Ejemplos con fastidiosos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los vanaras son descritos en la epopeya como divertidos, infantiles, ligeramente fastidiosos, amables pero fácilmente irritables, hiperactivos, aventureros, honestos, leales y valientes.
Manuscrito de Ayala: Confesión auricular, Los brujos soplones son los más fastidiosos de toda la brujería.
Explicación de esta estampa del manuscrito del Museo del Prado: Los Brujos soplones son los más fastidiosos de toda la Brujería y los menos inteligentes en aquel arte.
Para sobrellevar tan fastidiosos plantones no tenía yo paciencia, y esperaba al santo varón paseándome en el espacioso atrio de la iglesia, donde me entretenía viendo salir y entrar chicas guapas, no por beatitas menos interesantes.
Salió de estampía, y en el cotarro siguieron zumbando los incansables moscardones, cesantes los unos y sin esperanzas, colocados otros y con el alma en un hilo por el temor de ser arrojados de sus comederos, pretendientes los demás, tenacísimos y fastidiosos, cualquiera que fuese la situación saliente y la entrante.
Por gozar de ella procuraba yo retardar el trabajo, aquellas copias de los alegatos de Castro Pérez, difusos, cansados y fastidiosos, que me tenían por largas horas pegado a la mesa.
La , por desgracia, en aquella ocasión, era enemiga declarada de la retórica, y más enemiga aún de las frases hechas, de los lugares comunes y de esos preámbulos oficiosos, neciamente corteses y en extremo fastidiosos de la oratoria académica.
En esto transcurrieron cuatro días, que fueron para mí pesados y fastidiosos, porque Irene no me había dado el prometido aviso o venia para ir a su casa, y yo, con mi delicada escrupulosidad, no quería infringir de ningún modo una indicación que me parecía mandato.
Para no pecar de fastidiosos, vamos a hablar únicamente de Melchorita Zugaray, la más famosa hechicera que Cachiche ha tenido en nuestros tiempos.
Baigorrita no anduvo con las ceremonias imponentes de Ramón, ni con los preámbulos fastidiosos de Mariano Rosas.
Viendo que se ponían muy fastidiosos, que me amenazaban con un largo ''solo'', le dije a Calixto:.
Manuela encuentra fastidiosos a los pocos que conoce.
Me dije: que me mantengan, es más cómodo que estar soportando a tantos profesores fastidiosos.
Primero, todo y todos le parecieron a doña Martina fastidiosos y cargosos, sobre todo que en los primeros tiempos, ahí estaban ellos, como postes, incapaces de decir una cosa que valiera la pena, porque la gente campestre, para expresar sentimientos, es poco ladina.
Y empiezan los procedimientos, fastidiosos, costosos, enojosos, con embargos que paralizan al productor, las citas a juicios verbales, a treinta leguas de distancia, los términos perentorios para la prueba, que entorpecen todo trabajo, haciéndole perder al demandado tiempo, plata y paciencia, hasta que se decida a transar para comprar la paz.
Casi al mismo tiempo que, ocurriéndosele que debería ser su pueblo, cabeza de partido, empezó el dueño a empeñarse con el Gobierno provincial para conseguir su objeto, a uno de los comerciantes le pareció que el título de juez de paz daría a su casa una superioridad indiscutible sobre las demás, y como el Gobierno, al atender esos pedidos, pensó en aprovechar la coyuntura para dar colocación a algunos amigos sin empleo y, por consiguiente, fastidiosos y cargosos, en pocos meses cayó sobre el pueblito toda una manga de funcionarios.
-¡Muchachos fastidiosos! Bueno, les voy a contar la historia de Pepito y de sus cinco kilos de maní.
Antonio Gomendio, previniéndole ''no le diese la pesadumbre de comunicarle detalles fastidiosos''.
-¿Pues no me he de atrever? -vociferó don Silvestre arrojando manteo, canaleja, paraguas, inútil carga de fastidiosos dengues.
Ahora estamos en uno de esos paréntesis fastidiosos, o compases de espera, como los llama el comandante, que los deplora bastante menos que yo.
Tenía por nariz la trompeta que es característica de todos los Mansos, y un aire de mal humor, un gesto avinagrado, un mohín tan displicente, que me le figuraba echando pestes de los fastidiosos obsequios de doña Cándida.
La Fontana, por desgracia, en aquella ocasión, era enemiga declarada de la retórica, y más enemiga aún de las frases hechas, de los lugares comunes y de esos preámbulos oficiosos, neciamente corteses y en extremo fastidiosos de la oratoria académica.
Verdad que éstas no eran un modelo de subordinación, a lo mejor se pronunciaban no sólo contra el nuevo plan de estudios, sino contra los maestros fastidiosos y prolijos que les puso Quintana, y no había en Palacio quien osara someterlas a rigurosa disciplina.
Carlos con la de Beira, recayó luego en temas fastidiosos.
Cierto que se encuentran hombres violentos hasta en la vejez, son precisamente los que hasta la vejez han sido inútiles y fastidiosos.
Para desagravio de mi vanidad y presunción, iba yo a imitar el método común de los que, hallándose en el mismo caso de publicar obras ajenas a falta de suyas propias, las cargan de notas, comentarios, corolarios, escolios, variantes y apéndices, ya agraviando el texto, ya desfigurándolo, ya truncando el sentido, ya abrumando al pacífico y muy humilde lector con noticias impertinentes, o ya distrayéndole con llamadas importunas, de modo que, desfalcando al autor del mérito genuino, tal cual lo tenga, y aumentando el volumen de la obra, adquieren para sí mismos, a costa de mucho trabajo, el no esperado, pero sí merecido nombre de fastidiosos.
Había también en las nodrizas su cuidado y arte particular, de manera que criaban a los niños sin fajas, procurando hacerlos liberales en sus miembros y su figura, fáciles y no melindrosos para ser alimentados, imperturbables en las tinieblas, sin miedo en la soledad, y no incómodos y fastidiosos con sus lloros.
La reunión fue numerosa, muchos oradores enérgicos, unos, o imperiosos, insinuantes otros, o irónicos, y también fastidiosos, trataron de hacerse oír, pero les era imposible dominar el tumulto.
Su doble misión de hombre de gobierno en la diócesis y sabio de la catedral le imponía un trabajo abrumador, además, era un clérigo de mundo, recibía y devolvía muchas visitas, y este cuidado, uno de los más fastidiosos, pero de los más importantes, le robaba mucho tiempo.
Había observado que siempre que iniciaba un amorío, su amante se mostraba en las primeras entrevistas sumisa, humilde, pudorosa y apasionada sin recurrir a extremos fastidiosos.

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