Ejemplos con hinchazones

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Este método implica palpar los senos en busca de posibles cambios, pliegues o hinchazones.
Pueden durar varios días o hasta años en desaparecer y pueden tener hinchazones recurrentes con la continua ruptura de su contenido.
El líquido también puede ser frotado en las pequeñas hinchazones.
tales como la ericipela hoy llamada celulitis, para las hinchazones de golpes en el cuerpo humano, como diuretico, como afrodisiaco de estimulos para las parejas.
Durante los equinoccios, las hinchazones de cada lado de la eclíptica están a la misma distancia del sol y este no produce torque.
Mi amiga y yo nos quedamos riendo de su estampa fachosa y de sus hinchazones nobiliarias.
Estaba próxima a los cincuenta años, según confesión que varias veces hizo a sus hijas, pero era tan arrogante y bien plantada, unía a su elevada estatura tal opulencia de formas, que todavía causaba cierta ilusión, especialmente a los adolescentes, que con la extravagancia del deseo hambriento sienten ante los desbordamientos e hinchazones de la hermosura en decadencia la admiración que niegan a la frescura esbelta y juvenil.
fabricadas de prisa por el Gran Hacedor, sin hinchazones de músculos.
Entre los llamados «vividores intrigantes» contaba don Pedro Mortera a un señor de la villa, que había sido siempre muy amigo suyo, el cual señor, por hinchazones de vanidad, no tuvo reparo en ser allí delegado perpetuo de todos los poderes para sostener, de cualquier modo, la causa de los que le servían en tres leguas a la redonda, por lo que don Pedro Mortera no quiso más tratos con él, pues creía, y con fundamento, que son peores que los tunos sus cómplices y encubridores.
-Y usté puée contar con mi consentimiento, que no quiéo yo tener entre los míos ninguno que padezca de esa clase de hinchazones en las encías.
Y el segundo es que el tal tejido de sutilezas, precisiones, trascendencias y otros semejantes pasatiempos escolásticos que tanto influjo tienen en las otras facultades, nos han venido de afuera, como de ello se queja uno o otro hombre español, tan amigo de la verdadera ciencia como enemigo de las hinchazones pedantescas, y sumamente ilustrado sobre lo que era o no era verdaderamente de España, y que escribía cuando empezaban a corromperse los estudios en nuestras universidades por el método escolástico que había venido de afuera, lo cual puede verse muy despacio en la Apología de la literatura española, escrita por el célebre literato Alfonso García Matamoros, natural de Sevilla, maestro de retórica en la universidad de Alcalá de Henares, y uno de los hombres mayores que florecieron en el siglo nuestro de Oro, a saber el de XVI.

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