Ejemplos con gustándole

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las influencias de este productor son muy diversas y dispares en cuanto a estilos, gustándole productores como Dr.
Es uno de los mejores alumnos de su escuela, gustándole especialmente la biología.
Era como el más típico sevillano de nacimiento, gustándole el fútbol, se decantaba por el equipo del barrio de Nervión, el Sevilla Fútbol Club, miembro cofrade de la Hermandad de Los Negritos y gran admirador del torero Curro Romero, un currista.
Los romanos preferían el agua potable con un bajo contenido mineral, gustándole su sabor más que el del agua dura.
Las condiciones de Leocadia eran distintas: tenía genio voluntarioso y, aunque sin faltarles al respeto, respondía a sus padres con entereza, en sus caprichos de muchacha pobre, había siempre cierta obstinación, si se empeñaba en reformarse un traje, no cesaba de dar vueltas a los trozos de tela, hasta lograr lo que se proponía, gustándole un peinado, no hallaban paz sus manos hasta que conseguía aprender modo de hacérselo, y hasta en estos pequeños detalles, por la tenacidad de sus resoluciones, delataba una firmeza muy difícil de dominar desplegando energía.
Y no gustándole esto: ''D'amour, madame, vos bells yeux me font mourir''.
- Pero Cayetano ha perdío los papeles! - exclamó frunciendo más que de costumbre el entrecejo el señor Frasquito - ¿No comprende ese alma mía que si la Rafaela acerta el mantón del Galafate, gustándole él más que el Galafate, la Rafaela no se merece ni que él le entorne el párpado, ni que la mire a la cara?.
Viose obligado a probarlo, y en gustándole exclamó:.
La división mayor y más ordenada discurría por las cercanías de la ciudad de Ardea, donde residía Camilo, desocupado de todo negocio después de su destierro, llevando la vida de un particular, con todo, no gustándole el estar escondido y el huir de los enemigos, tomaba lenguas y esperanzas, por si podía presentársele ocasión de escarmentarlos.
Caín pensaba en las pobres Contenciosas también, y se decía que Nieves, a pesar de todo, seguía gustándole, seguía haciéndole efecto.
No quería saber nada, por supuesto, de los yanquis, ni de Cuba, la revoltosa, no se detuvo en el Brasil más que para conocer sus puertos y la vegetación encantadora de su territorio, gustándole poco el habla portuguesa y los modales a la vez zalameros y rudos de esa gente, y en derechura vino a dar al puerto de Buenos Aires.

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