Ejemplos con fregona

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Currita titubeaba en la elección de modelo, y Jacobo, con la autoridad delegada que ejercía en aquella casa como amigo íntimo de Villamelón y primo cuarto de la condesa, hízola decidirse al punto por uno cualquiera, el más barato Currita obedeció sin hacer ninguna observación, sin replicar una palabra: conocíase a las claras que estaba supeditada por completo a aquel hombre, que él era allí el amo, y todos en la casa, desde Villamelón hasta Joselito, desde la Albornoz misma hasta la última fregona, obedecían servilmente sus órdenes, adivinaban sus deseos y amoldaban a sus caprichos sus gustos propios.
¡Casar a Amparito, a la hija del doctor Pajares, con el hijo de Teresa, que había sido criada de doña Manuela! No, la familia no había llegado aún tan bajo, y aunque apurada, no estaba para emparentar con una fregona.
Con esto se despidieron los dos mozos de mulas, cuya plática y conversacion dejó mudos a los dos amigos que escuchado la habian, especialmente Avendaño, en quien la simple relacion que el mozo de mulas habia hecho de la hermosura de la fregona, despertó en él un intenso deseo de verla: tambien le despertó en Carriazo, pero no de manera que no desease mas llegar a sus almadrabas, que detenerse a ver las pirámides de Egipto, o otra de las siete maravillas, o todas juntas.
Entrábase la noche, y la fregona no salia: desesperábase Carriazo, y Avendaño se estaba quedo, el cual por salir con su intencion, con escusa de preguntar por unos caballeros de Búrgos que iban a la ciudad de Sevilla, se entró hasta el patio de la posada, y apénas hubo entrado, cuando de una sala que en el patio estaba vió salir una moza, al parecer de quince años poco mas o ménos, vestida como labradora, con una vela encendida en un candelero.
Juan de Avendaño, caballero lo que es bueno, rico lo que basta, mozo lo que alegra, discreto lo que admira, con enamorado y perdido por una fregona que sirve en el meson del Sevillano!.
—En que yo me iré con mi almadraba, y tú te quedarás con tu fregona, dijo Carriazo.
—¡Que tan simple sea este hijo del corregidor, que se ande dando músicas a una fregona! Verdad es que ella es de las mas hermosas muchachas que yo he visto, y he visto muchas, mas no por esto habia de solicitarla con tanta publicidad.
—Pues ¿cómo la llaman por toda la ciudad, dijo Lope, la Fregona ilustre, si es que no friega? mas sin duda debe de ser que como friega plata y no loza, le dan nombre de ilustre.
—Allá irás, mentecato, trovador de Júdas, que pulgas te coman los ojos, y ¿quién diablos te enseñó a cantar a una fregona cosas de esferas y de cielos, llamándola lúnes, mártes y ruedas de fortuna? Dijérasla, noramala para tí y para quien le hubiera parecido bien tu trova, que es tiesa como un espárrago, entonada como un plumaje, blanca como una leche, honesta como un fraile novicio, melindrosa y zahareña como una mula de alquiler, y mas dura que un pedazo de argamasa, que como esto le dijeras, ella lo entendiera, y se holgara, pero llamarla embajador, y red, y moble, y alteza, y bajeza, mas es para decirlo a un niño de la doctrina, que a una fregona: verdaderamente que hay poetas en el mundo, que escriben trovas que no hay diablo que las entienda, yo a lo ménos aunque soy Barrabas, estas que ha cantado este músico, de ninguna manera las entiendo: miren qué hará Costancica, pero ella lo hace mejor, que se está en su cama haciendo burla del mismo Preste Juan de las Indias: este músico a lo ménos no es de los del hijo del corregidor, que aquellos son muchos, y una vez que otra se dejan entender, pero este, voto a tal, que me deja mohino.
—Señor, respondió el huésped, esa Fregona ilustre que dicen, es verdad que está en esta casa, pero ni es mi criada, ni deja de serlo.
—No entiendo lo que decís, huésped, en eso de ser y no ser vuestra criada la Fregona.
—Primero quiero ver a la Fregona que saber otra cosa: llamadla acá, dijo el corregidor.
Desta manera quedaron todos contentos, alegres y satisfechos, y la nueva de los casamientos y de la ventura de la Fregona ilustre se estendió por la ciudad, y acudia infinita gente a ver a Costanza en el nuevo hábito, en el cual tan señora se mostraba como se ha dicho.
Dió ocasion la historia de la Fregona ilustre, a que los poetas del dorado Tajo ejercitasen sus plumas en solenizar y en alabar la sin par hermosura de Costanza, la cual aun vive en compañía de su buen mozo de meson, y Carriazo ni mas ni ménos, con tres hijos, que sin tomar el estilo del padre, ni acordarse si hay almadrabas en el mundo, hoy están todos estudiando en Salamanca y su padre apénas ve algun asno de aguador, cuando se le representa y viene a la memoria el que tuvo en Toledo, y teme que cuando ménos se cate ha de remanecer en alguna sátira el daca la cola, asturiano, asturiano, daca la cola.
—Paso, señor Tomas, replicó Lope, vamos poquito a poquito en esto de las alabanzas de la señora fregona, si no quiere que como le tengo por loco, le tenga por hereje.
—Pues decidme, huésped, dijo el corregidor, ¿dónde está una muchacha que dicen que sirve en esta casa, tan hermosa, que por toda la ciudad la llaman la Ilustre Fregona, y aun me han llegado a decir que mi hijo D.
—Huésped, esta no es joya para estar en el bajo engaste de un meson, desde aquí digo que mi hijo Periquito es discreto, pues tan bien ha sabido emplear sus pensamientos: digo, doncella, que no solamente os pueden y deben llamar ilustre, sino ilustrísima, pero estos títulos no habian de caer sobre el nombre de Fregona, sino sobre el de una duquesa.
Esta es, señor, la verdadera historia de la ilustre Fregona, que no friega, en la cual no he salido de la verdad un punto.
Con esto, se fué, tan admirado del cuento y suceso de la Ilustre Fregona, como de su incomparable hermosura.
Decia que habia sido opinion de un amigo suyo, que el que servia a una comedianta, en solo una servia a muchas damas juntas, como era a una reina, a una ninfa, a una diosa, a una fregona, a una pastora, y muchas veces caia la suerte en que sirviese en ella a un paje y a un lacayo, que todas estas y mas figuras suele hacer una farsanta.

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