Ejemplos con jergones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La habitación de estos tenía una mesa, dos sillas, un banco, y en la alcoba dos buenos jergones y elementos para lavarse.
Al fondo de la casa puede verse una cama y colgadas en su interior aparecen diversas ropas, dos hechos que son indicativos de que no es una casa campesina, donde dormían en jergones sobre el suelo y no tenían más ropa que la que llevaban puesta.
Con cháchara gruesa y mugidos desfilaban los bárbaros hacia las cuadras en que tenían sus jergones.
Varios jergones de hoja de maíz cubrían el tablado: cuatro mantas cosidas unas a otras formaban la cubierta común de los ocho, y junto a la pared yacían destripadas y mustias algunas almohadas de percal rameado, brillantes por el roce mugriento de las cabezas.
Estaba acostumbrado a visitar los tabucos de los mineros: nada le extrañaba, y con agilidad de muchacho saltó encima del tablado, marchando de rodillas sobre los jergones.
En el piso alto no faltaban aposentos , algunos hasta con camas, otros bien acondicionados de mullidos jergones.
José María Arratia, que había hecho fuego sin cesar, agregado a los Cazadores Salvaguardias, fue de los primeros en traer de San Nicolás cantidad de paja en haces, otros acarreaban jergones, brea y alquitrán.
Tísicos colchones, jergones rellenos de escandalosa hoja de maíz, sillas de esparto, sartenes, calderas, platos, cestas, verdes banquillos de cama, todo se amontonaba sobre el carro, sucio, gastado, miserable, oliendo a hambre, a fuga desesperada, como si la desgracia marchase tras de la familia pisándole los talones.
Pero al acostarse volvió Ido a ser atormentado por sus temores, y no tuvo más remedio que estar toda la noche hecho un ovillo, con las manos cruzadas en la cintura, porque si en una de las revueltas que ambos daban sobre los accidentados jergones la mano de su mujer llegaba a tocar el duro, se lo quitaba, tan fijo como tres y dos son cinco.
Teníamos provisiones relativamente abundantes, dada la gran escasez de la época, y como reinaba en el ejército muy buena disposición a divertirse, allí era de ver la algazara y alegría del pueblo a media noche cuando tomamos posesión de las casas, y con las casas, de los jergones y baterías de cocina.
Muchos, arrojados sobre jergones, mostraban en su rostro las huellas de la terrible epidemia, y algún cuerpo inerte sobre el suelo tenía todas las trazas de haber exhalado el último suspiro pocos momentos antes.
En un desvencijado carro de trasportes iba tendido sobre jergones, cuya dureza con la de las piedras competía.
-Aquellas celdas en fila, con los números sobre la puerta, aquella uniformidad de camas, de colchas, de sillas y jergones, aquel hormigueo de gentes en los interminables corredores, gentes de todas edades, procedencias y cataduras, gentes que no se conocen ni se hablan, aquellos camareros brutales, impasibles, con el eterno mandil ceñido y el sucio lienzo en la mano, como verdasca de loquero o toalla de practicante, aquel gemir en un cuarto, reír en el otro y cantar en el de más allá, o hablar aquí en francés, en griego allí, y en un rincón de negocios, en otro de literatura, y de amor en el más oscuro, aquella campana que recorre patios y pasadizos, llamando a comer cosas que el huésped no ha pedido y no sabe si le gustarán, en una mesa muy larga y entre gentes que se enfilan en ella como mulos en pesebrera, y como éstos, sin chistar ni sonreír, engullen, el rechinar de las cerraduras por la noche al meterse cada cual en su madriguera, el ruido acompasado del huésped que se va, o del que llega a las dos de la mañana, como el ruido de los pasos del centinela en el patio de un presidio, o de los hombres que sacan un cadáver de la cama de un hospital para llevarle al cementerio, y, por último, el marcharse uno sin despedirse, como entró sin saludar, porque el amo es allí una entidad, como el Municipio o el Estado en los hospitales, en los manicomios y en las cárceles, detalles son, con otros muchos más, en concepto de Gedeón, tan aplicables a la fisonomía de una fonda como a las de esos lugares aborrecibles y aborrecidos.

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