Ejemplos con histérica

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y será precisamente allí donde Marina encontrará el amor de la mano de Ricardo Alarcón, un apuesto joven cuya única profesión en la vida es gastar el dinero de la familia, y quién a la vez, vive un tormentoso matrimonio con su histérica esposa Adriana.
Apenas rompe el alba cuando seres y enseres se cruzan en la ruta de la vida, trascendiendo su cotidianidad, ya sea desafiando la cacofonía histérica en los mercados de Salvatierra, Yuriria y Celaya, o encaminando su curtido talón hacia el norte.
Es una persona histérica, nerviosa y depresiva, que provoca más de una pelea entre los supervivientes.
Según la leyenda la tarántula con su mordisco provocaría la crisis histérica, cuyo único remedio sería una danza purificadora, la taranta.
Cuando los gálatas se apresuraron a cargar contra la infantería ligera, los vélites romanos, en una situación rara vez descrita, se enzarzaron en el combate cuerpo a cuerpo contra la turba histérica de gálatas armados con espadas.
En la mujer histérica suele convertirse el afán mismo de perder la inocencia en una excesiva suspicacia e injustificada precaución.
Así es la familia Peluche: Ludovico, un padre tonto, Federica, una madre histérica, Bibi, una niña rara, Junior, un niño adoptado, Ludoviquito, un niño travieso y Exelsa, una sirvienta argentina.
Y ella, a su vez, le besó a él, pero con un beso triste, ligero, desmayado, que en nada recordaba la histérica caricia del Acuario.
Asombrado escuché el admirable juicio que en cortas razones hizo de la histérica dama, y acabó de maravillarme con esta discreta síntesis: Fíjate bien, hijo mío, y verás que con el sistema puramente , y conforme al voluble proceso mental de tu amiga, gobiernan a España las manadas de hombres que alternan en las poltronas o butacas del Estado, ahora con este nombre, ahora con el otro.
Asintiendo yo a cuanto me decía, todo mi afán era que diese la orden de marcha la dulce, antojadiza y un tanto histérica señora de mis atropellados pensamientos.
Comprenderá usted mi torpeza cuando se entere de que padezco desvaríos mentales, que alteran temporalmente mi fiel apreciación de las cosas, y cuando de añadidura sepa que salí de Madrid bajo la sugestión insana de una mujer histérica, antojadiza y atrabiliaria, que me hacía ver lo blanco negro.
Una carcajada histérica y salvaje estalló del pecho de Manuel y se dilató por los silenciosos campos.
Buena mujer Carmen, sobrellevaba la carga con alegre paciencia y hacía verdaderos milagros para que lo más preciso no faltara dentro de su hogar, donde á más de Anatolio, de los hijos y de ella, comían, vestían y dormían su madre anciana y la histérica solterona.
Pero ella tenía una histérica excitación por culpa de tantas noches sin descanso y una debilidad irritable que la producía visiones, que ponía sus nervios a la merced de cualquier ruido y cualquier cosa.
»Rehíceme casi en el acto, por empeñarme en ello, antojándoseme que tenía algo de ridícula aquella crisis histérica, volví a recobrar la resolución perdida, y retirando mi mano de las de Guzmán, con el pretexto de necesitarla para enjugarme los ojos, dueña ya de mi serenidad, enterele de todo lo que ocurría.
-Eso es el alfa de la educación histérica que está usted adquiriendo -interrumpió el de los anteojos de oro, volviendo a montarlos sobre su nariz.
Toda la atracción de esta mujer histérica, casi loca, está en los ojos, ojos negros, profundos, en cuyas pupilas se reflejan con volcánicas llamaradas, extrañas e intensas pasiones, ojos trágicos, en cuya lumbre se consumió la vida del conde Bonmartini.

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