Ejemplos con envite

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Tras unas escaramuzas en el que salieron derrotados, los romanos consiguieron aguantar el envite germano y hacerlos huir, a pesar de la inferioridad numérica.
Durante las Guerras Carlistas, Santoña sirvió de base para diversas operaciones militares, siendo además, lugar de refugio de autoridades y particulares que se vieron desplazados ante el envite de las fuerzas favorables al Infante Carlos María Isidro de Borbón.
La guarnición aguantó el envite y no se rindió.
Pese a que la candidatura de Bassat partía como gran favorita en todas las encuestas, fue perdiendo fuerza a medida que se acercaba el envite electoral.
En caso de un final apurado siempre valdrán más los puntos obtenidos en el envite que en el truc.
En el truc, truco hay dos formas de jugarse los puntos, al envit o envite y al truc o truco.
Al finalizar el descarte tiene lugar el envite final.
¡Tonto, quién te verá venir dentro de pocos años con levita de paño fino, gran camisola planchada, bota de charol y mucha cadena de relós, como don Pancho! A este último envite casi ningún muchacho resistía.
Nos contraemos ahora a los juegos de envite y de manos que hacían parte de la feria y que provocaban con sus estupendas, aunque mentirosas ganancias, la codicia de los incautos.
Poco fué menester para que Tomas aceptase el envite, haciendo consigo en un instante un breve discurso, de que seria bueno ver a Italia y Flándes, y otras diversas tierras y países, pues las luengas peregrinaciones hacen a los hombres discretos, y que en esto a lo mas largo podia gastar tres o cuatro años, que añadidos a los pocos que él tenia, no serian tantos que impidiesen volver a sus estudios: y como si todo hubiera de suceder a la medida de su gusto, dijo al capitan que era contento de irse con él a Italia, pero habia de ser con condicion que no se habia de sentar debajo de bandera, ni poner en lista de soldado, por no obligarse a seguir su bandera.
Acetáronle el envite, y hizo de resto un cuarto del asno, diciendo que por cuartos queria jugarle.
Quiero el envite dijo Sancho, y échese el resto de la cortesía, y escancie el buen Tosilos, a despecho y pesar de cuantos encantadores hay en las Indias.
Tuvo el bachiller el envite: quedóse, añadióse al ordinaro un par de pichones, tratóse en la mesa de caballerías, siguióle el humor Carrasco, acabóse el banquete, durmieron la siesta, volvió Sancho y renovóse la plática pasada.
Allí las fortunas improvisadas con la venta y embarque del guano, pasaban en horas al bolsón de los banqueros del envite.
¿Qué menos podía hacer Bonifacio por aquella mujer, a quien no podía dar ya dinero, y eso que tanto lo necesitaba? Propuso el proyecto de los cómicos a la Junta del Casino, que formaba como una Sociedad agregada a la empresa del café de la Oliva, en el piso principal estaban el salón de baile y las salas de juego y de lectura de aquel círculo de recreo, algunas veces de envite y azar.
Te brindé con éste mío, desconfiando mucho, en verdad se diga, de que me quisieras el envite, hecho de todo corazón, porque barruntaba tu modo de vivir y conocía tu estampa por retratos que me habías ido mandando.
Lucrecia, de mejor barro que sus dos hermanos mayores en lo tocante a lo físico, al primer envite de un indiano de Villavieja, de esos que ''se van'' apenas venidos, dijo que sí, y con tal denuedo y tan emperrado tesón, que a pesar de ser el indiano mozo de pocas creces, ínfima prosapia y mezquino caudal, y a despecho de los humos y de las iras del Bermúdez padre, la Bermúdez hija se dejó robar por el pretendiente, se casó con él a los pocos días, y le siguió más tarde por esos mares de Dios, afanosa de ver mundo y resuelta a alentar a su marido en la honrosa tarea de «acabar de redondearse» en el mismo tabuco de Mechoacán en que había dejado, trece meses antes, depositados los gérmenes de una soñada riqueza.
-Aceptado el envite -dijo Fuertes-, contando con que también se me hará el favor de mandar un recadito a mi casa para que no me esperen.
-Cabales, y como la cosa era de saberse y a usted no le ofendía, también le di cuenta, unos días después, de que el partido iba animándose, que acudía mucha gente a vernos, y que, entre envite y envite, algo se murmuraba que luego se repetía en las cocinas del lugar.
Habíala pedido a sus padres, aceptado ellos el envite y señaládose el próximo domingo de Cuasimodo para que el cura los atase en la tierra como en el cielo.
A ella no le desazonaba el cuerpo del Niño cuando el Niño entoavía ponía sus coplas en la luna, y si entonces no le dijo que sí al primer envite, fue porque como esa gachí es tan caprichosa y se le había metío en la cabeza no casarse nunca con un hombre que cantara mejor que ella, pos velay tú, por eso no transigió la primera vez que repicó la campana.
Quiroga, de quien se cuenta que tuvo niñez mísera y juventud harto trabajosa, pues el hombre se formó y educó en un modestísimo establecimiento de bebidas del Paseo de la Virgen del Puerto, donde, para estímulo del despacho, había el pasatiempo de juegos de envite, como el cané y el famoso de las tres cartas para descubrir el as de oros, y tan buena organización tuvo la casa, según dicen, en este enredillo, que los viandantes salían de allí muy ligeros de todo lo que llevaban.
para tan serio envite y Anatolio se acabó deprisa, muy deprisa.
Conocía y ejercitaba maravillosamente todos los juegos de naipes, así los carteados como los de azar y de envite, daba gloria en carambolas, treinta y cuarenta y una, morito, platillo y demás lances de billar, bailaba como un organillero, y en las casas públicas declarábanle hijo adoptivo la alcahueta, chulo las mancebas y compañero los rufianes.
Mal harás en tomarlo a envite, yo nunca los juego, y si los admito alguna vez es porque me los echan.
Y si tal hombre se encuentra y puede penetrar en ti, enseguida lo rechaza un envite de tu vientre hinchado.
-No, señor -contestó don Gabino, y para retrucar el envite, agregó-: ¿Tiene apetito esta mañana?.
Manuelito, sereno, risueño, con la boina echada un poco atrás, bien plantado en sus alpargatas, de chiripá de algodón y de camiseta, sin poncho en el brazo, lo miraba al gaucho, esperando el envite.
Pasó el resto de la mañana meditando mucho y sin salir de allí, comió poco, en silencio y a la fuerza, por la tarde vinieron a buscarle sus amigos Vaquero, Gárgaras y Casquete para ir en su compañía a visitar al duque: le pedían ese favor porque, yendo solos, temían cortarse algo delante de él, reavivó un poco las extenuadas fuerzas del pobre hombre el sacudimiento que produjo en su incurable vanidad la pretensión de sus amigos, en cuya compañía no tenía él inconveniente en volver a verse cara a cara con el duque después del fracaso de sus recientes bravatas, aceptó el envite hasta como ocasión de orear un poco sus pesadumbres, y pian, pianino, se fueron los cuatro veteranos del comercio de aquella ciudad en dirección a la playa, donde les ocurrió lo que el lector sabe, y además que se volvieron al anochecer sin saludar al personaje, quizás porque no puso el señor don Roque gran empeño en encontrarse con él.

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