Ejemplos con hipócrita

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¿Qué era aquel hombre que ante mí estaba, deglutiendo y raciocinando al propio tiempo, masticando y discurriendo, con tanta frialdad, escrúpulo y elegancia, vestido como un hombre de sociedad, sin una insinuación sensible del estado eclesiástico a que pertenecía, y que, de vez en vez, según hablaba, se asía con la mirada al retrato de una mujer a quien él mismo había empujado a la anónima sima prostibularia? ¿Qué era aquel hombre? ¿Un hedonista? ¿Un incrédulo? ¿Un hipócrita y un sofista, para consigo mismo y los demás? ¿Un desengañado? ¿Un atormentado? Lo que menos me interesaba era la explicación que me había ofrecido.
Ahito y ebrio con el éxito, ¿qué le importaba a él la expresión hipócrita y maligna del ya desbaratado rival? Y, sin embargo, sentíase humillado, adivinando que la verdadera rivalidad entre ellos no era zapateril, sino de otro orden más íntimo y personal, y que en aquella larvada e inevitable rivalidad acaso Belarmino saliese vencedor.
¿No será un hipócrita? ¿No continuará tan apóstata como antes? ¿Salvará su alma?.
No quiero dar a entender que don Guillén fuese un histrión, y que, después del gran esfuerzo hipócrita sobre el proscenio, al volver entre bastidores, fingiese hallarse dominado todavía por el espanto y rigidez patéticos, y no poder recobrar la elasticidad y movilidad de los músculos de la expresión.
No delataba el aplomo del cura conquistador ni el hipócrita y meloso encogimiento del curilla faldero.
Y continuó embozando su crueldad con frases de hipócrita sentimiento.
¿Habéis visto el gesto hipócrita, el regocijado silencio con que acoge un pueblo la muerte del gobernante que le oprime? Así lloró la huerta la desaparición de don Salvador.
La juventud, libre de la severidad paternal, se desprendía del gesto hipócrita fabricado para la casa, y se mostraba con toda la acometividad de una rudeza falta de expansión.
A todos alcanzaba algo de responsabilidad en esta muerte, pero cada uno, con hipócrita egoísmo, atribuía al vecino la principal culpa de la enconada persecución, cuyas consecuencias habían caído sobre el pequeño, cada comadre inventaba una responsabilidad para la que tenía por enemiga.
Enrique de hipócrita, de carlistón y de , y en cambio, los verdaderos y carlistones, que tampoco allí faltaban, miraban con desdén al Padre, porque de nada les valía ni con ellos se espontaneaba, o más bien, no tenía de qué ni sobre qué espontanearse.
Decir otra cosa sería hipócrita falsedad.
Sería yo hipócrita si no le revelase que no merezco su amor angelical, que yo la amaba como ama un pecador.
La pobreza desesperanzada imprime carácter, y en su seno se crían la soberbia hipócrita, la modestia burlona, la astucia dolosa, que tienen flexibilidades de víbora, la ruindad intrigante, la maledicencia ponzoñosa, y la envidia exangüe que todo lo codicia y que todo lo afea.
Unos decían que era un farsante que había huido para comerse en el extranjero los millones robados a sus clientes con la hipócrita comedia de su sencillez y su filantropía, otros aseguraban que era un desgraciado, un iluso, que, enloquecido por anteriores triunfos, se había empeñado en sostenerse a la baja, perdiendo su capital y el de sus admiradores, para huir al fin, pobre y avergonzado, sin que su deshonra le valiera nada.
Caminando hacia el Barrio Alto, Andrés a la derecha, yo a la izquierda, conté al buen viejo cuanto me pasaba, los dichos de Castro Pérez, la hipócrita calumnia de Ricardo, y por último, le hablé de mis esperanzas.
¡No me atrevo a repetirlo! Todavía, después de tantos años, ahora que de nadie necesito, ahora que si no soy rico, por lo menos vivo cómoda y decentemente, sin pensar en el dinero para el día de mañana, cuando recuerdo la hipócrita calumnia de Ricardo y las reticencias de don Juan, siento que me ahoga la sangre.
Pero, como no hay farsante ni hipócrita que no se venda y descubra a lo mejor, el peligroso pueblo de que se trata entregó al mundo la clave de su falsía, el secreto de su escepticismo, la patente de su carencia de alma y de sensibilidad, aplicando al de la mano o del bolsillo el denigrante apodo de.
Tu mujer era una hipócrita: todas las promesas de eterno amor que te hizo durante la luna de miel, y todos los ofrecimientos de viudez perpetua que te dió a libar en tus últimos instantes, hanse convertido en un Capitán de caballería, con el cual se casará de un día a otro, si ya no se ha casado.
Porque tú has de volver, tú tienes que volver, sietemesino hipócrita Papitos, toma, toma, bájate por los fideos y el azúcar.
Te juro que si es verdad, esa mujer, esa hipócrita, esa sinvergüenza que me vendía amistad, no se ha de reír de mí.
Supongodijo él con trémulo labio, que no me lo negarás ahora Puede que mi tía lo niegue ¡es tan hipócrita! Pero tú no, tú eres mala y sincera.
Al verse sola, creyó sentirse la otra con más valor para dar un escándalo Toda la rudeza, toda la pasión gozosa de mujer del pueblo, ardiente, sincera, ineducada, hervía en su alma, y una sugestión increíble la impulsaba a mostrarse tal como realmente era, sin disimulo hipócrita.
Es un falso, un hipócrita, y si no le aborrezco, no tengo perdón de Dios.
A pesar de la severidad empleada para impedir las parejas íntimas o grupos, siempre había alguna infracción hipócrita de esta observancia.
Le supo tan mal la indulgencia de Rubín, que salió tras él hasta la puerta, diciéndole entre otras tonterías: ¡Valiente hipócrita estás tú narices! Estos silfidones, a lo mejor la pegan.
Se censuró a Nucha también por falsa e hipócrita.
¿Con que yo soy una intrigante, una comedianta, una harpía hipócrita, una diplomática de enredos caseros?.
Y no se entienda que por decir bien de aquéllos no lo digo de aquéstos, sino que quiero decir que al rigor y estrecheza de entonces no llegan las penitencias de los de agora, pero no por esto dejan de ser todos buenos, a lo menos, yo por buenos los juzgo, y, cuando todo corra turbio, menos mal hace el hipócrita que se finge bueno que el público pecador.
En verdad, señora respondió Sancho, que en mi vida he bebido de malicia, con sed bien podría ser, porque no tengo nada de hipócrita: bebo cuando tengo gana, y cuando no la tengo y cuando me lo dan, por no parecer o melindroso o malcriado, que a un brindis de un amigo, ¿qué corazón ha de haber tan de mármol que no haga la razón? Pero, aunque las calzo, no las ensucio, cuanto más, que los escuderos de los caballeros andantes, casi de ordinario beben agua, porque siempre andan por florestas, selvas y prados, montañas y riscos, sin hallar una misericordia de vino, si dan por ella un ojo.
Y prosiguió: ¡Miserable del bien nacido que va dando pistos a su honra, comiendo mal y a puerta cerrada, haciendo hipócrita al palillo de dientes con que sale a la calle después de no haber comido cosa que le obligue a limpiárselos! ¡Miserable de aquel, digo, que tiene la honra espantadiza, y piensa que desde una legua se le descubre el remiendo del zapato, el trasudor del sombrero, la hilaza del herreruelo y la hambre de su estómago!.

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