Ejemplos con esmirriado

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pese a su físico esmirriado y su cara de niño boy scout , ese mismo año fue promovido al primer equipo por Franco Navarro, quien tiempo después se convertiría en el técnico de la Selección de fútbol del Perú.
Allí Picaro descolló con personajes como Miseria Espantosa y Volantieri, en los que hacía jugar su físico esmirriado y particular expresión facial.
Canio era, a pesar de su físico esmirriado, pura fibra, de modo que iba a trabar balones sin problemas ante delanteros de gran potencia física.
Ausentose un momento, y reapareció trayendo de la mano a un sujeto esmirriado y larguirucho, vestido de luenga sotana.
¡Ay, don Tito! -dijo el esmirriado San José-.
Hablaron de literatura y teatros, y Obdulia le recitó con lírica declamación, versos que embelesaron al esmirriado señor.
Calló el prócer después de dar un fuerte manotazo en la mesa, junto a la cual se sentaba el esmirriado Juanito.
¿Existirían aún la sosegada y silenciosa casa, la bonísima patrona doña Mauricia Pando, y el tan ilustre como esmirriado huésped ?.
Un cura del mal pelaje, esmirriado y anémico, que apenas podía con la capa pluvial, y un monaguillo pitañoso y descalzo, aguardaban con puntualidad mendicante.
Sólo tres huéspedes había en ella: un cura, un militar de reemplazo, y un señor esmirriado y taciturno que ocupaba la mejor habitación de la casa, y en ella pasaba casi por entero las horas del día, entre libros apilados en el suelo y enormes masas de papel escrito o por escribir.
, no sé por qué, no vas a valer, estás esmirriado, eres un papulito que siquiera puedes con la herramienta.
¿Esmirriado? Ahora se vería si las otras, las femias, hacían más.
Llegado que hubo Joseíto el Penitas al hondilón del Caravaca, como el sol implacable de junio habíale hecho sudar más de lo que se necesita para curar un constipado, apenitas húbose sentado tiró sobre una silla el sombrero, se desabrochó la pechera de la camisa, dejando ver más crines que un caballo de Pomerania, aflojose el ceñidor que cogíale casi desde el sobaco a la ingle, y después de resollar a pleno pulmón y de enjugarse la frente con un pañuelo de imponentes dimensiones, exclamó dirigiéndose a Paquiro un chaval esmirriado y de acharranado semblante, que mataba el ocio escamoteando alguna que otra aceituna, o alguna que otra rodaja de huevo de las fuentes, que colocadas sobre el limpísimo mostrador, tentaban a los parroquianos.
Un cura del mal pelaje, esmirriado y anémico, que apenas podía con la capa pluvial, y un monaguillo pitañoso y descalzo, aguardaban con puntualidad mendicante.
«¡Ay, don Tito! -dijo el esmirriado San José-.

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