Ejemplos con gálatas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las derrotas del Olimpo y de Ancyra obligaron a los gálatas a pedir la paz a los romanos.
Unidos a sus aliados de Pérgamo, los romanos avanzaron hacia el interior del territorio enemigo y atacaron a los gálatas.
Estas derrotas obligaron a los gálatas a firmar la paz, tras lo que los romanos se retiraron a sus posesiones en Asia Menor.
Al día siguiente, Vulso pasó revista a los soldados felicitándoles por su victoria sobre los sirios y proponiéndoles el inicio de una nueva guerra contra los gálatas asentados en Asia Menor.
Como pretexto para iniciar la invasión, el general alegó que los gálatas habían suministrado apoyos a Antíoco durante la Batalla de Magnesia.
Los romanos siguieron caminando durante tres días y finalmente se toparon con los tolostoboios, una de las tres tribus gálatas más numerosas e importantes.
El cacique tectosago alegó además que trataría de buscar la sumisión del resto de caciques gálatas.
Tras conocer que los gálatas esperaban refuerzos, Vulso decidió iniciar una cautelosa marcha que lo alejara del punto de mira de sus enemigos.
Tras unos pocos días acantonados allí, llegó ante Vulso un embajador procedente de Eposognato que le informaba de que su jefe no había tenido éxito al persuadir al resto de caciques gálatas para que se unieran a la causa romana y que estos marchaban hacia su posición.
La posición más defendida de los gálatas, provista de un foso y de múltiples obras destinadas a su protección, se localizaba en el Monte Olimpo.
Durante los dos primeros días, los romanos exploraron las montañas localizando los puntos débiles de los gálatas.
En el enfrentamiento que siguió, los gálatas arrollaron en un primer momento a los romanos, pero fueron expulsados cuando unos soldados que el cónsul había escondido reforzaron el frente de resistencia romano.
Los romanos optaron por perseguirles hasta llegar a su campamento, donde causaron tan cuantiosas bajas que sólo unos pocos gálatas lograron unirse a las mujeres y niños que habían huido a través del Halys, ahora protegidos por los trocmos.
Durante el reinado de Atalo I, los macedonios y las gálatas fueron derrotados.
Esta campaña enriqueció de sobremanera a Vulso y a sus legiones a costa de los tesoros que los gálatas habían acumulado durante sus conquistas en Asia Menor.
Con propósitos conciliadores enviaron los gálatas una embajada a Vulso, sin embargo, el cónsul se dirigía a toda prisa hacia Éfeso debido a la inminencia del invierno.
Cuando llegaron los enviados gálatas, Vulso respondió a sus peticiones con la promesa de que el rey de Pérgamo, Eumenes II, ultimaría los detalles del tratado de paz cuando el general llegara a Roma.
Fellows sostiene que el Tito mencionado en la Segunda epístola a los corintios y en la epístola a los gálatas en realidad es Timoteo, tratado con un nombre informal.
Tras la muerte de Ariobarzanes, su hijo tuvo que hacer frente a una invasión por los gálatas, que fueron expulsados con éxito.
Antíoco no respondió inmediatamente a la provocación, porque se hallaba implicado en varios conflictos:una rebelión de la Liga del Norte, una revuelta en Siria, y una invasión de los gálatas.
Al año siguiente, venció a los gálatas en la batalla de los elefantes, quedando con las manos libres para enfrentarse con el lágida.
entre los gálatas de Asia Menor y la alianza romano-pergamenea.
Cuando llegó, se dirigió a las tropas y las elogió por su victoria sobre los seléucidas y propuso una nueva guerra, una guerra contra los gálatas de Asia Menor.
El pretexto que utilizó para la invasión fue el hecho de que los gálatas habían suministrado soldados al ejército seléucida en la Batalla de Magnesia.
Cuando el ejército llegó a la frontera con Galacia, el cónsul se dirigió a sus tropas sobre la próxima guerra y luego envió una delegación a Eposognato, cacique de los tectósagos, una de los tres tribus gálatas.
Tito Livio afirma que los gálatas fueron mal desde el principio, eran incapaces de protegerse a sí mismos contra los numerosos proyectiles que se lanzaron contra ellos.
Al poco de acceder al trono, su reino se vio invadido por los gálatas, que fueron expulsados.
Tanto Ariobarzanes, como su padre, solicitaron ayuda a los gálatas, que habían llegado a Asia Menor doce años de la muerte de Mitrídates I, para expulsar a los egipcios envíados por Ptolomeo II Filadelfo.
Solo se conocen pocas instancias en la Historia de tal desarrope intencionado, entre los Guardias de Haraldo Diente azul de Dinamarca y referencias romanas muy antiguas sobre duelistas gálatas desnudándose durante la batalla.

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