Ejemplos con esmirriadas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La ciudad tenía un aspecto dominguero que exasperaba los nervios de la inquieta. Las calles, a la vez alegres y tristes, daban esa extraña impresión que dan las poblaciones en día de fiesta a las gentes habituadas a circular durante la semana. Las tiendas cerradas y los zaguanes de casa grande vacíos, contrastaban con los portales modestos en que se formaban tertulias porteriles, los café llenos, los tranvías rebosantes, y sobre todo, la multitud que muy puesta con los trapitos de cristianar lo invadió todo. Veíanse familias artesanas, ellas de mantón, ellos de capa, llevando unos cuantos chiquillos presuntuosamente ataviados. Veíanse también matrimonios de clase media en que las mujeres, pálidas y tristes, lucían mantillas, y los hombres, gabán. Pasaba, en fin, alguna madre gorda, hinchada por el sempiterno cocido, llevando a su lado dos señoritas esmirriadas, ostentando en la cabeza extraños armatostes con honores de sombrero.
En la de al lado a la suya, una señora gorda y frescota, tocada de clásica mantilla, con facha de tendera, endomingada, acompañaba a dos pollitas esmirriadas, luciendo presuntuosos sombreros, y las tres paladeaban sendos sorbetes de mantecado.
Las miradas un poco insolentes de porteros y lacayos hallábanse fijas en ella, los que entraban -funcionarios del Estado, embutidos en arcaicos fracs y seguidos de sus inacabables familiones: ringleras de hijas esmirriadas, vestidas con pretenciosa cursería, llevando tras de ellas a la madre, una pobre burguesa gorda, torturada bajo el cortesano atavío, que se dejaba arrastrar a la fiesta como se dejaría arrastrar al martirio ante una remota esperanza, de colocar a las niñas, tal cual coronel de reemplazo, que daba orgulloso el brazo a su esposa, una jamona de buen ver, con la cara enharinada de polvos baratos, e infinidad de títulos obscuros, de los que para nada brillan en la vida mundana, y a los que de tarde en tarde se ve surgir con un vago asombro de que exista en la guía un marqués del Alhalí o una baronesa viuda de Casa-Temblante -contemplábanla con curiosidad impertinente-.

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