Ejemplos con inmortal

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sin embargo, durante este tiempo en Londres, Kieseritzky también jugó una partida amistosa contra Anderssen que ha encantado tando a generaciones de ajedrecistas que ha sido apodada como La Inmortal.
Ahora de nuevo, trescientos años después, el poeta español que sabe más de ternura, pureza y elegancia sentimental, ha pasado su mano delicada sobre el lomo peludo de la pobre bestia esclava, y a la caricia de su mano y de su mirada ha surgido Platero a la vida inmortal.
En las epístolas de San Pablo vemos, sin posible interpretación en contrario, que el apóstol se creía inmortal, que cuantos profesasen en la fe de Cristo se harían inmortales, y que el Salvador volvería a establecer el reinado de la felicidad sobre la tierra para sus fieles, lo que él llamaba la , y como lo predicaba el apóstol así lo creían los secuaces.
En obsequio a la verdad, debe decirse que algo más que esto hay en la obra del mismo Zola, aunque mucho menos rica, interesante y variada que la inmortal de Balzac.
El apóstol vió al cabo que él y todos los cristianes tenían que morirse, pero como no podía renunciar a la felicidad, decidió que no se moría sino el cuerpo, y que el espíritu, inmortal, penetraba en el reinado de Cristo, en la Gloria.
Él es el héroe epónimo en la epopeya de la especie, él es el inmortal protagonista, desde que con su presencia inspiró los débiles esfuerzos de racionalidad del hombre prehistórico, cuando por primera vez dobló la frente obscura para labrar el pedernal o dibujar una grosera imagen en los huesos de reno, desde que con sus alas avivó la hoguera sagrada que el arya primitivo, progenitor de los pueblos civilizadores, amigo de la luz, encendía en el misterio de las selvas del Ganges para forjar con su fuego divino el cetro de la majestad humana, hasta que, dentro ya de las razas superiores, se cierne deslumbrante sobre las almas que han extralimitado las cimas naturales de la humanidad, lo mismo sobre los héroes del pensamiento y del ensueño que sobre los de la acción y el sacrificio, lo mismo sobre Platón en el promontorio de Súnium, que sobre San Francisco de Asís en la soledad de Monte Albernia.
Necesario es temer, por ejemplo, que ciudades cuyo nombre fué un glorioso símbolo en América, que tuvieron a Moreno, a Rivadavia, a Sarmiento, que llevaron la iniciativa de una inmortal Revolución, ciudades que hicieron dilatarse por toda la extensión de un continente, como en el armonioso desenvolvimiento de las ondas concéntricas que levanta el golpe de la piedra sobre el agua dormida, la gloria de sus héroes y la palabra de sus tribunos, puedan determinar en Sidón, en Tiro, en Cartago.
El porvenir sintetizará ambas sugestiones del pasado en una fórmula inmortal.
Pero a la vez que manifiesta así la inmortal eficacia del esfuerzo colectivo y dignifica la participación de los colaboradores ignorados en la obra universal, la ciencia muestra cómo en la inmensa sociedad de las cosas y los seres, es una necesaria condición de todo progreso el orden jerárquico, son un principio de la vida las relaciones de dependencia y de subordinación entre los componentes individuales de aquella sociedad y entre los elementos de la organización del individuo, y es, por último, una necesidad inherente a la ley universal de , si se la relaciona con el perfeccionamiento de las sociedades humanas, la presencia, en ellas, de modelos vivos e influyentes, que las realcen por la progresiva generalización de su superioridad.
Tal es la razón por la que he querido comenzar encareciéndoos la inmortal excelencia de esa fe que, siendo en la juventud un instinto, no debe necesitar seros impuesta por ninguna enseñanza, puesto que la encontraréis indefectiblemente dejando actuar en el fondo de vuestro ser la sugestión divina de la Naturaleza.
Pienso también que el espíritu de la juventud es un terreno generoso donde la simiente de una palabra oportuna suele rendir, en corto tiempo, los frutos de una inmortal vegetación.
Veía a su hijo hermoso é inmortal como un dios.
Unas gaviotas blancas y arrulladoras como las palomas de Afrodita aleteaban sobre las caricias y los encuentros amorosos de esta parentela inmortal entregada al sereno incesto, privilegio de los dioses.
Por eso la civilización griega se había esparcido y hecho inmortal, en vez de achicarse y desaparecer sin fruto, como otras de tierras adentro.
Sonrió el cura al escuchar aquella alusión al libro inmortal que siempre será caro a los españoles y a sus descendientes, y así en buen amor y compañía continuamos nuestro camino, platicando sabrosamente.
Más a pesar de tantos sufrimientos é injusticias no ha querido devolver a sus semejantes todo el dolor que de ellos recibiera, sino por piadoso y demasiado grande para vengarse, trató de corregirles y educarles, dando a luz su obra inmortal, el DON QUIJOTE.
¡No, por mi lanza! ¡No! ¡Jamás! Mientras una gota de sangre inmortal aliente en mis venas, CERVANTES no triunfará.
Allí, en los campos de Dos Ríos, campos ya para siempre memorables, se apagó aquel astro inmenso que parecía inmortal, allí cayó peleando por la independencia de su patria, arremetiendo contra los defensores de la tiranía, la cabeza imperial descubierta y nutrida de leyendas y de asombros, con el alma en el aire, el batallador infatigable que fue para los cubanos, con sus racimos de palabras y sus manantiales de ternuras, como otra isla sonora y espiritual.
