Ejemplos con historia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Y sin embargo, considerando solamente su obra pasada, nos encontraríamos ante un poeta que no tiene superior en la literatura española de hoy y que indudablemente quedará en su historia como uno de sus grandes líricos de todos los tiempos.
Ojalá vosotros, nacidos en un país que puede enorgullecerse de ser aquél en que existe más amor y respeto por los animalesindicio seguro de la más alta y extendida culturaelevéis aun más vuestro espíritu con la lectura de este librito tan puro en el que un gran poeta español, contándonos la historia de un asnillo risueño y humilde, ha vertido toda su ternura por los animales, los niños y la naturaleza.
Vais a leer la historia de estos dos personajes simpáticos, vivida por ambos y escrita por el único de ellos que sabía escribir.
Aquí y acullá, y en todas partes, la historia del siglo XIX es la historia de la clase mediaclase media más rica y culta allá, más miseranda y cerril acá, la historia de una época de libertad anárquica, la libertad de explotación, torbellino de átomos insensatos e incoherentes, época egoísta y brutal, que pensó suprimir el dolor fingiendo ignorar que lo hubiese, y alardeó de las ideas y la belleza porque las avillanó y sometió cotizable en el mercado, como cualquiera otro artículo de comercio, época, en fin, en que el negociante venció y aniquiló al filósofo y al poeta.
Aquella mancha, que parece embadurnada con hollejo de uva negra por la mano lúbrica de un sátiro en el delirio bucólico de la vendimia, sugiere una historia trágica de amor, íntima y sellada.
El cristianismo enriqueció la historia de la conciencia humana con un acto de creación: la creación del espíritu.
¿No está aquí claramente acusada la contraposición de la Iglesia primitiva, como potencia espiritual, frente al fausto de las potencias temporales y caedizas? Sin duda, debe de ser magnífico, imponente y maravilloso el aparato y circunstancias de contorno con que actualmente se canta este himno en Roma, pero, ¿qué dirían Boecio y su mujer si levantasen la cabeza? No se impaciente usted, que vuelvo en seguida a mi historia, pero estos preámbulos son esenciales.
Pero este asomo de interés se desvanecerá si dejamos truncada la historia.
Digo error, porque yo hube de comprobar la certidumbre de la historia que antes referí, hay testigos fidedignos que la acreditan.
Después, por mi cuenta, hice averiguaciones tan importantes, que la historia de Caramanzanita y la Pinta pasan a segundo término.
En aquellas comidas subrepticias y ociosas sobremesas, mi amigo don Guillén me fué contando a retazos su historia, la de Angustias Pinto y la de los padres de ella y él, Belarmino y Apolonio.
El arte, como la historia, tiene algo de concreto, limitado y relativo, lo abstracto y lo general le matan.
¿Qué le vamos a hacer? No crea usted que la historia de las demás naciones cultas en el siglo XIX es muy superior a la nuestra.
Sí, señor, sí, la historia de España del siglo XIX es una historia de casa de huéspedes.
A través de las casas de huéspedes ha pasado toda la historia de España del siglo XIX.
Lo óptimo es el Lebrato y su hijo, y y Quilino, y el médico don Elías, y el magnífico tipo del Berrugo, avaro supersticioso, que Balzac adoptaría por suyo, y la fantástica historia del descubrimiento del tesoro, que Walter Scott hubiera robado para su.
Lo más débil de es, a mi juicio, la historia de Inés, del seminarista y del indiano.
Como complemento de la historia de sus libros, reproduzco a continuación los dos artículos que escribí sobre la primera y la tercera de estas novelas al tiempo de su aparición.
Belarmino había contado a Xuana, antes de casarse, la verdadera historia, que ella admitió sin sospechas.
Mucho quería el labrador a su mujer, y hasta le perdonaba la tontería de haberle dado cuatro hijas y ningún hijo que le ayudase en sus tareas, no amaba menos a las cuatro muchachas, unos ángeles de Dios, que se pasaban el día cantando y cosiendo a la puerta de la barraca, y algunas veces se metían en los campos para descansar un poco a su pobre padre, pero la pasión suprema del tío , el amor de sus amores, eran aquellas tierras, sobre las cuales había pasado monótona y silenciosa la historia de su familia.
Era la historia de unos campos forzosamente yermos, que vi muchas veces, siendo niño, en los alrededores de Valencia, por la parte del Cementerio: campos utilizados hace años como solares por la expansión urbana, el relato de una lucha entre labriegos y propietarios, que tuvo por origen un suceso trágico y abundó luego en conflictos y violencias.
Algunos jóvenes que muestran exageradas impaciencias por obtener la fama literaria y sus provechos materiales deben reflexionar sobre la historia de esta novela, tan unida a mi nombre.
Cada vez que veía a su marido limpiando los dos cañones del arma, cambiando los cartuchos o haciendo jugar la palanca para convencerse de que se abría con suavidad, pasaba por su memoria la imagen del presidio y la terrible historia del tío.
Mientras las bandas de muchachas despeinadas salían de la fábrica a la hora de comer para engullirse el contenido de sus cazuelas en los portales inmediatos, hostilizando a los hombres con miradas insolentes para que les dijesen algo y chillar después falsamente escandalizadas, emprendiendo con ellos un tiroteo de desvergüenzas, Roseta quedábase en un rincón del taller sentada en el suelo, con dos o tres jóvenes que eran de la otra huerta, de la orilla derecha del río, y maldito si les interesaba la historia del tío y los odios de sus compañeras.
Ya se sabía que esto era el exordio de su historia.

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