Ejemplos con interesaban

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Lo que más le interesaban eran las escenas en las que Don Quijote luchaba contra las injusticias sociales, porque Pasbt era de izquierdas y muy polémico.
Todos los grupos indígenas tenían como características comunes la ausencia del concepto de propiedad material, pues no se interesaban por la acumulación personal de riqueza, se agrupaban en naciones, tribus y aldeas, donde vivían en ocas, el conjunto de varias ocas formaba una aldea, y el conjunto de aldeas una nación.
A pesar de su creciente fama con el pueblo y con la familia real, a Ramón no le ofrecían muchos proyectos y los que sí les ofrecían, él los declinaba porque no les interesaban.
Les interesaban sobre todo los crímenes pasionales, que fueron recopilados en antologías por varios autores que los dotaron de un aura de nobleza y heroísmo.
Mustafá Mond les relato en ese momento que él también se sentiría muy a gusto viviendo en una isla, en su momento le habían propuesto lo mismo, pero él opto por seguir sirviendo al estado como inspector en lugar de realizar el estudio de las ciencias físicas que tanto le interesaban.
En todos los que interesaban al Reino, y especialmente en hacer leyes y establecer tributos.
Este pueblo joven crece rápidamente y requiere de áreas educativas, se logró que la escuela contara con los tres primeros años en la primaria y los niños que se interesaban por terminarla tenían que acudir a la población de Totomoxtla para concluirla.
A él le interesaban los hombres de acción, los héroes del Océano.
Le interesaban las matronas envueltas en velos de luto que hacían sonar el piano y el arpa, acompañando la danza con cánticos suspirantes.
Era argentino, y todos a coro se interesaban por la grandeza de su nación y de todas las naciones de la América del Sur, donde tenían corresponsales y empresas, exagerando su importancia como si fuesen grandes potencias, comentando con gravedad los hechos y palabras de sus personajes políticos, dando a entender que en Alemania no había quien no se preocupase de su porvenir, prediciendo a todas ellas una gloria futura, reflejo de la del Imperio, siempre que se mantuviesen bajo la influencia germánica.
Ahora sólo le interesaban los países nuevos.
Además, le interesaban muy poco las peleas de aquellos gallos ingleses.
A los viejos tertulianos les interesaban ya poquísimas cosas en el mundo.
¡Oh! se interesaban mucho por su suerte.
A Aresti sólo le interesaban los infortunios domésticos de su primo, su aislamiento moral dentro de la casa.
Al médico le interesaban más los votos que se extendían por la pared, a la altura de sus ojos, cuadritos de una pintura cándida y grosera, representando olas alborotadas, barcos próximos a zozobrar con los palos rotos, y descendiendo de entre los nubarrones sobre el casco desmantelado, un rayo semejante a una lombriz roja.
Eran personas muy buenas que se interesaban por los demás, trabajando por su felicidad.
Existía pendiente una apuesta ruidosa, en la que se interesaban todos los notables de Gallarta.
Le interesaban más los brazos de las sillas, los pasamanos de las escaleras que conducen a la sillería alta, los salientes que separan los asientos y sirven para reclinar la cabeza, cubiertos de animales y seres grotescos: perros, monos, aves, frailes y pajecillos, todos en posturas difíciles, rarísimas y obscenas.
A ella sólo le interesaban los hombres.
Lo que viene luego es la España teutónica y flamenca, convertida en una colonia de Alemania, sirviendo como un soldado mercenario bajo banderas extranjeras, arruinándose en empresas que nada le interesaban, derramando la sangre y el oro por los compromisos del llamado Sacro Imperio Romano Germánico.
Doña Luz no era una soñadora mística, distaba infinito de vivir en continuo arrobo, veía, comprendía y apreciaba cuanto ocurría en torno de ella en el mundo real, pero los lances y sucesos de Villafría la interesaban menos, aunque los veía de cerca, que los lances y sucesos que las historias y novelas relataban, que la poesía acertaba a presentarle o que ella misma fantaseaba en ocasiones.
Ocaña y Venegas me oyeron con indiferencia, casi con desprecio, pero los boticarios dieron muestras de que se interesaban por mí.
Las niñas vestidas de rosa o celeste que juegan a la rueda en el Prado y que parecen flores vivas que se han caído de los árboles, las pobrecitas que envuelven su cabeza en una toquilla agujereada, los que hacen sus primeros pinitos en la puerta de una tienda agarrándose a la pared, los que chupan el seno de sus madres mirando por el rabo del ojo a la persona que se acerca a curiosear, los pilletes que enredan en las calles o en el solar vacío arrojándose piedras y rompiéndose la ropa para desesperación de las madres, las nenas que en Carnaval se visten de chulas y se contonean con la mano clavada en la cintura, las que piden para la Cruz de Mayo, los talluditos que usan ya bastón y ganan premios en los colegios, y los que en las funciones de teatro por la tarde sueltan el grito en la escena más interesante, distrayendo a los actores y enfureciendo al público todos, en una palabra, le interesaban igualmente.

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