Entonces es que Martí, desmadejado el cabello, los ojos fúlgidos y relampagueantes, el pecho henchido de orgullo, enardecido, arrebatado, impaciente por el sacrificio e inquieto por la emulación, invita a la carga a su ayudante Ángel la Guardiaaquel fiero aguilucho caído en Victoria de las Tunas, aviva con las espuelas su noble bruto, y gozoso como un niño que ha crecido un palmo, y como si hubiera alcanzado a ver, reducido a la pequeñez de un montón de carne humana, todo el Gobierno de rencores, de insultos, de envidias, de mezquindades, de ambiciones, de la oligarquía esquilmadora que le vejaba su tierra, se echa sobre los rifles enemigos y cae acribillado a balazos, con la limpieza y majestad de un Dios, del brazo de la muerte que es inmortal, y coronado por la fulgente claridad del martirio y de la gloria.
Yo vengo aquí, a rendir el tributo infeliz de mis palabras, al literato insigne, al poeta sincero, al orador maravilloso, al hombre tierno y sonoro, grande y bueno, que despertó en mi alma, ya con las armonías incomparables de su joyante prosa, ya con los trinos melodiosos de sus versos, ya con el himno triunfal de su voz pitonisaria, el amor inextinguible por la Libertad y la Belleza, al hombre cuya cabeza ya está hueca, cuyos labios ya están mudos, cuya mano está ya deshecha, al apóstol y al mártir que reposa para siempre en la almohada eterna y en el inmortal silencio.
Quiere que su alma sea inmortal, y acepta las fantasías religiosas de cielos e infiernos.
Aparecía lo demás oscuro y solitario, teniendo todo ello un aspecto de inquietud, de vista panorámica, que completaba allá muy lejos, desde un cuarto piso, el sonido de un mal piano, en que unas manos aleves asesinaban la inmortal cavatina de Bellini .
Y de repente, de un tirón, con el violento esfuerzo de un hombre que arroja lejos de sí un peso que le abruma, refirió con todos sus detalles la terrible historia de la cadina Sarahí El tío Frasquito escuchaba con la boca abierta, encogiéndose, encogiéndose en la poltrona, convencido de su pequeñez, a medida que lo novelesco y lo terrible agigantaban en su imaginación la figura del héroe de aquella aventura legendaria, de que era el primer confidente y esperaba ser futuro cronista Y a la idea de ser el primero en lanzar a los cuatro vientos de la publicidad la trágica aventura, el tío Frasquito se alargaba, se alargaba en la poltrona, hasta hombrearse con el héroe como la sombra se hombrea con el cuerpo y el eco con la música, y Homero con Aquiles, y el inmortal Virgilio con el divino Eneas.
Y en aquel momento, al revolver aquella carta, después de tantos años, aquel turbio oleaje de penas abrumadoras, punzantes desdenes, ofensas terribles, negras ingratitudes, lágrimas solitarias y despreciados sacrificios, veía la infeliz levantarse en su corazón el amor a su marido, vivo siempre, fuerte, avasallador, resistiendo al olvido, al desdén, al insulto, al tiempo mismo y a la ausencia misma, viviendo sin esperanzas que le mantuvieran y le dieran savia, y por eso, inmortal como el alma.
Doña Luz y el amor de doña Luz viven vida inmortal en mi espíritu.
Su entendimiento frío, calculador, apartado de la fe, proponía cuantos argumentos, ya metafísicos, ya históricos, ya tomados de las ciencias de observación, pueden presentarse contra la revelación sobrenatural, contra la vida inmortal del espíritu y aun contra Dios mismo.
¡Y cómo se reía don Eugenio de la manía novelesca de su Melchorico, como cariñosamente le llamaba! Él, que no había consultado otro libro en su vida que un cuadernillo donde estaban comparados los pesos y medidas de Cataluña, Aragón y Castilla, miraba al principio con cierto respeto el afán de lectura del muchacho, pero después, al notar las extravagancias de su torcida imaginación, le acribilló con burlas y le colgó el apodo de Don Quijote, no porque el viejo comerciante hubiese leído la inmortal obra de Cervantes, sino por tener arriba en su comedor una litografía detestable, en la cual el hidalgo manchego, dormido y en camisa, daba de cuchilladas a pellejos de vino.
Y, una vez atento al sagrado rito, aunque nuestro filarmónico volteriano sepa también de memoria las , ¿quién os dice que, al ver al anciano sacerdote cubierto de oro y pedrería, arrodillado al pié de la Cruz, abatiendo la encanecida frente o alzando con mano trémula el Pan de la Comunión, brindis de alianza entre la eternidad y la vida, entre los cielos y la tierra, no sentirá despertarse en su corazón algo que le hable de la brevedad de la existencia, de la grandeza del universo, de la injusticia de los hombres, del porvenir de nuestra alma inmortal, de las creencias de su infancia, de la existencia de un Dios? ¿Cuál será, cuál puede ser el corazón de piedra que no tiemble, cuando tiemblan simultáneamente la piedra de aquellas bóvedas, aquel pueblo arrodillado que se golpea el pecho, aquellos millares de luces, aquel aire poblado de las religiosas armonías del órgano y del repique triunfal de las campanillas de oro, aquellas nubes de incienso, aquellas voces que cantan, y aquellas lenguas de bronce que, desde la erguida torre del templo, levantan una oración tan poderosa que detiene las nubes en su carrera?.
Me asaltan a ratos ideas dignas verdaderamente de mi alma inmortal, pero a ratos caigo también en un desfallecimiento lamentable, y pienso en los hombres débiles y menguados, cuya bajeza me ha pintado usted con vivos colores para que los aborrezca.
Y si es que el valor de vuestro fuerte brazo corresponde a la voz de vuestra inmortal fama, obligado estáis a favorecer a la sin ventura que de tan lueñes tierras viene, al olor de vuestro famoso nombre, buscándoos para remedio de sus desdichas.

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