Ejemplos con entreabría

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Más arriba, en el rostro obscurecido por la intemperie, entreabría la boca sus dos valvas de escarlata con una sonrisa audaz y serena, dejando escapar el reflejo de los dientes, hermosos y agresivos.
Se entreabría un cortinaje, y avanzaba una pechuga saliente sobre un abdomen encorsetado con crueldad.
De vez en cuando sonaba perezosamente una campana en las torrecillas de ladrillo rojo, llamando a gentes invisibles: se entreabría un portón con agudo chirrido, dejando ver una cofia monjil, blanca y almidonada y un rincón de huerto frondoso.
Nadie penetró el misterio, los jueces guardaron un profundo silencio, y la tumba se entreabría.
Y apenas estuve allí, vi que se entreabría la ventana, y enseguida me pasó un vértigo por delante de los ojos, pero me rehice, miré hacia la ventana, y vi a la joven.
Públicas eran la escenas de Cajamalca, Cuzco la capital del imperio, era el último suspiro de su libertad y de su culto, el sepulcro se entreabría bajo los pies de los guerreros, y el sonido de las roncas cadenas aterraba al infante y al anciano.
¿Todo el amor de Dios no era entonces para el alma del hombre? ¿El mundo no era el yermo sobre el cual, única flor, flor de espinoso cardo, el alma humana se entreabría, sabedora de no merecer la luz del cielo, pero sola en gozar del beneficio de esta luz? Vano fue que luchara por quitar los ojos del alma, de este obstinado pensamiento, porque él volvía a presentársele, cual si lo empujase a la claridad de la conciencia de Teótimo una tenaz persecución.
Cuando tu broche apenas se entreabría.
El cielo de carbón se entreabría de vez en cuando en sordos relámpagos de un extremo a otro del horizonte, pero el chubasco silbante del sur estaba aún lejos.
Y tan abstraída estaba Rosario que no vio cómo se entreabría la puerta de la ventana y aparecía entre los hierros el semblante atezado y juvenil de Joseíto el Camarones.
Y de cuando en cuando la brisa entreabría hasta el ombligo la ligera camisa, y todo el hermoso vientre surgía blanco como la nieve, ostentando en los sitios delicados hoyuelos y lo bastante anchos para contener cada uno una onza de nuez moscada.

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