Ejemplos con fingiéndose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Esta toma es descrita por Enrique Krauze como una acción de película, mientras una parte de los efectivos distrae a los enemigos, en las afueras de Chihuahua, la otra al mando de Pancho Villa, intercepta y descarga dos trenes de carbón en la estación de Terrazas, sus hombres abordan los vagones y la caballería los sigue por fuera rumbo a Ciudad Juárez, en cada estación, a partir de Terrazas, Pancho Villa apresa al telegrafista y pide instrucciones a la base de Ciudad Juárez fingiéndose el oficial a cargo de los convoyes.
Junto con otros prisioneros en su misma situación se realizó el fusilamiento de Ruiz pero éste, de gran contextura física, sobrevivió fingiéndose muerto.
Esto excitó los celos de la Tirana, la cual intrigó fingiéndose enferma para obligarla a representar sin previo estudio Celos no ofenden al sol, si bien, precavida como era la Luna, ya se había estudiado previamente el papel por si se le ocurría la treta, como en efecto sucedió, obtuviendo un éxito igual o mayor, dada la tensión entre ambas, poco después decidió pasar al Coliseo de la Cruz, donde debutó con la obra de Agustín Moreto El desdén con el desdén, allí se consagró, durante dieciséis años, como la mejor actriz de su tiempo, alcanzando una fama colosal.
Es ahí cuando Luz María se reencuentra con Gustavo Gonzálvez, a quien ya conocía, a quien en una oportunidad en el campo cerca de su hacienda a orillas del rio sorprende a Lucecita bañandose junto a Chuspi su perro, y ella en su reacción por no conocerle lo corrió a piedras, Gustavo Gonzalvez es un joven apuesto que esta casado con la única hija de los Mendoza, la distinguida, caprichosa Angelina Mendoza y Rivero de Gonsalvez, una mujer egoísta y engreída que vive postrada en una silla de ruedas fingiéndose inválida para poder retener al esposo a su lado.
Manuscrito de Ayala: Los charlatans y sacamuelas venden bien sus drogas fingiéndose Condes y Marqueses.
Febrer, con la rápida visión que acompaña al ahogado y al moribundo en sus últimos instantes, visión en la que se concentran los fugitivos recuerdos de toda la vida anterior, pensó en su juventud, cuando tiraba a la pistola en el jardín de Palma tendido en el suelo y fingiéndose herido, como un ensayo de ilusorios encuentros.
La señorita de Maxeville corre hacia él, fingiéndose irritada.
Al salir, el ostricario le volvió la espalda, fingiéndose muy ocupado en el arreglo de los limones que adornaban su puesto.
Unos avanzaban a toda prisa, fingiéndose preocupados con algún pensamiento de importancia.
Maud le salía al encuentro fingiéndose distraída, le esperaba al paso, apoyada en la borda, contemplando el mar en la actitud de una actriz que se ve espiada por la máquina fotográfica, y era bastante una sonrisa, un movimiento de ojos, una leve tos, para que Fernando volviese a juntarse con ella.
Permaneció en la suya, fingiéndose aquejado por un fuerte dolor de muelas.
Nada se le escapa, no se mueve una mosca en el campamento cristiano, sin que nuestro General se entere, asistido además por referencias que le traen numerosos espías, ora renegados, traicioneros a su patria, ora fieles berbiriscos que, fingiéndose locos o enfermos, van a mendigar al campo español.
Antes de comenzar la fiesta, los curiosos de la catedral, fingiéndose distraídos, paseaban entre el coro y la puerta del Perdón.
Ninguna tan propicia como la presente, y fingiéndose dormida en aquella soledad, abrió poquito a poco los ojos con tan cómico espanto, con tan chistoso sobresalto, que todos los presentes soltaron la risa.
La repentina marcha de Jacobo habíale alarmado, temiendo que ocultase tras de ella algún enredo que perjudicase a sus trabajos políticos, y fingiéndose enterado de lo que deseaba saber, proponíase arrancar con maña a la dama el hilo del ovillo.
Si esto no basta, simula reveses de fortuna que le apartan de la que le cansa, con lo cual el hastío toma forma de delicadeza, o miente celos, fomenta coqueteos, tiende lazos, acusa de traiciones, provoca desdenes, y fingiéndose agraviado, se aleja satisfecho.
Otros procuraron seducirla fingiéndose enloquecidos por su belleza, no elogiando más que sus encantos materiales: Juan le había dado a entender muchas veces que también apreciaba en ella el ingenio y la bondad: además, había hecho lo posible por despertar en su ánimo aversión a la vida teatral, en lo que tenía de peligrosa.
José de mi almadijo Santa Cruz fingiéndose, no ya serio sino consternado, ¿qué hace que no pide una satisfacción al duque?.
Izquierdo y el estaban también, el primero fingiéndose muy apenado de la separación del chico.
Lo que la señora debía haber hecho hoydijo Estupiñá sofocado, y fingiéndose más sofocado de lo que estaba, es traerse una lista de cosas, y así no se nos olvidaba nada.
Decía esto sentado al borde del lecho, la vela en la mano, mirando a su mujer, que continuaba fingiéndose dormida, con la esperanza de que se aplacara.
Trinidad, fingiéndose cada vez más furioso.
-Yo soy -contestó Martín fingiéndose humilde- hijo de aquel que fue encerrado en la cárcel de Granada por la maldad y la envidia de amigos oficiosos de la persona a quien servía.
Como fray Diego González y el padre Fernández, no se desdeñaba de cultivar la poesía amatoria, fingiéndose pastor y creando un tipo de mujer a quien dirigía sus versos.
-¿Pero quién, pero quién? -dijo Fernando, fingiéndose incomodado, y lo estaba en realidad, aunque por causa distinta.
-No me hables de eso, Gil, Gil, no me hables de eso -dijo fingiéndose incomodada doña Leoncia-, que todos los hombres son unos engañosos, y está una muy escarmentada.
Uno se subió rápidamente a un árbol ocultándose en él, el otro, a punto de ser atrapado, se tiró al suelo, fingiéndose muerto.
Con la contemplación de éstos y otros cuadros a cual más sencillos, su lectura favorita adquiría para él cada vez mayor encanto, y hasta las tiernas églogas de Garcilaso le parecían la expresión más fiel de la verdad, y todos los recuerdos de todos los patriarcas descritos hasta entonces le asaltaban las mientes, y veía los trasuntos de todos los cuadros pastoriles del siglo de oro, y hasta sentía el calorcillo de sus venerandos y rústicos hogares, y tal era el dominio que sobre él ejercían estas ideas, que, fingiéndose extraviado, sorprendía a un vecino comiendo, entraba en la choza de otro cuando, sentado éste al frente del grupo de su familia, rezaba el rosario antes de acostarse, pedía aquí candela, más allá un guía, y por donde quiera aliviaba la miseria, complaciéndose en dejar oculta una moneda de plata, ya en el regazo de un niño que jugueteaba arrastrándose a la puerta de su casa, ya sobre el poyo de la cocina.
No obstante, lejos de decir explícitamente «aceptamos», todos, y el primero el alcalde, dirigieron sus miradas inquietas a un rincón de la sala donde estaba sentado un viejo con calzón corto remendado, montera bajo la cual asomaban, entrecanos y nada limpios, dos mechones de pelos, uno sobre cada sien y de un palmo de largos, según la antigua moda, chaqueta al hombro y un garrote chamuscado con el que hacía garabatos sobre el polvo del suelo, fingiéndose distraído.
-¡Pataratas! -respondió Bermúdez fingiéndose más contrariado de lo que estaba-.

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