Ejemplos con existencia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el diccionario está todo, porque están todas las palabras, luego están todas las cosas, porque la cosa y la palabra es uno mismo, nacen las cosas cuando nacen las palabras, sin palabras no hay cosas, o si las hay, es como si no las hubiese, porque la cosa no existe por sí ni para otras cosaspor ejemplo, una mesa no sabe que existe, ni la mesa existe para una silla, porque la silla no sabe de la existencia de la mesa, sino que existe solamente para un que la conoce, y en cuanto que la conoce, le da un nombre, le pone una palabra.
Pero, hundido en aquella penumbrosa covacha, oficina en donde se destilaban y clarificaban los enigmas del pensamiento y de la existencia, de continuo a horcajadas sobre su torno de montar, que era Clavileño y era Pegaso, Belarmino se eximía de la gravitación y esclavitud de la materia, volaba libremente por los espacios fantásticos, se cernía en las esferas uranias, contemplaba el diccionarioes decir, el mundodesde perspectivas tan remotas, que acaso se mareaba y se le ponía la carne de gallina.
¿Cuántos tenían vocación? ¿Cuántos se habían encaminado al Seminario siguiendo una voz interior persuasiva, una estrella ineludible? Yo les oía contar chascarrillos de curas de aldea, de lo mucho que tragaban, de lo majamente que vivían, de los amores con que se distraían, del respeto y obediencia que se les tenía, y se refocilaban de antemano con la esperanza de arrastrar una existencia a lo regalado y holgón en una parroquia rústica, con el ama y la sobrina, pues casi todos profesaban, teórica y cínicamente, la poligamia.
¿No ve usted que a los gobiernos como los de España no les conviene en el Parlamento hombres como yo? Ahora me ofrecieron un distrito, pero era con el fin de hacerme olvidar, ¡mentecatos!, el desaire de la embajada, y especialmente para atar mis manos en la prensa: pues ya saben ellos que tienen cada día la existencia pendiente de mi pluma.
A lo cual todavía puede añadirse que, formulada en esos términos la cuestión, envuelve una verdadera logomaquia, a lo menos para las gentes, todavía muy numerosas, que creemos en alguna metafísica, y afirmamos la existencia de algo superior a lo fenomenal, relativo y transitorio.
El furor de Juana contra Belarmino, siempre que se irritaba, y el motivo que la hacía irritarse tan a menudo, derivábanse de la existencia de esa niña.
¡Señor Don Juan Manuel! ¡Señor Don Juan Manuel! ¡Dios nos manda tener valor! Debemos conservar la existencia como un dón precioso, y amarla a pesar de sus espinas.
Y rápidamente se vió otra vez con todos sus muebles sobre el carro, errante por los caminos, en busca de lo desconocido, para crearse otra existencia, llevando como tétrica escolta la fea hambre, que iría pisándole los talones.
¡Adiós amistades recientes, respetos nacidos junto al ataúd de un pobre niño! Toda la consideración creada por la desgracia veníase abajo como torre de naipes, desvanecíase como tenue nube, reapareciendo de golpe el antiguo odio, la solidaridad de toda la huerta, que al combatir al intruso defendía su propia existencia.
La señora se olvidaría de la existencia de sus tierras.
Deslizábanse los días en santa calma, trabajando mucho, pero sin que un leve contratiempo viniera a turbar la monotonía de una existencia laboriosa.
No podía quejarse de sus tierras, pero dentro de la barraca era donde temía encontrar a la desgracia, eterna compañera de su existencia, esperándole para clavar en él sus uñas.
Sentíase otra, con distintos pensamientos, cual si la noche anterior fuese una pared que dividía en dos partes su existencia.
Y la muchacha, como si estuviera hilando un capullo, agarraba estos cabos sueltos de su memoria y tiraba y tiraba, recordando todo lo de su existencia que tenía relación con Tonet: la primera vez que lo vió, y su compasiva simpatía por las burlas de las hilanderas, que él soportaba cabizbajo y tímido, como si estas arpías en banda le inspirasen miedo, después, los frecuentes encuentros en el camino y las miradas fijas del muchacho, que parecían querer decirla algo.
Ya no pensaba en la existencia de la Guardia civil y acogía con gusto la posibilidad de un encuentro con , que no debía andar lejos de la taberna.
Iba a casa de sus amos a contarles lo ocurrido, la mala voluntad de aquella gente, empeñada en amargar su existencia, y una hora después, ya más calmado por las buenas palabras de los señores, emprendió el camino hacia su casa.
Aquel gorro característico que justificaba su mote ya no se detenía en sus orejas, aprovechando la creciente delgadez, bajaba hasta los hombros como un fúnebre apagaluz de su existencia.
El padre no quiso oir más ¿quién otro podía ser? El odio de la huerta le asesinaba un hijo, y ahora aquel ladrón le mataba su caballería, adivinando lo necesaria que era para su existencia.
El pobre labrador, agobiado por una existencia de fiebre y demencia laboriosa, quedábase en los huesos, encorvado como un octogenario, con los ojos hundidos.
Pero ¡ay, Dios! estremecíase al pensar lo que aquello le costaba y las terribles intranquilidades del porvenir, ¡Siempre el dinero como eterna pesadilla, amargándole la existencia, a ella que tanto había gastado!.
Aquella primavera fue el período más feliz de la existencia de Juanito.
Su antigua vida parecíale la existencia soñolienta de una bestia amarrada a la estaca, rumiando la comida o durmiendo, sin noción alguna de un más allá.
Y el señor Cuadros repetía con expresión pedantesca estos y otros lugares comunes que había oído en la Bolsa de boca de ciertos pillos de levita, que con la dichosa lucha por la existencia justifican rapiñas legales que merecen un grillete.
Es verdad que los afortunados arruinaban a los infelices, pero ¡qué remedio! Había que amoldarse a las exigencias del mundo, tomar parte en la lucha por la existencia , la sociedad estaba constituida así.
Don Eugenio era, sin darse cuenta, el cronista de cuantas modificaciones y adelantos había experimentado aquella plaza, en la que nació a la vida del comercio y debía desarrollarse toda su existencia.
La tienda había pasado de sus manos a las del primer marido de doña Manuela, y de éste a su actual dueño, pero don Eugenio no había dejado de vivir un solo día en aquella casa, fuera de la cual no comprendía la existencia.
¡Qué quieres! Así soy, así me he vuelto en estos últimos años, y aunque tu amor y tu cariño alegran mi existencia, aunque tú eres para mi alma desmayada luz y regocijo, en ciertos momentos se entenebrece mi alma y me complazco en alimentar mi pena, hundiéndome voluntariamente en la tristeza.
Sin él, ¿qué seria el hombre? Algo así como la planta que vive y muere sin darse cuenta de su existencia, algo como la piedra que reposa en la cantera o rueda en el camino.
Y me pareció mirar una niña pálida y rubia, esbelta y graciosa, de grandes ojos de color de violeta, una niña en cuyo semblante puso el cielo angelicales bellezas, que ataviada gallardamente con rica veste azul, corta la falda, dejando ver unos pies brevísimos, pasaba y huía, e iba a perderse entre la sombra que proyectaba en el muro el blanco lecho: la dulce niña objeto de mi primer amor, de ese amor primero que embalsama con su aroma de azucenas la más larga vida, toda una existencia.
Una nueva causa de disgustos unióse bien pronto a los que ya amargaban su existencia.

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