Ejemplos con fatídicos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Con su habitual e insobornable imparcialidad, el autor analiza la gestación del levantamiento y los sucesos de aquellos días fatídicos.
Antes de media hora, ya los diligentes esclavos cuidaban de , y yo me entregaba al piadoso rezo en el Libro Santo, comenzando la serie de lecturas que habían de producir el desate de los fatídicos nudos del sortilegio.
Las últimas frases eran un tanto escamonas, como un eco de los presentimientos fatídicos de los dos andantes.
Lo que don Acisclo quería era aquella alianza, y poco le asustaban las enrevesadas razones y fatídicos pronósticos en que se fundaba y que él se guardó bien de confiar a nadie.
Cenaron todos un poco tristes por la influencia melancólica de tales noticias, de los comentarios lúgubres con que las acompañó el ex-capitán miliciano, y de los presagios fatídicos que hizo.
Si acertaban estos ilusos España era un país felicísimo y envidiable, pues en los fatídicos tiempos de la guerra civil, las frecuentes concesiones de grados por méritos efectivos multiplicaron profusamente la cifra de Oficiales y Jefes.
se aparecía con aquellos fatídicos papeles en la mano, Villaamil.
Callado, meditabundo, taciturno, Palomino hallábase limpiando unas fajas de jebe negro, en un ángulo del taller, y, de cuando en cuando, echaba una mirada recelosa en torno suyo, haciendo girar furtivamente los globos de sus ojos, con el aire visionario de los de un ave nocturna que entreviese fatídicos fantasmas.
Los pasos de aquel fantasma parecían resonar huecos, fatídicos, sobre el pavimento, como los de un espectro, y el monarca creyó percibir una especie de gemido ahogado y triste.
Sus pasos resonaban huecos, fatídicos, como los de un fantasmo de piedra.
Antes de media hora, ya los diligentes esclavos cuidaban de Ibrahim, y yo me entregaba al piadoso rezo en el Libro Santo, comenzando la serie de lecturas que habían de producir el desate de los fatídicos nudos del sortilegio.
Para asistir a esa especie de funeral anticipado y contemplar de cerca a los desventurados reos, llovían los empeños a los oidores y cabildantes, y las más lindas muchachas eran las más afanosas por oír los fatídicos credos.
Mientras tanto, y aunque la refriega política había concluido por entonces quedando victoriosa la Monarquía, oíase de tiempo en tiempo, ora algún tiro remoto y sin contestación, como solitaria protesta de tal o cual republicano convertido por la metralla, ora el sonoro trotar de las patrullas de caballería que rondaban, asegurando el orden público, rumores ambos lúgubres y fatídicos, muy tristes de escuchar desde la cabecera de un militar herido y casi muerto.
Las últimas frases eran un tanto escamonas, como un eco de los presentimientos fatídicos de los dos andantes ayacuchos.
Siempre abandonadas, pacientes, ignorantes y silenciosas, sienten en el fondo de su alma, como sintieron después de los años fatídicos, la necesidad de criar hombres, buenos o malos, de echar al mundo la probabilidad del triunfo.
En efecto, a él, con sólo decirlo, parecía que se le erizaba el cabello de terror y vergüenza, mientras que el otro, oyendo tan fatídicos augurios, se mostraba sereno.
Pues, asimismo, y a pesar de que cuando la veía, soñando en la puerta de su casa, acurrucada e inmóvil, la saludaba siempre con la mayor urbanidad, esa señora atrabiliaria, gritona, irascible y molesta, se despertaba por un largo rato de sus fúnebres pensamientos, movía la cabeza como si se le fuese a destornillar, abría sus ojos redondos, amarillos y escudriñadores, y mirándolo con rabia, lo perseguía con sus gritos fatídicos, insultándolo como si hubiera sido un criminal, un sinvergüenza, un cachafaz, un ladrón, un asesino, en vez de ser el pobre, como en realidad era, un buen padre de familia, modesto, trabajador e inofensivo.
Es cierto que cuando el hombre tiene idea de la existencia de seres desconocidos, y está convencido de que éstos se ponen en relación con él, fácilmente se inclina a imaginar que ha oído acentos fatídicos y se han ofrecido a sus ojos espectros venidos del otro mundo.
Macrobio, Præfectus cubiculi de Teodosio el Joven, hace notar, en sus curiosísimas Saturnales, que la higuera es el único frutal que no echa flores, y luego clasifica a la higuera blanca entre los árboles de buen agüero y a la higuera negra entre los árboles fatídicos protegidos por los dioses del Averno.
Aun suponiendo que el tal tiene talento, abrumado este talento por la lectura, carecerá de la plena conciencia de la vida actual y real, lo verá todo de reflejo en los libros y no en el universo y en la sociedad humana, será anacrónico, pensando tal vez como en el siglo XV se pensaba, y será exótico, no retratando ni reproduciendo lo que hay en su siglo y en su patria cuando él escribe, ni columbrando tampoco y vaticinando, con vista y aliento fatídicos, algo de lo futuro.
Los tiempos eran fatídicos y la relajación de las costumbres horripilantes.

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