Ejemplos con inquietas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El reinado de Athelstan marca un hiato en las esporádicamente inquietas relaciones entre anglosajones y galeses.
Por todos los senderos se alejaban grupos multicolores: unos obscuros, sin escolta alguna, marchando lentamente, como si se arrastrasen, con la miseria de la ancianidad, otros bulliciosos, de faldas inquietas y pañuelos ondeantes, seguidos a distancia por una tropa de , que gritaban, relinchaban y corrían para advertir su presencia a las muchachas.
El cielo negro, con parpadeos de fulgor sideral, atrae las miradas inquietas.
Las grandes se estremecen de cólera, beben en los raudales que se escapan del pozo, se alejan para dar un paseo inútil por las ramas y regresan, cada vez más inquietas y agresivas.
El suelo parecía gritar, sus palabras eran las vibraciones de las inquietas banderas.
Las telas, inquietas, tenían sus bordes roídos por la humedad.
El monstruo verdoso conservaba aún el armado testuz al otro lado del Marne, pero su cola empezaba a contraer los anillos con ondulaciones inquietas.
Algunas palabras imprudentes de Chichí y las miradas inquietas de su esposa y su cuñada le hicieron sospechar que Julio había regresado de su viaje.
De no estar presente la compañera, se habrían aproximado sin esfuerzo, instintivamente, como dos curiosidades inquietas que necesitan una explicación.
Tal vez este lugar del trasatlántico ofrecía un interés dramático en noches de tempestad, cuando los hombres alimentaban las inquietas máquinas, expuestos a quemarse mientras arriba pasaban las olas sobre la cubierta, y todo el buque temblaba y se acostaba bajo los fieros golpes.
Asomando las inquietas cabezas por entre los cañares o tendidos sobre el vientre en los ribazos, le contemplaban hombres, chicuelos y hasta mujeres de las inmediatas barracas.
Cosa de nada, es cierto, pero nos tuvo muy inquietas, y de más a más el mozo no ha ido a Villaverde.
Las inquietas llamas, moviéndose de un lado para otro, agitaban como abanicos los faldones del frac, los bajos de blanca muselina y las cintas de raso de los bebés.
En torno de las sienes calvas, con la amarillez del marfil viejo, se marchitan las coronas de rosas, y en la medrosa concavidad de las órbitas vacías, en vez de las pupilas bañadas de efluvios amorosos, brilla la pálida fosforescencia de las larvas inquietas.
La línea de su perfil no era pura, ni sus ojos pardos eran muy grandes, ni su boca muy chica, pero el conjunto del rostro resultaba monísimo: las pupilas parecían estrellas adormiladas, la boca un nido de sonrisas inquietas, el mirar y el sonreír formaban juntos un mohín delicioso.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba