Ejemplos con injusticia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Qué injusticia! ¿Así se pega a los hombres, sin motivo alguno, sólo por desahogar el mal humor? ¡A él, que llevaba un cuchillo en la faja y no le tenía miedo a nadie de la isla! ¡Todo porque era padre! ¡Ay! Esto de la paternidad y del respeto filial eran para el en aquellos momentos invenciones de cobardes, creadas únicamente para fastidiar y envilecer a los hombres de corazón.
¡Una injusticia, don Jaime! Gritaba paseándose por la cocina, mientras las mujeres, con los ojos llorosos y el aire encogido, parecían huir de su mirada.
Cuando fuese casada cultivaría la tierra, como las otras: su blancura de flor se marchitaría, amarilleando, sus manos se tornarían negras y escamosas, acabaría siendo igual a su madre y a todas las payesas viejas, una hembra esqueleto, retorcida y nudosa, lo mismo que un tronco de olivo Febrer entristecíase con estos pensamientos como ante una gran injusticia.
El payés sentía sublevarse su egoísmo ante esta gran injusticia.
Ella misma le consolaba, aconsejándole que no extremase sus estudios, y se revolvía contra la injusticia de los tiempos presentes.
Los descontentos sugeridos por las imperfecciones de su forma actual han llevado a menudo a la injusticia con lo que aquel régimen tiene de definitivo y de fecundo.
Ni con el mayor bienestar que con el sueldo de Sol en el colegio había entrado en la casa, se contentaba doña Andrea, y a veces se dio la gran injusticia de que aquella hermosura que ella tanto mimaba, y que desde la infancia de la niña cuidaba ella y favorecía, se la echase en cara como un pecado, que le llevó un día a prorrumpir en este curiosísimo despropósito, que a algunas personas pareció tan gracioso como cuerdo: Si Manuel viviera, tú no serías tan hermosa.
Luna se indignaba contra la injusticia social, que condena a la miseria a muchos millones de seres para la felicidad de unos miles de privilegiados.
Además, su inocencia le convertía en una víctima de la injusticia social, que odiaba cada vez más.
Es como si para remediar la injusticia social iniciase el sacrificio uno que sólo tuviese unos cuantos miles de pesetas, renunciando a ellas.
Les bastaba con saber que aquella vida de paz y de miserable sumisión en que habían estado hasta entonces no era inmutable, que ellos tenían derecho a más, y los humanos deben rebelarse ante la injusticia y la imposición.
La nocturna reunión era una queja continua contra la injusticia social.
La conmiseración por las miserias humanas, el odio a la desigualdad y la injusticia, la abnegación por los humildes y los desgraciados, eran iguales en los dos.
Yo amé a Lucy por esto, porque estaba consumida y agotada por la explotación, porque era la virgen obrera en toda su melancólica decadencia, nacida hermosa y afeada por la injusticia social.
Mi pasión es la lástima por los desheredados, el odio a la injusticia y la desigualdad.
¿Y todo por qué? Por la injusticia de los hombres, porque hay leyes para molestar a los trabajadores honrados.
Pero ¡gran cosa eran las multas para su reconcentrada cólera de hombre pacífico! Siguió protestando contra la injusticia de los hombres, contra el tribunal, que tenía por servidores a pillos y embusteros como.
Perdóname, y no pienses mal de mí, serías injusto, y la injusticia no cabe ni cabrá nunca en un corazón tan noble y tan generoso como el tuyo.
, todos saben algo, todos reconocen a alguna persona, todos representan una ingratitud, una injusticia, una decepción, una desgracia, un escándalo, una ruina!—¡Y todos dicen muy principalmente aquella gran verdad de que Madrid es una casa de huéspedes, donde no hay familia, ni hogar, ni casa, ni recuerdos, ni veneración, ni tradición, ni costumbres, ni.
Pero darle semejante nombre, hoy que su menos importante uso es el que nos sirve de pretexto para llevarlo a todas partes, recordarle su pecado original, hoy que esos mismos franceses no admiten más aristocracias que la del talento, la de la virtud y la del que ha tenido el talento y la virtud de matar muchos hombres, llamar, en fín, al pañuelo, cuando todos los idiomas se afanan de consuno en dar denominaciones figuradas y a otras cosas que se emplean en peores usos, es notoria injusticia, es atroz atentado, es horrible arbitrariedad que rechaza la hidalguía española, y que de obligación toca combatir a los descendientes del nunca bien ponderado desfacedor de agravios D.
Y, una vez atento al sagrado rito, aunque nuestro filarmónico volteriano sepa también de memoria las , ¿quién os dice que, al ver al anciano sacerdote cubierto de oro y pedrería, arrodillado al pié de la Cruz, abatiendo la encanecida frente o alzando con mano trémula el Pan de la Comunión, brindis de alianza entre la eternidad y la vida, entre los cielos y la tierra, no sentirá despertarse en su corazón algo que le hable de la brevedad de la existencia, de la grandeza del universo, de la injusticia de los hombres, del porvenir de nuestra alma inmortal, de las creencias de su infancia, de la existencia de un Dios? ¿Cuál será, cuál puede ser el corazón de piedra que no tiemble, cuando tiemblan simultáneamente la piedra de aquellas bóvedas, aquel pueblo arrodillado que se golpea el pecho, aquellos millares de luces, aquel aire poblado de las religiosas armonías del órgano y del repique triunfal de las campanillas de oro, aquellas nubes de incienso, aquellas voces que cantan, y aquellas lenguas de bronce que, desde la erguida torre del templo, levantan una oración tan poderosa que detiene las nubes en su carrera?.
Cuando alguna injusticia nos envuelve, por picardías de los hombres, lo que debemos hacer es aguantar, y cruzarnos de brazos y decir: ‘Vengan palos.
¿Pues no era esto una gran injusticia? Los agravios se le revolvían en el seno, saliéndole a los labios en esa forma descomedida y grosera de las hijas del pueblo, cuando se ponen a reñir.
¿Quién se atreve a condenar a un semejante sin oírlo? Sería una crueldad, una injusticia.
Insensible como un espartano al mal físico, Perucho sólo pensaba en la injusticia cometida con él.
En usted violencia e injusticia, en mí injusticia y violencia.
Yo me acuerdo haber tenido un amigo que en una comision criminal que tuvo dió una sentencia tan exorbitante, que escedia en muchos quilates a la culpa de los delincuentes: preguntéle que por qué habia dado aquella tan cruel sentencia y hecho tan manifiesta injusticia.
—Vivan ellos mil años, dijo el que iba a Sevilla, que son padres de los miserables y amparo de los desdichados: ¡cuántos pobretes están mascando barro, no mas de por la cólera de un juez absoluto, de un corregidor o mal informado o bien apasionado! Mas ven muchos ojos que dos: no se apodera tan presto el veneno de la injusticia de muchos corazones, como se apodera de uno solo.
Quejábase ella al cielo de la sinrazon y injusticia que la hacian, estando su marido ausente y siendo tan principal hidalgo.

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