Ejemplos con greña

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De la cueva de Ongayo salió una bruja con la greña caída y otra brujuca.
Todos creemos que nuestra manera de ser, nuestra manera de vivir, nuestra manera de pensar y hasta nuestro modito de andar son los mejores, y a chaleco tratamos de imponérselo a los demás y si no los aceptan decimos que son unos tales por cuales y al ratito andamos a la greña.
Dentro de él andan a la greña los ángeles y los demonios.
Para la masa devota que cree sin discurrir, son las exterioridades las que diferencian a las religiones entre sí, y no era preciso que se achicharrase a tanta gente en las hogueras, y que media Europa fuese a la greña en la famosa guerra de los Treinta Años, y que los papas lanzasen excomunión sobre excomunión, para venir a parar a la postre en que una iglesia católica y otra evangélica sólo se diferencian en una imagen y unos cuantos cirios, pues el culto en ambas partes es igual.
Sí, sí: guerras tendremos, por ser aquí tan locos y estar siempre a la greña negros y blancos, ya debajo de la bandera del Progreso, ya de otra bandera, y hoy te pronuncias tú, mañana yo.
Un poco más allá sonaban las enormes tijeras en continuo movimiento, pasando y repasando sobre la redonda testa de algún mocetón presumido, que quedaba esquilado como perro de aguas, el colmo de la elegancia: larga greña sobre la frente y la media cabeza de atrás cuidadosamente rapada.
¿Qué quería usted? ¿Qué anduviese a la greña con todos los que la solicitaban? ¡Buen trabajo! Hubiese tenido que pelearme con ciento y la madre.
Sí, el curita Rubín había reconciliado dos matrimonios que andaban a la greña, había salvado de la prostitución a una niña bonita, había obligado a casarse a tres seductores con las respectivas seducidas, todo por la fuerza persuasiva de su dialéctica Soy de encargo para estas cosas fue lo último que pensó, hinchado de vanidad y alegría como caudillo valeroso que ve delante de sí una gran batalla.
Si la culta fuere vieja, como suele suceder, para no decir á la criada que la afeite, ''macízame de pegotes de solíman estas quixadas'', y por los carcabuesos de las arrugas, dirá: ''jordaname esas Navidades cóncavas'', y si hubiere de mandarla que la tiña la greña de canas, la dirá: ''pélame esos siglos cándidos, obscuréceme esas albas''.
Cantando seguía sin cerrar la boca, y mirando tan pronto al río como a las peñas de lo alto, cuando cátate que, hallándose junto al ''asomo'' más descarado del sendero que llevaba, fáltanle de repente la voz y movimiento, y quédase con los ojos tan abiertos como la boca, y hasta se le muda el color y se le encrespa la greña debajo del sombrero.
Siempre andaba a la greña con los turcos y con los rusos, pero las altas montañas y el valor heroico de los montañeses preservaron su independencia.
Por estas memorias, y por lo que personalmente le dolía el suceso, se levantó en el alma de Ibero un gran tumulto, los sentimientos se movieron con furioso oleaje, las ideas saltaron y anduvieron a la greña.
Pero iban las cosas tan mal, que no terminó el año sin que anduvieran a la greña los dos mellizos, que eran dos personas distintas y un solo sistema verdadero, y se llaman Poder legislativo y Poder ejecutivo.
Mañana: Sir Charles Wike, Prim y Jurien de la Gravière andaban a la greña.
Dentro de él andan a la greña los ángeles y los demonios».
Su hermano, con quien andaba continuamente a la greña por cuestiones metálicas, le negaba todo auxilio, y la demás parentela le hacía la cruz como a un pródigo que deshonraba la clase y nombre ilustrísimo de los Centuriones.
Las que andaban siempre a la greña eran las gallinas.
No es cuestión de que hombres buenos anden a la greña por quien no lo merece.
Entran en la taberna obreros golfantes -blusa, bufanda y alpargata-, y mujeronas encendidas, de arañada greña.
Entonces se enderezaron a una los aludidos, que me parecieron dos gigantes, particularmente el seglar, que metía la cabeza hasta los hombros dentro de la campana de la chimenea, pero ni el Cura se quitó el gorro, ni el otro el chambergazo con que tapaba una parte mínima de la blanquísima greña que se le desbordaba por todo el perímetro de la cabezota.
Los cuatro personajes y el gobernador continuaron largo rato hablando mucho y paseando en ala en el Mantón, sin mencionar la política ni por incidencia, de lo cual certificaron más de cuatro fisgones que les seguían la pista muy de cerca, esperando algunos de ellos hasta ver andar a la greña al señor duque con los que le acompañaban.
El hombre y el mono se rascan, aquél la greña, murmurando, y éste las costillas, como si tocase una guitarra.
Usted y mi padre andan siempre a la greña porque mi padre se mete más de lo que debiera en esos enredos que arman el barón de Siete-Suelas, el marqués de la Cuérniga y otros tales que de eso viven, y está a matar con don Rodrigo Calderetas, porque don Rodrigo Calderetas también se mete en esto mismo.
Caminaban los cinco en ringle, porque el sendero era angosto y en los prados sentían los pies la frescura y humedad del rocío, aún no seco por el sol que aquel día andaba a la greña con las nubes.
El personaje que estaba enfrente de él en la mesa era un mocetón hercúleo, de mucha y enmarañada greña, y sobre ella, tirado de cualquier modo, un sombrero negro de anchas alas.
Sólo se parecían ambos muchachos en la bondad del corazón y en estar siempre dispuestos a dar la pelleja el uno por el otro, así es que jamás hubo avenio entre ellos en cuestiones de gusto, y se pasaron lo mejor de la infancia refunfuñando, cuando no a la greña, pero queriéndose mucho.
Y en éstas estamos, es decir, España, sin Gobierno, la Hacienda, sin un cuarto, los españoles, muertos de hambre y de intranquilidad, los partidos salvadores, disputándose a greña tendida el número de carteras que se les ha de dar en el nuevo Gobierno, y Ruiz Zorrilla, cada semana, en las Cortes, y ''La Iberia'', todos los días en su papel, llamando ladrones a los moderados porque daban comidas y vivían con ostentación y gobernaban mal.
Estaba más encorvado, más flaco, algo trémulo, y con la greña, las patillas y las cejas enteramente blancas, muy ásperas y muy largas.
«Un marino» significaba, precisamente, un joven de veinte a treinta años, con patillas a la catalana, tostado de rostro, cargado de espaldas, de andar tardo y oscilante, como buque entre dos mares, con chaquetón pardo abotonado, gorra azul con galón de oro y botón de ancla, corbata de seda negra al desgaire, botas de agua, mucha greña, y cada puño como una mandarria.
-¡Pido la palabra! -dijo, saliendo a primera fila un hombre muy entrado en años, cano de greña, enjuto y ahumado de carnes y ronquillo de voz.

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