Ejemplos con enjundia

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Las cosas que decía tenían enjundia, nunca se iba por las nubes, nunca dejaba cabos sueltos, era simpático,.
Supongo que hizo algún trabajito como agente, pero en todo caso de poca enjundia.
En las barriadas únicamente se hablaba de las hazañas de Hilario El Moco López, El Patarato Sánchez, La Yegua Camarena, las atrapadas de Alfonso Ávila y el juego recio de El Titlas Valencia, mientras que en las colonias se hablaba del buen juego desempeñado a lo largo de la temporada por los hermanos Gerónimo y Anastasio Prieto, la enjundia de El Perico Huerta y la sobriedad de Ángel Bolumar.
De mayor enjundia y calado son las críticas de François de Neufchâteau, dirigidas a cuestionar el estilo de las restauraciones mismas, que llevan indudablemente la impronta personal del restaurador, Viollet-le-Duc, y su concepción mental de lo que debe ser un castillo o una fortaleza, acercando las restauraciones a un estilo gótico aunque con una reinterpretación de dicho estilo propia de la concepción decimonónica.
De ahí procede ese arte frívolo, inconsistente, sin enjundia que durante tantos siglos nos ha inmovilizado y con el cual es preciso acabar.
Vivía con extremada pobreza y vestía desastradamente, un sombrerete, con dos dedos de enjundia, un gabancillo de color café con leche, que había estrenado al venir a la Universidad y que llevaba con el cuello subido, por disimular la ausencia de camisa, pantalones con flecos, y botas como las consabidas.
Así, que no cesaron las fricciones de sebo de carnero, las tazas de hortelana, la enjundia de gallina, etc.
La razón de esto era que buena parte de la enjundia revolucionaria se componía de retazos de sistemas extranjeros,.
Tengo que decirle cosas de remuchísima enjundia.
Creo que debes completar tu obra de regeneración prestándome algún dinero, para que yo no vaya por estos caminos como un pelagatos de mucha facha y poca enjundia.
Antonio no revelaba entonces su antiguo oficio de maestro danzante, ni tenía la ligereza que arte de tantos vuelos exigía: era bastante obeso y de procerosa estatura, rostro de satisfacción, doble barba con mucha enjundia, ojos muy móviles y una sonrisa más bien esculpida que pintada en su rostro, por la fijeza de ella y por lo que acompañaba a todas sus palabras.
A mí que soy perro viejo y tengo sobre mi alma cristiana cuatro dedos de enjundia de marrullería, no se me emboba con estas entradas y salidas.
Eso allá se ha de entender respondió Sancho con los que nacieron en las malvas, y no con los que tienen sobre el alma cuatro dedos de enjundia de cristianos viejos, como yo los tengo.
Creo que debes completar tu obra de regeneración prestándome algún dinero, para que yo no vaya por estos caminos como un pelagatos de mucha facha y poca enjundia.
Aquí están los ejemplos más cantados y de más rica enjundia española, así como las melodías más originales y de más acentuado indigenismo.
Bastaba mi cualidad de «señor» y de forastero para merecer aquellos homenajes de una persona de Tablanca, donde son todos la misma cortesía, pero yo era además sobrino carnal de don Celso, hijo «del difunto don Juan Antonio», sangre de los Ruiz de Bejos, de la enjundia nobiliaria de Tablanca, de la «casona» «de allá arriba.
¡Cuántas veces se lo había dicho! ¿Para qué quieres la enjundia, hombre? ¿Qué más puedes apetecer?.
Prestándome gustoso a todo lo que Neluco me había recomendado y continuaba recomendándome para entretener las horas sobrantes del día y de la noche, visité una por una mis haciendas, mis prados, mis heredades, mis castañeras y robledales, mis casas, mis aparcerías de ganados, estudié con verdadero afán de penetrarle hasta el fondo, el organismo, como decía Neluco, «de los tratos y contratos de mi tío y sus aparceros y colonos», donde estaba la enjundia del gran espíritu de este hombre benemérito que, sin políticas bullangueras y perturbadoras, había logrado resolver prácticamente, y por la sola virtud de los impulsos de su corazón generoso y profundamente cristiano, un problema social que dan por insoluble los «pensadores» de los grandes centros civilizados, y tiene en perpetua hostilidad a los pobres y a los ricos.
-Pues entonces, ¡qué demonio! empleemos la sobremesa en puntos de más enjundia.
-¿Qué demonios cavilas -díjole de pronto don Román, -que parece que se te escapa la enjundia por entre los dientes?.
A mi cargo queda eso, y séle decir que, por mi parte, puedo ir seguro a juicio, pues tengo el padre alcalde, cuatro dedos de enjundia de cristiano viejo rancioso tengo sobre los cuatro costados de mi linaje: ¡miren si veré el tal Retablo!.
Tengo que decirle cosas de remuchísima enjundia».
Cuando vuelvo a mi casa y me recojo en mi discernimiento natural, de lo que me entró por el oído y de lo que yo discurro saco la verdadera enjundia y el meollo de eso que llaman la Cosa Pública.
Entre el cros¬ta de botines destartalados, pelambre mugrientosa y enjundia con más grasa que un carro de matarife, y el vagabundo bien vestido, soñador y escéptico, hay más distancia que entre la Luna y la Tierra.
Al otro día del recibimiento oficial, apareció en una de las puertas de palacio un cartel con los siguientes versos, que literariamente juzgados no valen un pitoche o corachín negro, pero que en lo substanciosos eran para ocasionar un tabardillo pintado a gobernante de poca enjundia y menos cuajo:.
Despachose ésta a su gusto, y si en cosas de enjundia, la educación de los hijos -Jack y Marie Thérése-, dejaba bastante que desear, su iniciativa en cosas extremas, britanismo y corrección se las tenían con el más pintado.
Hacíanla compañía sus hijas, cuatro mozas de regular ver y mediano palpar, hembras de muy equívoca honestidad, y tan entendidas como la que las llevó en el vientre en preparar filtros amorosos con grasa de culebra, sangre de chivo, sesos de lechuza, enjundia de sapo y zumo de cebollas estrujadas a la hora que la luna entra en conjunción.
Eran dos frailes de poco meollo, de ninguna enjundia, modestos y de austeras costumbres, como quien dice, dos frailes de misa y olla y pare usted de contar.
Es muy pollo todavía, pero tiene enjundia suficiente para no quedarse aplastado a lo mejor.
Despachado el batallón, y antes de emprenderla con el besugo, proseguí mi leccioncita con el siguiente paralelo histórico, que a mi parecer no carece de enjundia: «Recordarás, Casianilla de mis entretelas, que cuando comencé tu educación hice que te fijaras en las correrías de diferentes pueblos por el territorio de esta península.

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