Ejemplos con impavidez

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El que iba junto a don Marcelo le felicitó por la impavidez con que soportaba los cañonazos.
Así que soportaron con heroica impavidez, durante media hora de espera, la lluvia menuda que estaba cayendo, sin que el temor del reumatismo ni otra consideración temporal les hiciese moverse una pulgada del puesto que ocupaban.
Trató la campanilla presidencial de atajar al impío, este, con diabólica impavidez, hablaba del sentido que debemos dar a la palabra bíblica.
Al punto le dio en la nariz el tufo carlista: como hombre de corazón abierto, lo dijo claramente a los tres señores en la segunda visita que le hicieron, y como añadiese algunas palabras de asombro por la impavidez y ningún sigilo con que los tradicionalistas andariegos llevaban su negocio, replicó el teólogo: Nos acogemos a los derechos individuales que proclama la Constitución nueva: , señor don Santiago,.
Esto ya es zurrarse -gritó, poniéndose en pie con gallarda impavidez de guerrillero frente al peligro-.
Lo primero en que doña Lupe puso su atención inteligente fue en la cara del joven al dar el recado, y se pasmó de su impavidez, a pesar de que demostraba penetrar el sentido recto de la alegoría empleada por la señora de Quevedo.
Su fealdad sólo era igualada por la impavidez y el desdén compasivo con que miró a Mauricia.
Indudablemente, el jóven repasaba todas sus emociones de aquel dia: indudablemente le representaba su cerebro las provocativas alarmas del público, la calle de Santa María de la Cabeza, la inesperada aparicion de Soledad, su impavidez, su hermosura, su mirada de amor, sus copiosas y amarguísimas lágrimas, el encuentro con D.
Este se llevó una mano al corazon, como si acabase de recibir en él una puñalada, pero luégo se repuso, y exclamó valerosamente, mirando a su segundo padre con la impavidez del fanatismo:.
Algunos de sus ayudantes, mostrando una impavidez pasmosa, le insultan.
El primer impulso del tirador fue huir, más detúvole su amigo, bien porque creyera imposible la fuga, bien porque la impavidez de su alma atrevida gozase en la temerosa aproximación del peligro.
Sobre todo, el regimiento de Órdenes, uno de los más valientes del ejército, se arrojó sobre el enemigo con una impavidez que a todos nos dejó conmovidos de entusiasmo.
Soy quien soy, contestó el otro con impavidez.
Sea efecto de su carácter, del respeto con que las clases bajas miraban su noble filiación en los tiempos de los Huincas, de la generosidad con que disipaba sus ganancias y su tiempo en provecho de los placeres o de las necesidades de sus conocidos, o sea en fin el predominio natural de su alma franca y dominante, de su valor para emprender intrigas de riesgo, de su habilidad y de su impavidez para conducirlas y desatarlas, de su audacia para obrar, de su acierto para aconsejar, de su presteza para ayudar y proteger, el hecho es que esta mujer era el resorte de una gran parte del pueblo bajo de Lima, y que sus relaciones con la jente de tono, aun que misteriosa, y tal vez no muy puras, eran poderosas por la naturaleza de los hilos y de las complicaciones que la ligaban a mil familias de su influjo.
Juanny agarrado a la cuerda era un alarde más de su agilidad y de su impavidez, sólo su familia, que era toda la compañía, y él, comprendieron lo terrible de la situación: la primera la manifestó bien pronto con lágrimas de desconsuelo, y por lo que hace al segundo, según la relación que de boca del mismo oímos, conociendo mejor que nadie el espantoso peligro en que se hallaba, trató, lo primero, de llegar hasta el trapecio, pero la rapidez con que ascendía el globo le impedía adelantar un solo palmo.
Mayor impavidez y frescura hubo, a juicio de Nino, en la voz y en el acento de doña Angustias y de Petra en aquella ocasión, que en otras idénticas bien recientes y memorables para él, pero en el fondo, en la falta de interés cariñoso y de expansiva franqueza, allá se anduvieron las preguntantes en la actual y las pasadas ocasiones.
