Ejemplos con guardapolvos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los vanos de la fachada están cerrados con carceleras y cierros, mientras que los balcones están rematados por guardapolvos y tornapuntas forjadas, al más puro estilo bajoandaluz.
Dos estructuras auxiliares, a modo de andamiaje, sustentan cada tolva y sirve para colocar la carraca, que junto con el cadillo y una fina cuerda forman un conjunto que golpea y e inclina la caja móvil situada en la parte inferior de la tolva, regulando la caída del grano hasta el ojo de los guardapolvos y de la rueda.
Dos estructuras auxiliares, a modo de andamiaje, sustentan cada tolva y sirve para colocar los elementos auxiliares, que junto con el remate superior dentado del eje motor vertical y una fina cuerda forman un conjunto que golpea e inclina la caja móvil situada en la parte inferior de la tolva, regulando la caída del grano hasta el ojo de los guardapolvos y de la rueda.
Del mismo estilo resulta la acusada cornisa que recorre todo el muro y los enmarques de los restantes vanos, los cuales se cierran con buenas rejerías de forja y guardapolvos de teja vidriada componiendo un conjunto de sobria y equilibrada armonía arquitectónica según la traza barroca.
La mazonería está ejecutada en madera de pino tallada y estofada, y consta de cuatro cuerpos y siete calles con entrecalles en los extremos a modo de guardapolvos, más sotabanco, predela y ático con calvario.
La portada está realizada con una decoración gótica flamígera de filigrana de gran fantasía con una puerta ojival central y enmarcada por dos ventanas también ojivales con tracerías y guardapolvos formados con arcos conopiales con grandes florones.
Sólo el cimacio que corre sobre los capiteles y el guardapolvos del arco muestran relieves decorativos de palmetas.
Así, son de factura moderna el dosel central que acoge a la virgen, su chapitel, las cresterías caladas que separan los cuerpos y los escudos heráldicos del guardapolvos.
En las cestas de la ventana absidal se aprecia la huella de los acantos helicoidales tan comunes a los del Monasterio de Santa María la Real, su guardapolvos aparece decorado con sogueado.
La principal es la de la fachada meridional, con guardapolvos sobre cimacios decorados con dos filas de rombos.
El guardapolvos en arco conopial luce en el intradós motivos vegetales.
También corresponden a este estilo las columnas jónicas, zapatas y dinteles de la galería interior, el mirador, los guardapolvos platerescos y los blasones que decoran el exterior.
A modo de guardapolvos, el conjunto es rodeado por una banda de arquillos ciegos.
La portada dispone de cuatro arquivoltas muy apuntadas de triples bandas paralelas, rodeadas por guardapolvos con puntas de diamante.
Los retablos están insertos en sendos guardapolvos, disponen de un solo cuerpo para el cuadro flanqueado por dos columnas de orden corintio con tambor y resto del fuste liso, y sostienen un breve frontón partido con espirales.
La fachada, simétrica y compuesta por huecos ordenados jerarquizados verticalmente, pilastras, guardapolvos, balaustradas, etc, se rompe en un lateral mediante una torre bajo la que transcurre un pasaje que une las plazas de España y de Dins.
Sobre el guardapolvos hay tres ménsulas, también esculturadas.
La portada, ligeramente resaltada del plano mural, es un arco de medio punto compuesto por dos arquivoltas de baquetón y medias cañas y un guardapolvos estriado.
Tapa del molino, formada por la tapa inferior, encajonamiento fijo de la piedra inferior y el guardapolvos superior, siendo este removible.
El edificio se sitúa sobre las mismas anteparas o compuertas de salida del agua con sus elementos metálicos de cierre y en su interior, en planta baja, se conserva el único par de piedras, de los tres originales con que contó este molino de rueda horizontal, con guardapolvos, tolva y pescante.
El altar se cubre con una bovedilla de medio cañón realizada con una serie de correas curvas sobre las que se dispone una tablazón machiembrada de madera vista, sin pintar, todo ello colgado de la cubierta y apoyado en los muros laterales, a modo de guardapolvos, dispuesto de tal modo para proteger convenientemente el altar.
Estos balcones tenían por dosel enormes guardapolvos, los tejados remataban en descomunales aleros, y, abajo, las amplias y voladas rejas terminaban en humildes cruces.
Este caserón tiene un inmenso portal, un enorme escudo de armas sobre la puerta, grandes balcones con guardapolvos, rejas bajas que no se abren nunca, algunos ventanuchos a un callejón, y su correspondiente puerta falsa.
Verá allí aglomeraciones de casas viejas, como las que figuran en las decoraciones teatrales o en los cuadros referentes a la Edad Media, verá allí un variado y grotesco repertorio de balcones, aleros, guardapolvos y barandajes sumamente característicos, verá puertas chatas, paredes barrigonas, ventanas tuertas, pisos cojos y tejados con la cabeza dada a componer, como no los encontrará en ninguna otra parte.
El pavimento de álamo con guardapolvos de raulí, era muy viejo y estaba agujereado en parte por los ratones.
Dos o tres baratas negras subían por los guardapolvos, con su marcha torpe, indecisa, y una mosca grande y verde volaba trasnochada, zumbando de un modo siniestro alrededor de la vela.
Nino y otro joven, que debía de ser, y lo era en efecto, el vizconde de la Hondonada, estaban de pie, tapando toda la portezuela, como dos fardos de bacalao, pues no a otra cosa más elegante se parecían con los guardapolvos, o fundas de lienzo crudo, que los envolvía de pies a cabeza, asomaba la suya, tocada con un sombrerete inverosímil, con muchos colgajos de gasas y buen acopio de flores y de hortalizas contrahechas, la «espiritual» y «donairosa» María, por la ventanilla de la izquierda, y por la de la derecha, que estaba desocupada, se veía en el fondo al resto de la familia como buceando en un mar de cestos, de maletas, de líos, de cartones, de sombrillas y cabás, que, ora se despeñaban en cascada desde las redes de la cornisa, ora rodaban en oleajes por el suelo.

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