Ejemplos con jornadas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Para lograr este objetivo lleva a cabo actividades de difusión cultural tales como: ciclos y conferencias, seminarios, exposiciones, ponencias en jornadas y participación en mesas redondas, cursos y congresos.
Los rojillos, de la mano del técnico mexicano, lograron salvar la categoría a falta de cuatro jornadas para el final de la temporada y se clasificaron, por tercera vez en su historia, para jugar la Copa de la UEFA.
En el mismo año, comparte jornadas literarias en Guatemala, con el poeta Jorge Carrol.
Pocos días después su cuerpo exteriorizó la fatiga de la marcha, teniendo que ser curados sus pies y los de su hija por las múltiples ampollas producto de tan largas jornadas de caminata.
Promover los medios para su exhibición, estudio, protección y divulgación, organizando y participando en cuantas reuniones, festivales y jornadas de puertas abiertas contribuyan a los fines expresados, facilitando además su conocimiento mediante una exposición estática permanente.
En tan sólo unas horas todo el sector costero de la III Región de Atacama fue copado por numerosos agentes de seguridad y grupos de militares, los que en las jornadas siguientes capturaron a más de una veintena de implicados en el caso, descubriendo de paso la mayor internación clandestina de armas en la historia de sudamérica.
Organización de las Johnny Jornadas, con todo tipo de juegos: tradicionales, rol, magia.
En otra localidad cordobesa, Lucena, se proclama el Atlético campeón con tres jornadas de adelanto.
Siete victorias seguidas llevan al CD Almería a la tercera plaza a falta de cuatro jornadas.
Desde siempre supo que hacer música, y sobre todo, música en gallego, no traía los ingresos suficientes como para mantener una familia, por lo tanto, tuvo que combinar la música con su actividad como restaurador, propietario de una discoteca y restaurante en la villa pontevedresa que trajo en él unas duras jornadas laborales.
En la Ametlla de Mar se celebra cada verano La diada de l'arrossejat, que es el acto más popular y multitudinario de los que se hacen en la Ametlla durante todo el verano por lo que se refiere a las jornadas que se dedican a la cocina tradicional.
Despachó el Padre Cardiel dos soldados al navio con un papel al Padre Superior Matias Strobl, y al capitan, dándoles relacion de todo lo hallado, y pidiéndoles hasta treinta hombres con viveres y municiones para ellos, y para los que le acompañaban, que pudiesen durar hasta cuatro jornadas adelante.
Al fin de las cuatro jornadas se desviaron de la senda a una cuesta alta, desde donde mirando con un anteojo de larga vista, descubrieron la tierra de la calidad que la demas.
Porque se hacia la cuenta, que con abalorios que llevaba, podria comprar caballos de los indios, y cautivarles voluntades, pero como no esperaba conseguir licencia para practicar esta especie, trató de volverse al puerto en otras cuatro jornadas.
sino que viven muy retirados, y discurrieron, que el sendero estrecho que siguió el Padre Cardiel cuatro jornadas es, o de los Auracanos de Chile, o de los Puelches y Peguenches, que vendrán tal cual vez por sal, de que carecerán en su país, a la laguna grande, o a las otras de la cercanía de la bahia, y que este año moriria allí algun principal de ellos, para cuyas exequias matarian dos de sus mugeres y sus caballos, para que les hiciesen compañía en la otra vida, segun cree su ceguedad, y por el mismo motivo enterrarian con él todas sus alhajuelas.
De juventud del alma, o, lo que es lo mismo, de un vivo sueño de gracia, de candor, se compone el aroma divino que flota sobre las lentas jornadas del Maestro al través de los campos de Galilea, sobre sus prédicas, que se desenvuelven ajenas a toda penitente gravedad, junto a un lago celeste, en los valles abrumados de frutos, escuchadas por las aves del cielo y los lirios de los campos con que se adornan las parábolas, propagando la alegría del reino de Dios sobre una dulce sonrisa de la Naturaleza.
La doble fila de cascos negros con penachos de humo avanzaba mansamente en las jornadas de bonanza.
Estos habían vivido en una pobreza casi salvaje sobre tierras de su propiedad que exigían varias jornadas de trote para ser recorridas.
Los pantalones de grana, los kepis rojos que había visto en las jornadas del Marne, ya no existían.
Este regreso a la patria después de muerto había durado muchos meses, yendo el buen cardenal a jornadas cortas, de iglesia en iglesia, precedido por un cuadro de Cristo, que adornaba ahora su capilla, y esparciendo sobre las multitudes arrodilladas los olores de su embalsamamiento.
