Ejemplos con gruñón

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Allí se verá obligado a tratar con Don Crisanto, su anciano y gruñón predecesor, Delmiro, alcalde marxista.
El estudio de animación de Warner Brothers parecía estar bastante centrado en la imagen de la actriz, el animador Virgil Ross la usó en el cortometraje Slick Hare, protagonizado por Bugs Bunny, quien escapa de Elmer Gruñón escondiéndose en el sombrero.
Posee un carácter ligeramente malhumorado y gruñón.
En Wabbit Twouble, Elmer Gruñón fue hecho más rechoncho, un breve intento de hacer que el personaje se pareciera a su actor de voz, el cómico Arthur Q.
En este corto emerge por primera vez de su madriguera para preguntarle al cazador Elmer Gruñón ¿Qué hay de nuevo, viejo?, siendo la primera vez además en que ambos personajes coincidían.
Normalmente no se entera de nada y se muestra nostálgico, gruñón, dependiente y cariñoso con su familia.
Es gruñón casi por profesión, pero en algunos momentos no es tan autoritario, de hecho, pareciera como si él y Kira fueran los pequeños y la grande fuera Sheryl.
Comprensiblemente descontento con ser descrito como perpetuamente gruñón o excesivamente tacaño, Groucho siempre insistió en que su nombre coincidía con un personaje de la historieta Sherlocko el Monje , que tenía la manía de presentar personajes cuyo nombres siempre terminaba en o.
Sin embargo, un viejo gruñón llamado Bill Conroy bastante escéptico en su perspectiva vital, no está de acuerdo y discute que con su edad puedan llevar a cabo la misma actividad física de la niñez.
A menudo actuaba como policía bobo, detective, guardián de prisión, como personaje gruñón, camionero, o trabajador manual.
Cuando no está hastindo los nervios de su gruñón vecino Calamardo, Bob Esponja está usualmente en medio de una extraña situación con su mejor amigo, una estrella de mar llamada Patricio, o con su amiga ardilla busca-problemas, Arenita Mejillas.
Allí su hija Channing cuida del potrillo al que llama Rayas y que va a conocer a todo un grupo de inadaptados: Tucker, un pony gruñón, Franny una sabia cabra, Ganso, un pelícano de la ciudad ahora descansando en el campo, Reggie, un gallo algo histérico y el perro Lightning, un tranquilo cuidador de la casa.
Es el gato de Lady Tremaine, es negro y gruñón.
También es gruñón, pero en absoluto rencoroso.
Es un hombre algo gruñón, pero de buen corazón, al que la vida le ha enseñado que mantener unida a su estrambótica familia puede ser tanto o más duro que ser el líder de una de las naciones más desarrolladas de África.
La chica es casada, y su marido es un viejo gruñón, frío y organizado, cosa que hace que Henrietta sufra por su monótona vida.
Pese a ello, la explosión de popularidad, en sus últimos años de vida, se la debe al personaje de Don Basilio, un sujeto gruñón y malhumorado, con claras reminiscencias al Don Cicuta del Un, dos, tres, en el mini-concurso El bote de Don Basilio.
Así que de pronto, de tener muchos amigos, Danilo se queda sólo entre casas vacías y con la presencia única del viejito gruñón.
Se caracteriza por ser bastante enojón y gruñón, se enfurece con facilidad, y lo que más hace es aventar su gorra al piso o a la cámara, y ese carácter tan explosivo le provoca que se le olviden las palabras que iba a decir, o le den agruras.
Jorge el Perro Amarillo Gruñón : Un perro amarillo que tiene la costumbre de enfadarse fácilmente o de quejarse de las cosas a su alrededor,.
Cuando Mendive salió para España a cumplir condena, Martí, a quien la existencia se le quedó por esa causa como sin luz y sin guía y sin amparo, empleose, con el fin de ayudar a su padre, siempre gruñón y descontento de él, en el escritorio de don Cristóbal Madan, antiguo amigo del bardo desterrado.
Me imaginé que Castro Pérez era uno de esos abogados viejos, peritísimos en cuestiones de Jurisprudencia, pero en lo demás unos ignorantes de tomo y lomo, un señorón de aldea, pagado de su fama y de su ciencia, de esos que suspiran por todo lo antiguo, y que siempre están mal dispuestos para todo lo nuevo, un fantasmón iracundo, gruñón, de esos que ven con desconfianza a los jóvenes, y que se complacen en censurar a todas horas la educación enciclopédica de estos tiempos, la cual, si bien no produce sabios a granel no cría fátuos, como tantos viejos que yo conocía, encastillados en su saber hipotético, muy vanidosos y engreídos con su ciencia, ciencia exígua y mezquina que les conquista en el pópulo vil admiradores y monaguillos de amén que aprueban cuanto dicen los Sócrates de aldea, así suelten éstos el mayor disparate.
Es que allí existía, guardado con singular esmero, un traje que Elías le había comprado algunos años antes, cuando era menos adusto y gruñón.
Se fue con su indignación crónica y su incurable soberbia, siempre enfermo, gruñón siempre.
El Arcediano del Cuzco, doctor Rivadeneira, era un viejo gruñón y cascarrabias, á quien por cualquier futesa se le subía san Telmo a la gavia, y que en punto á benevolencia para con el prójimo estaba siempre fallo al palo .
Con cuánta satisfacción le hubiera reprochado y regritado: Adiós puto gruñón.
Es la de la «lección de música», donde la pupila del gruñón vejete ejercita el derecho de cantar lo que más le agrade o acomode, la pieza con que mejor luzca sus facultades.
Se había vuelto un si es no es áspero y gruñón dentro de casa, y exigentísimo en todo lo referente a menudencias sociales y al aparato de la casa.
La Thenardier reemplazó al momento su aire gruñón por un gesto amable, cambio visible muy propio de los posaderos, y buscó ávidamente con la vista al recién llegado.
El viejo marido, observando la perpetua melancolía de su esposa, a su vez se mostraba hosco y gruñón, los criados desempeñaban sus quehaceres de mal talante, recelosos, nunca llamaba a la puerta una visita, nunca se le ofrecía a Romana ningún honesto esparcimiento: a misa los domingos y fiestas de guardar, a «dar una vuelta» por Recoletos cuando hacía bueno, y el resto del tiempo sepultada en su butaca, peleándose con una eterna labor de gancho, una colcha, que no se acababa porque a la labrandera no le interesaba que se acabase, y en lugar de mover los dedos, dejaba el hilo y las tiras sobre el regazo y se entregaba a una de esas meditaciones sin objeto, fatigosas como caminar sobre guijarros, entre polvo.

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