Ejemplos con geniecitos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Apenas han empezado a desbordar los ríos, arroyos y lagunas en las tierras pastosas, cuando llega trayendo consigo su numeroso personal de geniecitos impertinentes que le ayudan a molestar a los habitantes de la Pampa.
Sus pasatiempos son dignos de ellos y de su amo, pues, mientras él se entretiene en anegar poco a poco las praderas donde, tranquilos, vivían los rebaños, en criar ranas y mosquitos y ofrecer albergue a los patos en campos que eran la querencia de las yeguas y de las vacas, y en hacer sufrir al estanciero toda clase de perjuicios, los geniecitos traviesos y dañinos esperan las ocasiones de reírse a expensas de los que pasan a su alcance, bestias o gente.
«¡Firme!», dice, resoluto, y al momento en que entra el carro en el pantano, se cuelgan de las ruedas, de las patas de los caballos, de las colas, de las varas, de la punta del látigo, de los frenos, miles de geniecitos que, haciendo fuerza todos juntos, detienen el vehículo en el mismo medio del charco pegajoso.
El pobre carrero renegará, gastará latigazos, se arrancará el pelo, invocará a todos los dioses, los insultará, se bajará, se enojará, y cuando acabe de renegar y haya empuñado la pala para despejar la rueda, entonces los geniecitos, siempre riéndose, lo ayudarán, silenciosos siempre, a salir del mal paso.
Ya empezó a calentar el sol, y se secan los pantanos, y se fueron disparando, los geniecitos traviesos y sucios, a juntarse con el amo, el Genio musgoso de los cañadones, que pronto, vaporoso gigante, desaparecerá en el horizonte, entre espejismos, ilusiones de la vista.
El muchacho lo estaba mirando de lejos, con los ojos redondos de miedo, creyendo llegada su última hora, cuando de repente se vio rodeado por los geniecitos de la pradera.
Los geniecitos de la pradera son pequeños seres, visibles sólo cuando quieren, lo que raras veces sucede, y únicamente para los a quienes quieren, que son pocos.
Los geniecitos, en el acto, organizaron la función.
Los geniecitos, después de reírse mucho con Manuelito de lo que acababan de hacer, regalaron al muchacho un cuchillito pequeño, lindísimo para señalar corderos, y lo dejaron cuidar su majada, después de asegurarle que con esa arma no debía tenerle miedo a nadie y menos al hombre del facón, que, al fin y al cabo, no era más que un cobarde y un tonto, engreído por haber peleado siempre con gente floja o débil.
Cuando oyó los gritos del hombre del facón, lo miró con la mera curiosidad de saber lo que iba a suceder, pero sin inquietud, por haberle asegurado los geniecitos de que ya no debía, con su cuchillo, temer a nadie.
Y siempre, en esos casos, encontraba por delante al muchacho, avisado de antemano por los geniecitos de la pradera.

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