Lo único que en tal punto y hora sabía era que, el mártes de aquella semana, lo habia buscado un fondista de Málaga para que condujese aquel voluminoso equipaje a la Ciudad de que va hecha referencia: que el presunto indiano, feriante, contrabandista o salteador de caminos, llevaba ya entónces seis ú ocho dias de llamar la atencion de los malagueños por su bizarro porte y raro y lujoso traje: que el magnífico potro en que ahora viajaba era muy conocido y envidiado en aquella poblacion, como de la propiedad del Marqués de ***, al cual podia muy bien habérselo comprado el forastero: que éste habia vivido allí en la mejor fonda, dándose muy buen trato, pero sin que nadie hubiese ido a visitarle: que en el libro del Establecimiento estaba inscrita su entrada bajo el nombre de , y que le decian efectivamente el amo y los mozos, por más que luégo se guiñaran, como dudando de que tal persona pudiese llamarse de un modo tan cristiano, y, en fin, que durante las tres jornadas y media que llevaban de camino, nadie habia dado muestras de conocer al misterioso jóven, el cual era por otra parte de tan pocas palabras y tan fresco y valiente para no contestar a ciertas preguntas, que el arriero no habia podido sacar de él más luz que muchos y buenos cigarros a todas horas, mucho arroz con pollos en las posadas, y muchos vasos de vino o de aguardiente en cuantas ventas o ventorrillos les salian al encuentro, cosas tanto más de agradecer, cuanto que el generoso donador no fumaba, ni bebia, ni apénas probaba bocado.
Rodrigo con el mayor esmero, no cifrado todavía en enseñarle nada literario, ni tan siquiera a leer y a escribir, de lo cual decia que siempre habria tiempo, sino en fortalecer y avalorar su ya robusta naturaleza física, sujetándolo a rudos ejercicios de agilidad y fuerza, aleccionándolo en la equitacion y en la natacion, obligándolo a andar largas jornadas en interminables cacerías y explicándole de paso los misterios de la Sierra, la botánica de los montesinos, la medicina de los cortijeros, la astronomía de los pastores, las costumbres de todos los animales, la manera de luchar con ellos y matarlos, o de cogerlos vivos y reducirlos a su obediencia, y otros muchos secretos de la vida agreste y montaraz, de donde resultaba que siempre estaban juntos padre é hijo, y que se querian y trataban, más que como lo que eran, como dos hermanos, como dos camaradas, como dos compadres.
Llegámos pues por nuestras jornadas contadas a Montilla, villa del famoso y gran cristiano marqués de Priego, señor de la casa de Aguilar y de Montilla.
Llegaron aquella noche a Antequera, y en pocos dias y grandes jornadas se pusieron donde estaba la compañía, ya acabada de hacer, y que comenzaba a marchar la vuelta de Cartagena, alojándose ella y otras cuatro por los lugares que les venian a mano.
Dejemos estas armas colgadas de algún árbol, en lugar de un ahorcado, y, ocupando yo las espaldas del rucio, levantados los pies del suelo, haremos las jornadas como vuestra merced las pidiere y midiere, que pensar que tengo de caminar a pie y hacerlas grandes es pensar en lo escusado.
Señor respondió Sancho, no es cosa tan gustosa el caminar a pie, que me mueva e incite a hacer grandes jornadas.
Fuese llegando a ellos don Quijote, no con poca pesadumbre de Sancho, que nunca fue amigo de hallarse en semejantes jornadas.
Porque, ¿qué mayor disparate puede ser en el sujeto que tratamos que salir un niño en mantillas en la primera cena del primer acto, y en la segunda salir ya hecho hombre barbado? Y ¿qué mayor que pintarnos un viejo valiente y un mozo cobarde, un lacayo rectórico, un paje consejero, un rey ganapán y una princesa fregona? ¿Qué diré, pues, de la observancia que guardan en los tiempos en que pueden o podían suceder las acciones que representan, sino que he visto comedia que la primera jornada comenzó en Europa, la segunda en Asia, la tercera se acabó en Africa, y ansí fuera de cuatro jornadas, la cuarta acababa en América, y así se hubiera hecho en todas las cuatro partes del mundo? Y si es que la imitación es lo principal que ha de tener la comedia, ¿cómo es posible que satisfaga a ningún mediano entendimiento que, fingiendo una acción que pasa en tiempo del rey Pepino y Carlomagno, el mismo que en ella hace la persona principal le atribuyan que fue el emperador Heraclio, que entró con la Cruz en Jerusalén, y el que ganó la Casa Santa, como Godofre de Bullón, habiendo infinitos años de lo uno a lo otro, y fundándose la comedia sobre cosa fingida, atribuirle verdades de historia, y mezclarle pedazos de otras sucedidas a diferentes personas y tiempos, y esto, no con trazas verisímiles, sino con patentes errores de todo punto inexcusables? Y es lo malo que hay ignorantes que digan que esto es lo perfecto, y que lo demás es buscar gullurías.
Mudé propósito, fuime con él, servíle en las jornadas que hizo, halléme en la muerte de los condes de Eguemón y de Hornos, alcancé a ser alférez de un famoso capitán de Guadalajara, llamado Diego de Urbina, y, a cabo de algún tiempo que llegué a Flandes, se tuvo nuevas de la liga que la Santidad del Papa Pío Quinto, de felice recordación, había hecho con Venecia y con España, contra el enemigo común, que es el Turco, el cual, en aquel mesmo tiempo, había ganado con su armada la famosa isla de Chipre, que estaba debajo del dominio del veneciano: y pérdida lamentable y desdichada.
Si así es dijo el cura, por la mitad de mi pueblo hemos de pasar, y de allí tomará vuestra merced la derrota de Cartagena, donde se podrá embarcar con la buena ventura, y si hay viento próspero, mar tranquilo y sin borrasca, en poco menos de nueve años se podrá estar a vista de la gran laguna Meona, digo, Meótides, que está poco más de cien jornadas más acá del reino de vuestra grandeza.

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