Ejemplos con errante

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En sus primeros años fue errante, se alojó en un principio en los salones de la Escuela de Derecho ubicados en el Edificio Central de la Universidad de Guanajuato, posteriormente fue situada en un espacio anexo a la Escuela de Arquitectura y a la Biblioteca Armando Olivares.
El Tapiz de Fionavar es una trilogía de novelas fantásticas, compuesta por El árbol de verano, Fuego errante y Sendero de tinieblas, escritas por el autor canadiense Guy Gavriel Kay.
No era nada, algún animal que andaba errante y perdido en la sombra: una liebre, un conejo que había husmeado con su sensible olfato de perro cazador.
Jaime no era melómano, pero su vida errante le obligaba a ir donde iba la gente, y su condición de pianista aficionado le había hecho asistir dos años seguidos a esta romería musical.
Además, esta existencia errante halagaba su ansia por todo lo extraordinario.
Julio se impacientó con las molestias de este amor errante, sin otro resultado que algunos besos furtivos.
La vida errante del piloto Ferragut abundó en dramáticas aventuras.
Ferragut llegó a creer que no doblarían nunca el cabo, quedando para siempre en plena tempestad, lo mismo que el navío errante y maldito de la leyenda.
Juró todo lo que quiso el poeta, sin comprender qué es lo que Valencia podía esperar de él, simple marino errante por todos los mares.
Fuese realmente la emperatriz resucitada bajo una nueva forma, como en los libros de caballerías, o fuese simplemente la viuda errante de un sabio, para el marino era lo mismo.
¡Ay, su amor!, ¡su pobre amor humillado y envilecido por las preocupaciones del dinero! ¡Adiós las inconsciencias del pájaro errante, el desprecio por las previsiones del mañana! Sus besos tenían muchas veces el crispamiento de caricias desesperadas, quedábanse de pronto absortos los dos y tenían miedo de preguntarse en qué pensaban.
Errante siempre, de acá para allá, en la propia España, en Cuba solo de paso, en los Estados Unidos, en las tierras todas de la América latina, lo principal de su existencia fue preparar y hacer estallar la revolución cubana.
Pero la estrella heráldica que lo llevó a morir entre el humo y el fragor de la metralla, le seguía como un lamento y como el grito de una madre: de ahí que ese hombre que pudo ser monte coronado de flores, viviera por mucho tiempo, errante y vagabundo, sin plantar su tienda, fija la mirada en la isla hermosa, donde no había justicia sin soborno, ni honor sin castigo, ni pan sin mancha.
¡Cómo poner al mismo nivel al egoísta crédulo que con unos cuantos sacrificios y mortificaciones cree comprarse una eternidad de alegría en el cielo, y al hombre moderno, que hace el bien sin creer en futuras recompensas, ni en el agradecimiento de divinos fantasmas, únicamente por la alegría de socorrer al semejante, por la solidaridad que debe existir entre todos los que tripulan el barco errante de la Tierra! Así habían procedido siempre los grandes mártires y los genios.
Primeramente, le había querido con una simpatía pálida y pasiva, porque era bueno con ella, porque la había sacado de su antigua vida de artista errante, dándola la respetabilidad y el bienestar de una mundana que se retira.
Se dió cuenta de su debilidad, de su insignificancia ante aquella hembra curtida en los peligros de la existencia errante.
Yo no digo que no cometa sus pecadillos, pero has de pensar, hija, que en el mundo no somos todos iguales, que las faltas cambian según los medios de vida de quien las realiza, y, por ejemplo, lo que es pecado en el hombre que vive tranquilamente en su casa, rodeado de su familia, a la que debe dar ejemplo, no lo es en el soldado que hace la guerra y va errante por el mundo.
Apenas se separaba de ella jurando no volver a verla, avergonzado de su vileza y acordándose de su hija con remordimiento, sentía la necesidad de buscarla de nuevo, se proponía a sí mismo un negocio que hacía necesaria su presencia en París, o en Madrid, allí donde se encontraba ella, siguiendo su existencia errante de aventurera del amor, tan pronto viviendo casi maritalmente y retirada del mundo, como exhibiendo su belleza y su voz de falsete sobre los tablados de los.
Y esta promiscuidad, bajo la misma manta, de viejos y jóvenes, de inocentes jayanes recién venidos de su tierra y veteranos de la vida errante, conocedores de todas las corrupciones, se efectuaba en medio de una forzada abstinencia de la carne, en un país donde por las condiciones del trabajo, los hombres son mucho más numerosos que las mujeres, y la continua afluencia de presidiarios licenciados traía consigo todas las criminales aberraciones de la virilidad aislada.
Se había imaginado encontrar algo semejante a las antiguas expediciones de las Cruzadas: soldados que peleaban por el ideal, que hincaban la rodilla antes de entrar en combate para que Dios estuviera con ellos, y por la noche, después de ardientes plegarias, dormían con el puro sueño del asceta, y se encontraba con rebaños armados indóciles al pastor, incapaces del fanatismo que corre ciego a la muerte, ganosos de que la guerra se prolongase todo lo posible para mantener la existencia de holganza errante a costa del país, que ellos creían la más perfecta, gentes que a la vista del vino, de las hembras o de la riqueza se desbandaban, hambrientas, atrepellando a sus jefes.
Cuando me detengo, anonadado por esta existencia de Judío Errante, la Justicia, en nombre del miedo, me grita que ande, y vuelvo a emprender la marcha.
Gabriel, habituado a esta vida errante, no se escandalizaba.
Gabriel encontró un encanto brutal a aquella existencia errante, siempre en continua alarma, esperando la proximidad de la tropa.
Y rápidamente se vió otra vez con todos sus muebles sobre el carro, errante por los caminos, en busca de lo desconocido, para crearse otra existencia, llevando como tétrica escolta la fea hambre, que iría pisándole los talones.
Su mirada vagaba errante por entre los puntos de luz, que le parecían impenetrables jeroglíficos trazados en el cielo.
Y Andresito, como si se viera ya vestido de blanco, errante por poética selva, con el pelo cortado en flequillo y los brazos cruzados sobre el pecho, canturreaba con voz dulce y lacrimosa: .
Otra persona formaba parte de la familia del , pero los lazos que la unían a ella eran tan efímeros y débiles como los que atan una estrella errante a un sistema planetario.
Volvió a echarse, y se entretuvo contemplando con errante mirada las paredes de la habitación.
En estas excursiones podía muy bien emplear dos horas sin cansarse, y desde que se daba cuerda y cogía impulso, el cerebro se le iba calentando, calentando hasta llegar a una presión altísima en que el joven errante se figuraba estar persiguiendo aventuras y ser muy otro de lo que era.
Un año después de lo que ahora se narra estaba ya aquel planeta errante, puedo dar fe de ello, en su sitio cósmico.

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