Ejemplos con fantásticos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Luz en el mar nos lleva a paisajes etéreos y fantásticos ocultando la cruda realidad, donde el alma sufre y la mente parece agotar todo para tratar de aliviar los sentimientos encontrados por un ser amado que se ha alejado, rememorando e integrando elementos cósmicos como parte de la trama de esta agonía.
En la parte superior de la fachada hay un friso de arcos ciegos, gárgolas y pináculos, las gárgolas son obra del escultor Pere Johan hijo de Jordi de Déu, representando animales fantásticos.
El Pórtico exterior es un airoso ejercicio arquitectónico en clave renacentista cargada de decoración con motivos fantásticos y mensajes iconográficos.
Cabe destacar una de las estancias cubierta con un esgrafiado con motivos vegetales y fantásticos, siendo uno de los pocos ejemplos que se conservan en interiores de viviendas, buena muestra del florecimiento de esta técnica en la Valencia de finales del siglo XVII.
De acuerdo con un portavoz del Ministerio de Educación de los EAU, los elementos mágicos y fantásticos del libro son contrarios a los valores islámicos.
Se trataba de un par de enfermos mentales que, por alguna razón del destino, quedaron abandonados a su suerte, y que conviven en una casa, tratando de trabajar y dejándose llevar por sus alucinaciones y pensamientos fantásticos.
Bajo el brocal del pozo, entre las columnas decoradas de motivos vegetales, animales o fantásticos, que enmarcan el estanque, han sido esculpidos unos atlantes.
En Show-off, tu requieres hacer tantos trucos fantásticos como puedas y obtener tantos puntos como puedas.
Las figuras humanas parecen abrumadas por la aparición de seres fantásticos.
Las líricas de las canciones abordan temas fantásticos, épicos, ontológicos, espirituales y sociales, en sus imágenes auditivas aparecen demonios, fantasmas, dragones, la muerte y los mismos humanos, tratándolos a todos como seres especiales de este multiverso en el que vivimos, todo esto bajo los acordes de Metal Gótico.
Pep contaba con aire de prodigioso explorador sus estupendas aventuras en tierra firme durante los años que había servido al rey como soldado en los remotos y casi fantásticos países de Cataluña y Valencia.
El señor Neira había hecho labrar fantásticos escudos junto al alero del palacio para que se vieran de lejos y de muy lejos, pero no de cerca, por eso, por fantásticos.
Pero, hundido en aquella penumbrosa covacha, oficina en donde se destilaban y clarificaban los enigmas del pensamiento y de la existencia, de continuo a horcajadas sobre su torno de montar, que era Clavileño y era Pegaso, Belarmino se eximía de la gravitación y esclavitud de la materia, volaba libremente por los espacios fantásticos, se cernía en las esferas uranias, contemplaba el diccionarioes decir, el mundodesde perspectivas tan remotas, que acaso se mareaba y se le ponía la carne de gallina.
El tren, rugiente, majestuoso y veloz, cruzó ante él, despidiendo la negra máquina centellas de fuego, semejantes a espíritus fantásticos danzando entre las tinieblas nocturnas.
Luego los repasaba con febril actividad en su imaginación inquieta, donde siempre habían germinado vagos deseos de brillo, caprichos fantásticos, aspiraciones imposibles.
Era por dentro la casa blanca, como por fuera, y toda ella, salvo el colgadizo, tenía el piso cubierto por una alfombra espesa como de un negro dorado, que no llegaba nunca a negro, con dibujos menudos y fantásticos, de los que el del ancho borde no era el menos rico, rescatando la gravedad y monotonía que le hubiera venido sin ellos de aquella masa de color oscuro.
Ella no había entendido gran cosa, la letra era de rasgos desordenados y fantásticos y además estaba en francés.
A pesar de su distracción, fijábase en sus toses, recomendándole remedios fantásticos imaginados por él, se inquietaba por los progresos de la enfermedad, temblando ante la idea de que la muerte le arrebatase su único auditorio.
Mientras en la Europa bárbara de los francos, los anglonormandos y los germanos el pueblo vivía en chozas y los reyes y barones anidaban en castillos de rocas ennegrecidos por las hogueras, comidos por parásitos, vestidos de estameña y alimentados como los hombres prehistóricos, los árabes españoles levantaban sus fantásticos alcázares, y, como los refinados de la antigua Roma, reuníanse en los baños para conversar sobre cuestiones científicas o literarias.
En su interior notábase inmediatamente el revoloteo de las planchadas cortinas cubriendo las puertas de los , los vasares con pilas de platos y con fuentes cóncavas apoyadas en la pared, exhibiendo pajarracos fantásticos y flores como tomates pintadas en su fondo, y sobre la cantarera, semejante a un altar de azulejos, mostrábanse, como divinidades contra la sed, los panzudos y charolados cántaros, y los jarros de loza y de cristal verdoso pendientes en fila de los clavos.
Cuando doña Luz iba por la calle, con Juana, su anciana criada, o cuando iba a la iglesia, grave, silenciosa, vestida toda de negro, con basquiña y mantilla, decían algunos mozos estudiantes, que había en el lugar, y que entendían más hondamente que los demás de estética y de otras doctrinas de amor y poesía, que doña Luz parecía una garza real, una emperatriz, una heroína de leyendas y de cuentos fantásticos, algo de peregrino y de fuera de lo que se usa, el hada Parabanú, la más egregia de las huríes.
Hubo momentos en que su imaginación, lanzada en el camino de la insensatez, hízole pensar que, como en los cuentos fantásticos, un colosal murciélago le abanicaba con sus alas, para chuparle la sangre después de dormido.
Aquellos millones fantásticos, saliendo de la boca de Juanito, rodaban sobre el pobre tapete de la mesa, parecían infundir por la mísera habitación un ambiente de aplastante opulencia, algo semejante a la sonora vibración de montones de oro.
Del primer piso, y cubriendo el rótulo ajado de la casa, , , colgaban largas cortinas formadas de mantas que parecían mosaicos, orladas con complicados borlajes y apretadas filas de madroños, fajas obscuras, matizadas a trechos con gorros rojos y azules prendidos con alfileres, pañuelos de seda con piezas de docena, ondulados como nacarado oleaje, y percales estampados, mostrando pájaros fantásticos y ramajes quiméricos con rabiosos colorines que conmovían placenteramente a las bellezas de la huerta.
Trajes fantásticos, ingeniosas caricaturas, burlas sangrientas, tipos cómicos, biografías en acción, nada falta en el gran escándalo de esos días.
En aquellos barrios algunos tenderos hacen gala de poseer, además de géneros exquisitos, una imaginación exuberante, y para detener al que pasa y llamar compradores, se valen de recursos teatrales y fantásticos.
Vio Jacinta, salteados por aquellos fantásticos muros, carteles de publicaciones ilustradas, de librillos de papel de fumar y cartones de almanaques americanos que ya no tenían hojas.
Juntáronse todos, y volvieron a mirar a sus hijos, y no sabian qué decirse: atentábanles los cuerpos, por ver si eran fantásticos, que su improvisa llegada esta y otras sospechas engendraba, pero desengañados algun tanto, volvieron a las lágrimas y a los abrazos.
¿Cómo han de ser católicas si son todos demonios que han tomado cuerpos fantásticos para venir a hacer esto y a ponerme en este estado? Y si quieres ver esta verdad, tócalos y pálpalos, y verás como no tienen cuerpo sino de aire, y como no consiste más de en la apariencia.

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