español entre la alta burguesía afecta a la Iglesia.
Su buen natural, rectamente encaminado en su niñez y en su adolescencia por las lecciones del aya, no la había abandonado nunca.
Por lo demás, aunque la novela no divierta, creo yo que vale algo por las muy graves y severas lecciones que contiene.
Pero es lo cierto que don Román me quiso siempre como a un hijo, que me trató con suma benevolencia, que pocas veces sintieron mis manos los golpes de su férula, y que el buen anciano, no obstante su pobreza, me dio lecciones durante dos años, sin exigir de mis tías extipendio alguno.
Tía Pepa hacía flores, cosía, y daba lecciones de lectura y de catecismo a una veintena de niños.
Sus ojos cándidos y virginales deshonráronse con una viva chispa de malicia, tras la inocencia infantil asomó la precocidad de la vida aventurera, las lecciones infames aprendidas sobre el barro de las calles, y las dos, apretando convulsivamente sus puñados de pesetas, huyeron como si las amenazase un terrible peligro.
Conque prepararse, que empiezo mis lecciones.
Protestamos contra sus lecciones admirables que no entendemos, y cuando queremos que nos obedezca, nos coge y nos estrella, como el mar estrella a los que pretenden gobernarlo.
¿Qué creías?, ¿que yo iba a sufrirte tus lecciones, y no te iba yo a dar las mías?.
¿Qué debo hacer ahora que la he recobrado? Pues ver las cosas de muy alto, y acatar los hechos, y observar las lecciones tremendas que da Dios a las criaturas Antes me las dio a mí ahora a ti.
Pero Fortunata, recordando al instante las lecciones de su amigo Feijoo, trazó la raya divisoria que este le recomendara, y vino a decir en sustancia: de aquí para allá, señora, gobierna usted, de aquí para acá, están y en ellas no tiene usted que meterse.
Todo iba bien, perfectamente bien, y ya se habría convencido la chulita del valor de sus lecciones y consejos.
Aquel ascetismo y aquel fueron nada más que obra fugaz de la tristeza, o quizás de las circunstancias, y existían en su mente como esas lecciones, pegadas con saliva, que los estudiantes aprenden en los apuros del examen.
¡Oh! Se necesitan muchas lecciones es la única manera de que usted no sea desgraciada toda la vida.
Ahora lo que yo quiero es ver qué tal andan esas lecciones Hoy no tengo tiempo de hacer preguntas, pero otro día, el jueves, veremos cómo está ese catecismo.
Toda la mañana estaban las niñas diciendo a coro sus lecciones, con un chillar cadencioso y plañidero que se oía en toda la casa.
Deseaba hablar bien y ser persona fina y decente, pero ¡cuánto más aprovechadas las lecciones si el maestro fuera otro, sin aquella destiladera de nariz, sin aquella cara deslucida y muerta, sin aquel cuerpo que no parecía de carne, sino de cordilla!.
Muchas tardes, mientras estaba en la cocina, Maximiliano estudiaba sus lecciones, tendido en el sofá de la sala.
Las lecciones que Maximiliano le daba referentes a cosas de urbanidad y a conocimientos rudimentarios de los que exige la buena educación eran tan provechosas, que le bastaban a veces indicaciones leves para asimilarse una idea o un conjunto de ideas.
Doña Lupe le ayudaba a estudiar las lecciones, animábale en sus desfallecimientos, y cuando le veía apurado y temeroso por la proximidad de los exámenes, se ponía la mantilla y se iba a hablar con los profesores.
Mientras estudió la segunda enseñanza en el colegio de Masarnau, donde estaba a media pensión, su mamá le repasaba las lecciones todas las noches, se las metía en el cerebro a puñados y a empujones, como se mete la lana en un cojín.
A cada paso se le confundía más en la cabeza toda aquella papelería trasconejada, si las obras de reparación, como poner carpetas de papel fuerte y blanco a las escrituras que se deshacían de puro viejas le eran ya fáciles, no así el conocimiento científico de los malditos papelotes, indescifrables para quien no tuviese lecciones y práctica.
¿Fue el primer despertar de ese sentimiento de honor que dicta al hombre heroicos sacrificios? ¿Fue una gota de la sangre de Moscoso, que realmente corría por sus venas y que, con la misteriosa energía de la transmisión hereditaria, le guió la voluntad como por medio de una rienda? ¿Fue temprano fruto de las lecciones de Julián y Nucha? Lo cierto es que el rapaz abrió la mano, separando mucho los dedos, y los ochavos apresados cayeron entre los restantes, con metálico retintín.
¿Está usted dando lecciones de horticultura? , que dijo el gran cantor de los trabajos del campo.
Salíamos al terrado a jugar, y le sentíamos estudiando en voz alta sus lecciones.
Pero no vayas a creer que te reprendo, ni que te doy lecciones: tú no eres niño y fácilmente comprenderás mis ideas.
Con esto, oidas sus lecciones, se volvieron a su posada.

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