Ejemplos con experimentó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

¡Por mi culpa! ¡Ha sido por mi culpa! Jaime experimentó una sensación de alegría ante estas lágrimas.
Jaime experimentó una sensación de frío.
Cuando brazos amigos le ayudaron a subir al lecho y a la luz de un candil fueron despojándolo de sus ropas, experimentó Febrer una sensación de bienestar y descanso.
Jaime experimentó en su olfato una sensación acre de pólvora quemada, que tal vez no fue más que un fenómeno imaginativo.
Experimentó la sensación de un grave peligro, el sobresalto nervioso que avisa.
Allí experimentó la misma sensación de bienestar del árabe que se acoge a un solitario morabito tras la marcha por el arenal inflamado como un horno.
No era muy genuino, ni muy aromático el del fondín de Venta de Baños, y con todo eso, al introducir en sus labios por vez primera la cucharilla, al sentir el leve amargor y el tibio vaho que la penetraban, experimentó Lucía hondo estremecimiento, algo como una expansión de su ser, cual si a un tiempo se abriesen sus sentidos, semejantes a capullos de arbusto que a la vez florecen todos.
El rudo Tòni experimentó el mismo deslumbramiento que había perturbado a todos los del buque.
Freya experimentó una emoción igual a la de su compañero.
Ulises experimentó un irresistible deseo de mostrarse intrépido y galante.
Pasada la primera sorpresa, experimentó la impresión del que recuerda algo olvidado.
Usted conoce la , ¿verdad, Gabriel? ¿Y qué experimentó usted al oírla? A mí, con la música me ocurren cosas raras: cierro los ojos y veo paisajes desconocidos, caras extrañas, y es notable que tantas veces como oigo las mismas obras se repiten idénticas visiones.
Batiste, en medio de la tristeza que le infundía este vacío, experimentó una ligera satisfacción.
Poca cosa era el afecto de este adolescente, y sin embargo experimentó la dulce impresión del calenturiento al sentir la frescura del agua.
En unos cuantos años de fatigosa peregrinación por las carreteras de la provincia, comiendo mal, durmiendo al raso y sufriendo el tormento de pasar meses enteros lejos de la familia, a la que adoraba con el afecto reconcentrado de hombre rudo y silencioso, Batiste sólo experimentó pérdidas y vió su situación cada vez más comprometida.
Al ocultarse el sol, experimentó Batiste cierto alivio, como si el astro se apagara para siempre y su cosecha quedase salvada.
Toda la familia experimentó una sensación de frescura y bienestar.
Una noche experimentó Roseta cierto alivio.
El viajero experimentó al ver el pabellón del Círculo cierto impulso de alegría, y por un movimiento espontáneo, que tenía mucho de pueril, quitóse el sombrero como para saludarle a tan enorme distancia, con tanto respeto y entusiasmo, como si a su sombra hubiera de encontrar , que daban por suma total los varios sumandos de sus realidades.
Por esto, cuando regresó a Valencia, volviendo a encargarse de , experimentó la alegría del que sale del destierro.
Melchor Peña, al salir de la adolescencia, experimentó una transformación.
A pesar de su fanática adoración, el muchacho experimentó cierto sobresalto al enterarse de que se le pedía una firma por valor de tres mil pesetas.
Doña Manuela experimentó gran extrañeza al tropezar con una tenacidad que nunca había supuesto en su hijo.
Tónica experimentó una decepción.
Fue un momento, un momento de vértigo nada más, pero en tan corto espacio creyó que la habitación danzaba como una peonza, que el techo descendía hasta apoyar en su cabeza su peso irresistible, vio obscuridad y luces a un mismo tiempo, experimentó frío y calor, sintió una bola extraña que se le atascaba en la garganta, y en un instante pasaron por su imaginación, como relámpagos lívidos, todas las escenas de novela que había leído, con sus terribles descubrimientos y sorpresas aplastantes.
Y era tal su confianza en la seguridad de aquel refugio, que al perderlo, experimentó por vez primera esa sensación tristísima de las irreparables pérdidas y del vacío de la vida, sensación que en plena juventud equivale al envejecer, en plena familia equivale al quedarse solo, y marca la hora en que lo mejor de la existencia se corre hacia atrás, quedando a la espalda los horizontes que antes estaban por delante.
Julián, que sufría la inquietud, el hormigueo en la planta de los pies que nos causa la sensación de hollar algo blando, algo viviente, o que por lo menos estuvo dotado de sensibilidad y vida, experimentó de pronto gran turbación: una de las cruces, más alta que las demás, tenía escrito en letras blancas un nombre.
Quiso Julián besar al niño, pero éste se puso en polvorosa antes de que pudiese lograrlo, y el capellán experimentó otra vez compasivos remordimientos, causados por la vista de la ya repudiada criatura.
Nada le agradó, y experimentó mil decepciones, como suele acontecer a las gentes habituadas a vivir en el campo, que se forman del pueblo una idea exagerada.
A pesar de su convicción no pudo vencer el ligero enternecimiento que se apoderó de él, y sintiéndose cobarde, experimentó cierta pena por lo mucho y fuerte que había dicho.

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