Ejemplos con expedicionarios

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras la repartición del botín, uno de los expedicionarios murió poco después, encargando a un amigo que con su parte levatara en ese lugar una ermita a la Virgen del Pilar, la patrona de los españoles.
Entre los expedicionarios se encontraban:.
En medio de ejercicios militares, prácticas de desembarco y otras maniobras, los expedicionarios de Cayo Confites esperaban más barcos, así como completar un buen número de aviones para un sólido respaldo aéreo.
Semanas después ante la inminente salida de los expedicionarios, Trujillo declaró: Desde que el primer invasor pise tierra dominicana, comenzaremos a bombardear la ciudad de la Habana.
Del politécnico de Holgín los expedicionarios fueron trasladados bahía de Nipes donde les esperaba el buque Aurora y la goleta Berta con gran parte del cargamento para la expedición, abordaron los barcos y se dirigieron hacia un cayo perteneciente al archipiélago de Camagüey en el océano atlántico llamado callo confites.
Días después los expedicionarios salen de la Habana hacia el politécnico de Holgín en el oriente de Cuba donde reciben entrenamiento militar bajo las órdenes de Manolo Bordas quien ostentaba el rango de teniente del ejército norteamericano y quien organizo a los expedicionarios en cuatro batallones,.
Los expedicionarios cambian de rumbo y fundan a Puerto Serviez en la desembocadura del Río Nare.
Los expedicionarios comenzaron su avance hacia Tampico mientras los barcos eran anclados en el Río Pánuco.
Algunos expedicionarios occidentales acudieron a la zona interesados por el hallazgo.
Existen evidencias de la existencia de asentamientos indígenas en las riberas del Lago Nahuel Huapi en la zona hoy ocupada por la ciudad de Bariloche, previos a la llegada de los expedicionarios y colonizadores blancos.
Dos expedicionarios fallecieron tras un ataque al campamento durante la expedición.
El contraste entre las expectativas de los expedicionarios y el árido paisaje, sumado a las dificultades para encontrar alimento, generan un contexto de amotinamiento que culmina con el asesinato de Alcazaba y varios de sus leales a manos de los amotinados.
Como la intención básica de los expedicionarios parecía ser la búsqueda de las riquezas legendarias, en forma inmediata sale una expedición hacia el interior, buscando por tierra el camino al Océano Pacífico.
Después de una serie de acciones los expedicionarios lograron derrotar a los insurrectos.
Así que se la llevaron a Mundo Anillo, convencidos de que ella regresaría sana y salva, sin tener en cuenta lo que les ocurriría a sus compañeros expedicionarios.
En la isla caribeña, los expedicionarios son agasajados por los españoles residentes, y cuando don Pedro le pide parecer sobre el camino más conveniente que han de tomar para llegar hasta el límite de su lejana gobernación, después que habían sido proveídos de lo necesario, informados de los peligros y recomendarle los isleños que dejaran allí a los niños y las mujeres, el iracundo de Maraver desconfiando de sus anfitriones, desoye las recomendaciones y aventurándose por el camino menos indicado, fracasará en el intento de llegar a su gobernación.
Como Francisco de Trejo es inquieto y batallador, como le ha tomado sabor a su cometido castrense, después de la campaña norteña busca la acción y vuelve nuevamente hacia el sur neogranadino y en la ciudad Tocaima se alista entre los expedicionarios del capitán Andrés López de Galarza para explorar y conquistar el Valle de las lanzas , donde las indomables tribus que poblaban aquel territorio, por su extremada belicosidad, no dejaban acercarse a los españoles.
Los expedicionarios desembarcaron en la playa de Hamma.
Dióle las señas de éste como pudo, y los expedicionarios tuvieron que desandar parte de lo andado, trepar por un escarpado, y subir a la meseta de una montaña, donde hallaron al Mayorazgo presidiendo la roturación de un gran terreno que acababa de adquirir en aquellas alturas.
Si el objeto exclusivo de estas páginas fuera pintar los azares y fatigas de un candidato en vísperas de su elección, yo siguiera paso a paso al de mi historia en su peregrinación por el distrito, pero como son varios los asuntos que abarcan estos capítulos mal pergeñados, me limitaré a decir, en compendio y para gobierno del inexperto lector, que por dondequiera que iban nuestros expedicionarios, hallaban con frecuencia el terreno electoral rebelde a su cultivo, y el más propicio no pasaba del aspecto dudoso que ofrecía el del Mayorazgo.
Durante el largo trayecto de algún punto a otro, departían calurosamente los expedicionarios sobre los azares de la elección, o los acompañantes de nuestro candidato, o le pintaban muy lisonjero el desenlace de la campaña, con el fin de hacerle el viaje más divertido.
Estas peripecias y otras análogas duraron tres días, hasta que, vueltos los expedicionarios al llano, encontraron una regular temperatura, mejores caminos y un sol radiante.
Y se dió la orden para que se aparejaran los rocines, y llegó el caso de que los expedicionarios bajaran al portal con las espuelas calzadas, y montaron todos, ¡y todavía no se cruzaron entre don Simón y don Recaredo otras palabras que no fueran lisonjas, cumplidos y finezas!.
Guió don Recaredo a los expedicionarios por una vieja, ancha y sucia escalera de pocos tramos, y llegaron a un gran pasadizo, cuyo tillado, carcomido a trechos, se cimbreaba al andar sobre él.
Debían los expedicionarios ir a pernoctar a un pueblo que aún distaba tres horas, y a cierto caserón medio feudal, perteneciente a un hidalgo solitario que le habitaba.
Hubo un instante en que los expedicionarios salieron de los pasadizos a plaza más despejada, era una especie de cueva circular, con tragaluz, y en su fondo bostezaban las anchas fauces del pozo Lucas, lleno de un agua soñolienta, sombría y honda.
Sobre sus cabezas oían los expedicionarios el pisar de la gente, el batir del duro casco de las bestias.
Esta gozaban los expedicionarios de a pie, en su mayor parte familias felices, que ostentaban satisfechas la librea de la áurea mediocridad, y aun de la sencilla pobreza: el padre, obeso, cano, rubicundo, redingote gris o marrón, al hombro larguísima caña de pescar, la hija, vestido de lana obscura, sombrerillo de negra paja con una sola flor, en la izquierda el cestito de los anzuelos y demás enseres piscatorios, y llevando de la diestra al hermanito, a quien pantalones y chaqueta quedaron ya muy cortos, y que luce la caña de las botinas, y levanta orgulloso el cubo donde flotan los simples peces víctimas del mortífero pasatiempo de su padre.
Los españoles, sabedores de la llegada de los expedicionarios y de que rondaban por esos lugares, le salieron al encuentro en número de cuatrocientos hombres.

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