El tirano, en tanto, hizo conducir a Feras a Pelópidas, permitiendo al principio que le hablaran los que quisieran, creyendo que los trabajos le harían apacible y humillarían su ánimo, pero como Pelópidas exhortase a los Tésalos que lamentaban su suerte a que no desconfiasen, pues entonces era más cierto que el tirano tendría su merecido, y a éste mismo lo enviase a decir era cosa muy extraña que continuamente estuviese dando tormentos y la muerte a miserables ciudadanos que en nada le ofendían, y que a él le dejase, cuando debía conocer que había de ser el primero a castigarle, si tenía medio de huir, maravillado de semejante entereza e impavidez: “¿Por qué- exclamó- se empeña Pelópidas en apresurar su muerte?” Y habiéndolo éste entendido, respondió: “Para que tú perezcas más pronto y más en la ira de los Dioses”.
impavidez de los sitiados, pero ya las diestras desfallecían cansadas de matar, y las murallas de.
no se poseía el arte de tiranizar, pero sí el entusiasmo de volar con impavidez a la muerte.
Pero los castellanos eran la admiración de la Europa en el siglo XVI, su impavidez les había dado el imperio de dos mundos, Pizarro era tan arrojado como halagado de la suerte, y al rigor de sus armas matadoras cedían los numerosos ejércitos del imperio.
Los prisioneros, aunque simples soldados, tuvieron la perspicacia suficiente para valerse de pomposas y enigmáticas expresiones, que aumentaban la confusión de los peruanos, bastante fuertes no temieron las amenazas de Huascar y de los guerreros, y sostuvieron con impavidez un origen y un carácter sagrado.
Porque ciertamente hay diferencia de fortaleza a fortaleza, como de la de Alcibíades a la de Epaminondas, de prudencia a prudencia, como de la de Temístocles a la de Aristides, y de justicia a justicia, como de la de Numa a la de Agesilao, y con todo, las virtudes de estos dos grandes hombres llevan grabados hasta las últimas y más imperceptibles diferencias un mismo carácter, una misma forma y un mismo color de costumbres, como si con una misma medida se hubieran mezclado la humanidad con la entereza, la fortaleza con la precaución, la solicitud por los otros y la impavidez por sí mismo, el cuidado en evitar las cosas torpes y la firmeza en sostener la justicia: todo nivelado e igualado en ambos con tal exactitud, que se necesitaría de un ingenio muy delicado y exquisito, con el que, como con un instrumento muy fino, se investigasen y señalasen las diferencias.
La impavidez con que don Antonio le había dejado presumir que se hallaba iniciado en mucho de esto, las revelaciones de Juana, la incertidumbre de lo que Romea hubiera podido descubrir en el buque de Henderson, todo en fin contribuía a sumirlo en las más vagas tribulaciones, y al fin de muchas reflecciones concluía por convenir en que lo mejor era guardar el más estricto silencio y ver venir los sucesos para esquivar los peligros.
Don Felipe estaba trémulo de rabia al ver la impavidez con que don Antonio estaba sosteniendo la conversación sobre un tema tan vidrioso para él, pues es sabido que él había entregado al fin a Drake todos sus libros y documentos.
A ejemplo de su madre, de cuyo carácter firme y tenaz se acordó mucho en aquel trance, se tragaba en silencio toda la cicuta, manteniendo las apariencias de una impavidez decorosa ante la adversidad.
Con esto podía manejarme, pues ya he dicho que tenía prudencia, y no cometería locuras irremediables, ni siquiera peligrosas, aunque fuera capaz de despilfarrar las entradas y beneficios extraordinarios con la mayor impavidez, como lo hiciera hasta entonces.
«Esto ya es zurrarse -gritó, poniéndose en pie con gallarda impavidez de guerrillero frente al peligro-.
Me faltará ardimiento, la fiera impavidez ante el peligro.
Oyéndole contar alguna de sus aventuras, acometida con harta impavidez y cierta convicción profesional, vi reproducida en él la figura del burlador de antaño, a un tiempo heroico y cínico.
Dicho esto por Catón, en algunos había hecho su discurso el efecto de inspirarles confianza, pero en los más, olvidados, puede decirse, al ver su impavidez, su grandeza de alma y su humanidad, de los peligros de aquella situación, teniéndole a él solo por su caudillo, invicto y superior a todos los casos de la fortuna, le rogaban que dispusiera de sus personas, de sus intereses, de sus armas, como le pareciese, porque más querían morir puestos en sus manos que salvarse haciendo traición a tan encumbrada virtud.

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