Ejemplos con intimidad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Lo importante es que usted, por obra del acaso, ya se lo he dicho antes, me ha sorprendido en mi intimidad de hombre.
Cierto: faltan la intimidad de las provincias, el roce continuo, ciertas reuniones de confianza.
De aquí la intimidad que parecía haber entre él y los acompañantes de don Simón.
Por obra del acasodijo, a tiempo que comía despacio, me ha sorprendido usted en mi intimidad de hombre.
Entre el vendedor y Lucía se estableció así una intimidad de diez minutos todas las tardes, al aire libre, y más cuando él la hubo dicho que era cristiano, católico, catequizado e instruido por los franciscanos de Belén.
Ni eran estas las únicas gracias y donaires de la cantora, antes lo mejor de su repertorio, la quintaesencia de sus monerías, guardábala para la dulce intimidad de los felices mortales que a aquella Dánae de bambalinas lograban aproximarse, bien provistos de polvos de oro.
Cuando un cuarto de hora después entró el camarero con la bandeja, ardía el fuego más que nunca claro y regocijado, y las dos butacas, colocadas a ambos lados de la chimenea, y el velador cubierto de níveo mantel, convidaban a la dulce intimidad del almuerzo.
El elegante comedor de la estación de Hendaya, alhajado con el gusto y esmero especial que despliegan los franceses para obsequiar, atraer y exprimir al parroquiano, convidaba a la intimidad, con sus altos y discretos cortinajes de colores mortecinos su revestimiento de madera obscura, su enorme chimenea de bronce y mármol, su aparador espléndido, que dominaba una pareja de anchos y barrigudos tibores japoneses, rameados de plantas y aves exóticas, fulgurante de argentería Ruolz, y cargado con montones de vajillas de china opaca.
De suerte que desde su intimidad con Miranda, gozaba el señor Joaquín el hondo placer de la iniciación y miraba por cima del hombro a sus correligionarios leoneses, no admitidos en el santuario de la política reservada.
Si era dulce en su trato con todos, usaba tan estudiada cortesía, que sin que la tildasen de soberbia, evitaba la intimidad con todos, menos con cuatro sujetos.
Esta última afirmación excitó mucho la curiosidad y el interés de doña Manolita, y como la intimidad y la confianza habían llegado a su apogeo, produjeron varias confidencias y revelaciones por parte de doña Luz, en un coloquio que por su importancia merece capítulo aparte.
Sólo en la mayor intimidad, en medio de pocas almas escogidas, y de alguna que si no lo era se dejaba llevar por el entusiasmo de las otras, se desanudaba suavemente la lengua del P.
A fin de que mi limpia fama esté al abrigo de la maledicencia, me he encerrado en este lugar, me he apartado casi de todo trato humano, he huido de la juventud, mientras he sido joven, siéndolo todavía, como lo soy, no he admitido en mi intimidad sino a viejos de sesenta años como tu padre, el cura y don Acisclo, y nada de esto me ha valido.
Por todo lo expuesto, nadie ponía malicia, nadie comentaba de modo injurioso la intimidad y convivencia de doña Luz y del Padre, quienes, por otro lado, donde se trataban, se veían, se hablaban y aun se admiraban inocentemente, con el mayor abandono, era en el seno de la pequeña tertulia, de la cual, nada trascendía, y en la cual todo se explicaba santísimamente, o mejor dicho, no se explicaba, pues ni para D.
El número de los fervientes admiradores del padre apenas se aumentaba con alguien que no fuese de la intimidad de D.
Ganando siete reales por once horas de trabajo, era una sedienta de ideal, y acostumbrada al lenguaje de las madres sin ventura, de las mártires del amor, de todas aquellas señoras pálidas, ojerosas y vestidas de blanco que saludaba en las obras favoritas, hablaba en la intimidad con cierto sabor sentimental de novela por entregas.
Desde la noche que subió a casa de Tónica, fue estrechando su intimidad con las dos mujeres.
Desde las Pascuas que era grande la intimidad entre las dos familias, Juanito había oído hablar la noche anterior de cierto plan de esparcimiento matutino, como principio de fiesta, por ser los días de Amparito.
Por fin era su novio oficial , ya podía hablar con él a todas horas, sin miedo al ridículo de una intimidad falta de garantía.
Aventurábase ella a contarle cuanto le pasaba, y muchas cosas que a la luz del día no osara decir, decíalas en la intimidad y soledad conyugales, porque allí venían como de molde, porque allí se decían sin esfuerzo cual si se dijeran por sí solas, porque, en fin, los comentarios sobre la sucesión tenían como una base en la renovación de las probabilidades de ella.
Fortunata siguió inquiriendo con molesta curiosidad todo lo que quería saber respecto a la intimidad de los esposos, pero el otro se escurría gallardamente, dejando a salvo, hasta donde era posible en aquel criminal coloquio, la personalidad sagrada de su mujer.
Toma tetadíjole Jacinta metiéndole un dedo en la boca, y él se lo chupaba diciendo que estaba muy rica, con otras muchas tontadas, justificadas sólo por la ocasión, la noche y la dulce intimidad.

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